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El veterinario entró al consultorio y saludó, preguntó por Dazai y cuando esperó que de la trasportadora surgiera el engreído gato, lo que paró sus patas en la mesa de exploración fue una criatura pequeña y preciosa, por decir lo menos.

—La nueva gatita de la familia: Michiko —la presentó Oda, a quien le había sorprendido lo dócil que era si se le daba confianza.

—Es hermosa.

—Lo es. Creo que por eso le ha encantado a Dazai y no la suelta para nada.

El hombre emitió un "ah", comprendiendo por dónde iba el motivo real de la consulta

—Esterilización —le palpó el lomo y el cuello a la minina en busca de anomalías—. No hay problema. Puede venir a recogerla por la tarde. Estará un poco sedada pero lista para ir a casa.

Oda le acarició la mejilla a la gatita en despedida, recibiendo de un ayudante el formulario para firmar. Estuvo por irse cuando el veterinario lo llamó. Se giró hacia él, y compartieron diferentes tipos de desconcierto en un intercambio de silenciosas miradas.

—Michiko, ¿verdad?

La petición de confirmación frunció el ceño de Oda.

—Así es.

—Van a tener que buscarle un nombre distinto.

—¿Por qué? —preguntó acercándose de vuelta—, ¿a qué se refiere?

Hubo una pausa en que el veterinario evaluó un panorama más amplio del que iba a revelar, pues las implicaciones de su descubrimiento podrían no ser bien recibidas. Tras una reflexión larga se rascó la cabeza e informó:

—A que Michiko es gato.

El calicó recostado en la mesa de exploración emitió un maullido suave, delicado, llevándole la contraria a tal inverosímil revelación.

—Pero... Dazai...

El veterinario lo detuvo e intentó explicarle lo que creía que provocaba su aturdimiento:

—Verá, a veces, a algunos gatos machos les gustan otros gatos machos.

"¡¿Y se lo venía a decir a él?!", el maestro se guardó las ganas de gritarlo.

Que su gato fuera gay no era el motivo de su asombro. Lo que le impactaba era que ese pequeño gato macho resultaba ser la más linda criatura felina que había visto jamás. ¡Era el ideal de gatita!, pequeño, pelaje sedoso, maullido agudo, rostro anguloso y unos enormes y preciosos ojos azules.

Superando la conmoción un segundo, suspiró enfocándose en lo positivo. Ango tendría un problema menos del cual preocuparse. Ni Dazai, ni Michiko le darían nietos naturales.

. . .

Nota:

Así es como nos enteramos de que "Estela" era "Estelo", y por cuestión de estética en la pronunciación pasó a llamarse Dui. Aún recuerdo perfectamente cómo el veterinario nos intentó explicar que teníamos un gato gay... bueno, dos, porque descubrimos que a Dui no le resultaba incomoda la idea. Y sí, lo que nos sorprendió no fue la orientación sexual de nuestro gato, sino que Dui fuera macho. Cualquiera que lo hubiera visto o escuchado habría jurado que era gata, y no cualquier gata: la más preciosa.

Historia de un GatoWhere stories live. Discover now