Como lo imaginó Chuuya...

2.6K 397 25
                                    

Acorraló a Ozaki sin miramientos, frente a los demás gatos, socavando su autoridad de segunda al mando. Quizás Dazai tuviera cada movimiento calculado, a mirada fría y pasos de plomo, pero eso no significaba que fuera a permitirle hacer lo que quisiera con la única que se preocupó por él, que lo acogió pese a las protestas de la comunidad felina por nacer doméstico —desechado siendo una cría—.

Se interpuso, leal a su hermana, a pesar de los rumbos disimiles que tomaron, haciéndose con el control de la negociación lejos de oídos indiscretos, detrás de un contenedor de basura.

Olía rancio, a desechos humanos. Contuvo una arcada. Ozaki, acostumbrada a esos aromas fétidos ni se inmutó, y Dazai disimuló perfecto. No hacia tanto que empezó a vivir en una casa, y aun así sus sentidos se desacostumbraron veloces a la peste. Dichos detalles multiplicaban más la culpa de haber huido de las calles.

—Tarde o temprano tendrás que tomar una elección, hermana —dijo a Ozaki, matizando la cruel verdad con una mirada suplicante—. Puedes esperar a arriesgarte a la elección de Mori, dejarlos a su suerte en la comunidad, o permitir que nos los llevemos.

La preciosa y fiera gata se erizó, y enseguida su pelaje se alisó bajando orejas, apesadumbrada y sobrepasada por la realidad.

—Perder a tres pequeños me matará el alma.

—¡Puedes venir con nosotros! —se apresuró a pedir Chuuya, a sabiendas de que en ese número lo contemplaba a él—, estoy seguro de que podrías...

Dazai lo silenció:

—¿Dónde están?

—Cerca de donde deben —la gata dio media vuelta—, en los arbustos del parque que dan al frente de su territorio. Dígales que quiero que sean felices, que las calles no son su lugar —la voz se le partió pese a mantener el porte, yendo de vuelta a su guarida.

—¡Herm...! —gritó Chuuya. Dazai lo atajó restregándosele.

—Déjala ir. Ozaki no se adaptaría a una casa de humanos. Aunque sea una forma de vida cruel, ha pasado demasiado en las calles como para ser una minina doméstica.

Dazai tenía razón, y pese a eso el aguijonazo del resentimiento revivió en Chuuya el modo en que lo conoció, se enamoró de él, y un día... desapareció. Dazai se fue y lo dejó solo de nuevo, con el hambre y el frío, sin ser aceptado por un grupo de gatos que no paraban de recordarle su origen, ignorando sus esfuerzos. Gatos que le quitaban sus presas, que lo molían a golpes, que lo colocaban al borde de la inanición por más que Ozaki se esforzara en imponer su autoridad. El dolor del abandono de su amor no se compensó de inmediato, ni siquiera con el triunfo de Dazai al convencer a Mori y Ozaki de dejarlo ir. Hacer parecer que era justamente lo que los demás pensaban (un inútil), permitió que Mori, líder de la comunidad, lo liberara sin verlo como amenaza.

Después tuvo que aceptar las ventajas del plan: evitar una batalla a costa de machacar su orgullo, por sobrevivir, escapar y tener una oportunidad de vida mejor al lado de Dazai. Sin embargo, muy en el fondo aun le dolía que se hubiera alejado, por necesario que fuera.

—¿Estás seguro de que los aceptarán? —preguntó deseando hallar esperanza en una respuesta que conocía, suprimiendo el resentimiento.

Los ojos de Dazai chisporrotearon juguetones y agradecidos reconociendo su esfuerzo.

—Pude hacer que entraras, ¿qué te hace creer que no lo lograré con dos gatitos, el doble de ternura?

El calicó emitió un bufido, echando a andar. El abandono se lo perdonaba, lo que no le perdonaba es que el desgraciado lo hubiera convencido de dejar que los humanos los vieran teniendo intimidad. Gracias a eso lo aceptaron como pareja de Dazai y, aunque lo negara, así sus remilgos se habían ido por el caño.

—Más te vale no estar pensando en nada indecente para los pequeños.

—El único con el que tuve pensamientos indecentes fue contigo —dijo en tono pícaro—. Tranquilo, los tendremos con nosotros como querías —eso último lo añadió en tono dulce.

Chuuya suspiró.

Dazai podía ser un desvergonzado y traidor, pero era un desvergonzado traicionero dispuesto a complacerlo en todo. Un todo que abarcaba salvar a dos gatitos, de ascendencia casera, de vivir una historia similar a la suya.

. . .

Notas:

Mi idea era actualizar dos veces esta semana, por cuestiones de trabajo me ha sido imposible. Sin embargo, me alegra poder estar cumpliendo con hacerlo semanalmente, ya no dejando lagunas de tiempo tan grandes entre un capítulo y otro.

Dicho esto, espero que disfruten conmigo del desenlace que está próximo.

Y, esta ocasión, lo que queda de mis gatos en Chuuya y Dazai, es precisamente que, pese a como fuera mi Bon de maldito, siempre veló por Dui. Dui era su amor, su "reina".

Historia de un GatoWhere stories live. Discover now