Round three, ¡fight!...

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—¡Quítate, Dazai! —ordenó Ango.

El gato, en vez de moverse, se estiró en todo su largo abarcando por completo el escalón.

—¡Te dije que te quitaras, no que te esparcieras! —reprochó—, muy bien, si no te quitas te voy a pisar.

El fiscal aguardó como si la amenaza de alguna forma fuera a surtir efecto.

—Te lo advertí —al ver que no mostraba intención de darle permiso de bajar sin verse obligado a saltar el peldaño, movió el pie.

Dazai, observándolo indolente, detuvo el serpentear de la punta de su cola retándolo a cumplir su palabra.

—Te voy a pisar —repitió.

Intercambiando miradas un pie siguió descendiendo y una cola se mantuvo inamovible. Un duelo en el que el humano apretó dientes y el felino bostezó, hasta entrar en contacto sin concretarse la agresión más allá de un simple roce.

Vencido e incapaz de hacerle daño, Ango gruñó y saltó el escalón. Enseguida el gato se sentó en sus cuartos traseros y luego, con la cola bien erguida, echó a andar pasando por su lado y perdiéndose en dirección a la sala.

—¡Maldito gato! —exclamó, agradeciendo que ni sus hijos ni su esposo estuvieran en casa para ver semejante humillación.

Un maullido dulce, y un calor suave enredándose en sus tobillos, atrajo su atención al suelo, hallando los preciosos ojos azules del otro minino de la casa, aquel que sorprendió a la familia con su secreto.

—Chuuya —se colocó en cuclillas acariciándolo.

El hermoso y engañoso calicó, rebautizado para ir más acorde a lo que tenía entre las patas, ronroneo recibiendo sus mimos de buena gana, restregándose en su mano.

—Eres un buen gato.

Empezaba a encontrarle el lado amable a los mininos, por Chuuya, no por Dazai, aunque dicho oasis peludo tenía un detalle...

Dazai reapareció en escena y Chuuya se centró en su compañero, le bufó, y tras la indiferencia de éste el descarado calicó se echó al suelo comenzando lo que Ango ya conocía: la petición de apareamiento.

No, no es que Dazai fuera el único gato pervertido de la casa, ni que Chuuya hubiera sido tomado por la fuerza —cual temieron al inicio—; es que ambos era un par de gatos calenturientos que adoraban mostrar al mundo sus quereres.

Agotado por pelear contra un gato petulante que se creía el amo y señor de la casa, y contra las hormonas del par, los hombros caídos, lanzó una maldición que jamás habría soltado estando sus hijos presentes y fue por un trago.

. . .

Notas:

Y este es un resumen de las peleas de toda la familia con mi gato Bon cuando se adueñaba de los escalones xD

Historia de un GatoNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ