No fue mi culpa.

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¿Dónde lo dejamos la última vez? Creo que fue cuando estaba intentando darle un dolor de cabeza a la nueva doctora. Bueno, ¿que crees?. No lo conseguí, la muy...perfecta mujer, tiene una paciencia de hierro. Contesté mal sus preguntas mil veces, me hice aún mas loca de lo que estoy y cuando no tenia ganas de seguir con el juego simplemente hacía silencio. Pero no, aquí estoy, sentada en una silla mas que incómoda observando sus gestos y su despreciable y suave sonrisa. La tiene pegada, lo juro, creo que dentro de su boca hay grapas que le impiden destensar sus músculos.

-Troya, ¿crees que podemos ser amigas ahora? 

¿Amigas? De dónde ha salido esta chica. ¿Quizá se han confundido y ella pertenecía a mi bando? Porque si no es así, no entiendo nada. ¿Qué clase de broma retorcida es esa? Piénsalo, ¿quién consiente ser amigo de su enemigo? Déjame que te lo responda, nadie. Ni siquiera los locos, bueno quizá los inocentes. Pero entre tu y yo, ambos sabemos que yo no soy inocente.

-¿Que dices?

Nunca he despreciado una sonrisa, pero esta vez y para mi disgusto siento que lo hago. Yo no quiero ser amiga de los cuerdos, no. No quiero que ninguno de ellos se infiltre en mi mundo. ¿Para que iba a querer que lo destrozaran con su normalidad? ¿Con su mediocridad?

Me cruzo de brazos porque quiero que lea bien todas las señales.

-No.

Ella no luce sorprendida y lo que mas rabia me da es que su sonrisa sigue igual. Desafiandome. Pero no tengo tiempo para desafíos.

-¿Y por qué? 

Silencio. Esa es la única respuesta que me apetece dar hoy. Después de cinco minutos comprende que no le voy a dar el gusto de responder y me deja marchar.

-Troya, nos queda por pasar mucho tiempo juntas, y lo sé porque a partir de hoy tus sesiones se aumentan a todos los días menos sábados y domingos.

Já. Ya sabia yo que su apariencia de buena no era mas que una fachada. Ahí esta mi castigo por no colaborar. Que le jodan.

Salgo de su despacho echando humo pero no me permito que ella lo sepa asi que me voy de alli aparentando una felicidad que no siento. No me gusta malgastar mi tiempo y con los doctores es lo único que hago. Ellos quieren "curarme" para deshacerse de mi, para pasarle el muerto a otro y yo lo único que quiero es pasar todos y cada uno de mis días aquí porque este es mi lugar.

Supongo que ya te lo habrás imaginado y sabes que estoy es un manicomio o como os gusta llamarlo: sanatorio o psiquiatrico. Pensaras, ¿por qué le gusta estar en un psiquiatrico, rodeada de personas inestables, privada de libertad, una cárcel al fin y al cabo? Fácil. Siempre he pertenecido a este mundo, siempre he sido considerada como una persona que no tiene lugar en la sociedad junto a personas normales y siempre me ha parecido lo mejor. Quizá hecho de menos pasear libremente y conocer mundo pero para  mi  el mundo que vosotros tenéis no es mas que un infierno. Un lugar lleno de maldad y violencia. Así que me gusta estar aquí. Me siento comprendida entre mis compañeros y segura bajo mil y un cerrojos. 

Camino rápidamente hacia el patio, quiero respirar, pero antes tengo que pasarme por mi habitación. Gracias al director y los muchos exámenes conseguí tener una habitación para mi solita. ¿Por qué? Soy considerada peligrosa. ¿Lo soy? Bueno, ¿te sentirías a salvo o cómodo con una loca? Ahí tienes la respuesta.

Justo cuando voy a coger mi cuaderno una voz me detiene. Pero quiero cogerlo así que una vez que lo tengo en la mano me vuelvo hacia la persona que me llama.

-¿Terminaste tu sesión?

Mi buen amigo Chris. Él tiene bipolaridad y depresión y sueña con salir algún día de aquí, como si al otro lado de estas paredes estuviera esperando su destino. No me malinterpretes, valoro su esfuerzo por salir aunque no lo comparto. Él es grande y fuerte, por fuera digo, por dentro no es mas que alguien extremadamente sensible. Por eso no me gusta su decisión, una vez que salga ahi fuera, lo van a destrozar.

-Lo hice.

-Me han dicho que la nueva doctora viene de un lugar muy prestigioso y que ha logrado salvar a gente completamente perdida.

Lo que me faltaba, seguro es su ego quién quiere "ayudarme", aumentar su lista de éxitos. 

-¿Si? Genial. Deberías pedir que te cambien con ella entonces.

-Lo intente. Pero a nosotros no nos dejan decidir.

Su cara de desilusión me parte el alma. Sus ojos han perdido el poco brillo que tiene. 

-Lo que sea. Al menos tu la tienes asignada, eso es algo grandioso. ¿No sueñas con salir de aquí?

-Ya hemos hablado muchas veces de esto y tu sigues creyendo que un día voy a levantarme y cambiar de idea. No es posible, las mentes no cambian.

-Si, si lo hacen.

Acompaña su afirmación con un aprobación de cabeza y creo que si llega a emplear un poco más de fuerza en el movimiento, se parte el cuello.

-La tuya quizá si, pero la mia no. Es defectuosa.

-¿Dónde vas?

-Al patio.

-¿Por qué? Hoy hace un día asqueroso. Todo esta nublado, odio los días así..aunque hace mucho tiempo que me acompañan....aunque el sol brille.

Esto último lo dice en un susurro y no puedo evitar sentirme mal por él. Por lo que he podido vivir a su lado sé que tener depresión es algo horrible. Es como tener una sombra pesada encima tuya ahogandote sin descanso y cuando crees que se ha ido lo único que pasa es que le ha dado el relevo a la ansiedad.

-Todo depende de como lo mires. 

-Si tu lo dices...¿dibujaste algo nuevo?

-No. Esta semana no he tenido por qué hacerlo.

-Hoy me siento guapo. ¿Por qué no me haces un retrato?

-Si eso quieres, acompañame.

Caminamos en silencio hacia el patio, cosa que agradezco. Ya sabes, si lo que tienes que decir no es mejor que el silencio, no lo digas. Y yo, que normalmente no tengo nada que decir, tengo esa frase como regla. Bueno vale, a veces la rompo pero ¿y qué?.

Chris se sienta enfrente de mi y yo enseguida empiezo a trazar líneas negras, difuminadas, de carboncillo. Quiero hacer un retrato fiel aunque no sea el que después le enseñe a él. Así que presto especial atención a los detalles. Como a sus ojos apagados y caídos, su sonrisa trémula, sus hombros caídos y sus cicatrices. Sus hondas y hermosas cicatrices irregulares que recorren su brazo en diferentes direcciones. Hay una que me llama la atención en especial, es larga y recta, como si la hubiera hecho sin dudar. Así que esta mas marcada que las otras, esa no esta difuminada. Luego de que he terminado mas o menos el exterior sigo con el interior. Pinto alrededor de su cabeza un leve halo morado que se va acentuando según mas se acerca a su testa. Bajo hacia su pecho y esta vez utilizo el rojo. Un fuerte rojo. Porque él tiene un gran corazón lleno de pasión y hago unas lineas hacia abajo porque su corazón esta sangrando. Difumino más sus piernas y las hago casi invisibles porque así es como se ve, como si no pudiera seguir adelante, como si no puediera andar. Y por último dibujo dos caretas atadas a sus manos por cadenas, una rie, la otra llora.

-¿Has terminado ya?

Lo miro y vuelvo a mirar el dibujo. No, este es para mi. El suyo ni siquiera esta empezado.

-No, solo estaba calentando. No te muevas que termino rápido.

En cuestión de 10 minutos tengo su dibujo terminado. Es muy técnico, muy sin alma, para que nadie pueda descubrir nada de su autor.

Para que nadie pueda descubrirme.

Demente defectuosa.Where stories live. Discover now