Sombras que me persiguen

25 0 0
                                    

Tenemos un problema. Bueno, tengo un problema.

La gente no me nota, no tengo miradas sobre mi, no me están juzgando. ¿Sabes lo que eso significa? Que me consideran parte de ellos. Y no, esto no puede ser. Yo no soy como vosotros, ¡yo tengo una mente defectuosa! 

-¿Te gusta el café?

Debe ser por ella. Lleva puesta su bata blanca, la que me hipnotiza con su vuelo. Si, debe ser por eso. Ellos deben pensar que esta en su descanso y ha decidido pasar su tiempo libre con una conocida. Una doctora no puede tener relación con una loca, ¿no? Claro que si, falsa alarma.

-Supongo.

-¿Supones?

-No me gusta el café.

Ella me mira confusa y yo solo sonrío. Me comprometí a estar en tu mundo por unos momentos y esto es lo que hacéis la mayor parte del tiempo. Tomar café. Siempre buscando una dosis extra de energía. Normal, vuestro mundo cansa enormemente. Demasiados estímulos, demasiados problemas.

-¿Y por qué lo has pedido entonces?

-Eso es lo que hace la gente normal.

-¿Ahora quieres comportarte como una persona normal?

¿Por qué ríe? y, ¿por qué hace bromas? No esta bien. Ella es mi doctora, no mi amiga. No puede tener esa confianza ni esa relación conmigo. Ya no solo por su trabajo si no porque yo no quiero. No lo permito. Así que solo me limito a mirarla fijamente para que se dé cuenta de su error y como es vivaz lo hace. Es tan fácil de predecir.

-Vale, lo siento. No más bromas.

Se encoge de hombros y mira hacia otro lugar. Debería sentirse incómoda pero no lo hace. Actúa como si nada, como si no le hubiera importado cruzar límites.

Cuando me canso de intentar tomar esta cosa increiblemente amarga lo único que queda por hacer es detallarla. No sé si no se da cuenta o si esta dejando deliberadamente que lo haga pero lo cierto es que no impide hacerlo.

Tiene el pelo largo y negro, muy negro haciendo contraste con su piel blanca casi translucida. En serio, parece que esta en un estado de palidez permanente. Su cara es redonda pero la línea de su mandíbula es tan definida que podría cortar mi comida con ella. En serio, demasiado afilada es como..como si la hubieran esculpido. Pero lo que más me llama la atención de ella son sus ojos. Tiene unos ojos verdes increíbles y tienen luz, mucha luz. Odio admitirlo pero me encantan sus ojos, transmiten demasiado por eso es la única persona a la que evito mirar a los ojos. Me da miedo perderme en ellos.

Te voy a contar algo. Aunque no quiera admitirlo la tipa es guapa y aunque jamás diga esto en voz alta ni a otra persona-considérate alguien privilegiado-me gusta. Físicamente digo. Es obvio que me saca de quicio con su forma de ser.

Por suerte para mi, alguien interrumpe mi momento estúpido. No la conozco pero me cae bien solo por esto.

-Erika, cuánto tiempo sin verte.

Ella se gira inmediatamente hacia la persona que demanda su atención y yo me acomodo lista para presenciar una interacción entre personas normales, es decir, lista para aburrirme soberanamente.

-Elena, hola.

Esta feliz de verla, se nota. 

-¿Cómo estas? Bueno, perdón no me he presentado, soy Elena.

¿Se esta dirigiendo a mi? Menuda mierda, yo no quiero su atención.

-Encantada, soy Troya.

Hace el amago de darme dos besos pero como no ve ningún gesto de mi parte para corresponderlo solo me sonríe. Bah, personas comunes.

Demente defectuosa.Where stories live. Discover now