En mi mundo

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Hoy esta nublado, casi no puedo ver a un palmo de mi cara y la niebla es húmeda, muy húmeda. Sé que voy a coger un gran resfriado pero no importa. Prefiero estar aquí fuera que allí dentro. De todas formas dentro también esta nublado. No literalmente, por supuesto. 

Mi cabeza hoy no esta bien y no es seguro, ni para mi ni para nadie, que tenga compañía. Si, mi castigo ha terminado. Si, tu eres la excepción que rompe la regla. No estas cerca de mi así que no puedo atacarte...físicamente. Tampoco voy a declarar la guerra a tu cabeza. Eres como un ángel para mi. No te veo, no te siento pero sé que estas ahí, observando todo lo que hago. Eres como una clase de terapia. La única que acepto porque sé  que tu no tienes poder para encadenarme. Podría haber dicho liberarme pero no es así como lo siento. El caso es que, para tu desagrado o satisfacción, no tienes ninguna clase de poder sobre mi. No puedes influir en nada y es posible, que en algún momento, sientas impotencia por esto mismo. Pero la vida no es justa. Y habrá muchas mas situaciones, mucho mas graves, mucho más reales, en las que lo sentirás. Tomatelo como un entrenamiento para cuando eso venga. Estoy familiarizandote, aún más, con esa sensación. Dime, ¿alguna vez antes te has sentido impotente? Me gustaría saber cuál fue tu reacción. Si miraste hacia otro lado para evitar ver más, si atacaste lo que más cerca estuviera de ti para sacar la rabia o si no hiciste nada más que quedarte parado observando.

Es una mierda, ¿verdad? 

En mi caso siempre me quedé mirando. No podía mirar hacia otro lado porque mi lado masoquista me lo impedía pero también era porque quería saber que estaba pasando, tampoco ataqué nada. El objetivo podía cambiar y, de repente, ser yo el blanco. 

No, tampoco podía hacer nada. Absolutamente nada. Eso es lo que me ha salvado de volverme aún más loca. Que sé y ella sabía también que yo no podía hacer nada.

No me juzgues, apenas era una cría y tenía miedo. Si no era ella iba a ser yo. Puedes llamarme egoísta, adelante.

-Troya, Sofía dice que entres.

-Sofía puede decir lo que quiera Chris. No voy a entrar.

-Si no entras es posible que llame a los celadores.

-Que llame a quién quiera, no me voy a mover de aquí.

No, no lo voy a hacer. Estar encerrada entre cuatro paredes un día como hoy es peligroso para la poca lucidez que tengo. Malos recuerdos.

-Bueno.

Siento como Chris se va sin dudarlo. Él odia los días así, cree que solo cuando el Sol brilla el puede estar un poco menos trastornado. Como si el tiempo influyera en nuestras mentes defectuosas. Nosotros tenemos el problema, no el tiempo. Aunque admito que, a veces, me gustaría tener su inocencia. Si la tuviera, ya no querría estar aquí y me mudaría a la zona con más Sol del mundo. Pero yo no soy inocente.

-Troya.

De nuevo, otra vez de nuevo, quieren irrumpir en mi espacio. ¿Por qué le cuesta tanto a la gente dejar a otros con sus problemas? Atajo de curiosos.

-Dime.

-Entra, no vaya a ser que enfermes.

-Yo ya estoy enferma.

-Esto es diferente. Tu locura no hace que pases días en cama sin poder respirar bien.

-No, mi locura hace que pases días encerrada en mi mente sin siquiera respirar y eso no hay medicamento que lo cure.

Sofía me mira y gira la cabeza confundida. Ella no suele presenciar esto. Normalmente yo estoy feliz, con mi locura por bandera. La amo y ella me ama, pero somos tóxicas la una para la otra. 

Demente defectuosa.Where stories live. Discover now