XVIII.

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draco malfoy

La lectura por decimoctava vez del libro de pociones de Diana fue interrumpida por un quejido que resonó en la Sala Común de Slytherin, que era de piedra (se encontraba en las mazmorras) y con decoraciones verdes y plateadas, el verde en las sillas y los sillones, como en el que se sentaba Diana, tanto como en las banderas de tela con el animal de la casa, que se trataba de una serpiente, que decoraban las paredes oscuras. Cuando una cabellera platinada apareció en la entrada, Diana averiguó a quién pertenecía la voz que la había desconcentrado de la receta que trataba de memorizar.

Draco Malfoy hablaba de manera exasperada a Crabbe y Goyle, como si algo o alguien le hubiese molestado tremendamente. A Diana no le hubiese sorprendido que se tratase de uno de sus amigos de Gryffindor.

No quiso llegar a conclusiones, sin embargo, así que se armó de valor para preguntar.

—¿Qué te molesta ahora, Malfoy?

Draco se giró hacia ella de un brinco, como si no se hubiese dado cuenta de que estaba allí. Era la segunda vez que el rubio actuaba como si ella no fuese lo suficientemente importante como para tener su atención, y empezaba a poner a la pelirroja de los nervios.

—¿Y a ti qué te importa, Weasley?

—Claramente, algo, si no no habría preguntado —con un suspiro, Diana cerró el libro de pociones-. Cuéntame tus penas.

Draco miró a Crabbe y Goyle, como observando sus reacciones (si Diana no conociese a Malfoy y a sus dos monos, diría que parecía que les estaba pidiendo permiso), antes de girarse por completo hacia ella, dispuesto a contarle qué le tenía tan nervioso.

—Tenemos Quidditch el jueves.

Diana frunció el ceño.

—¿No te gusta el Quidditch?

Draco se apresuró por corregir a la pelirroja.

—No, claro que me gusta. Ese no es el problema.

—¿Te importa explicarte?

—No, no me importa —prácticamente gruñó Malfoy—. Tenemos Quidditch con Gryffindor.

Diana rió por lo bajo.

—Ya veo.

Técnicamente, había estado en lo cierto, sus amigos eran la causa del enfado de Malfoy.

—Es toda una tragedia. ¿No has pensado, Malfoy, que por lo menos uno de los de Gryffindor no es tan malo?

El rubio fingió pararse a pensar para responder con un rotundo:

—No.

—Oh, vamos, no puedes pensar seriamente que todos ellos son tan horribles.

—Si puedo, y no lo digas como si fuese despectivo. Es eso mismo lo que ellos piensan de nosotros. Seguro que tus hermanos y amiguitos están ahí arriba quejándose por lo mismo, al igual que el resto. Y puede que para tres o cuatro seas la excepción, pero al resto le da igual tu color de pelo y tu apellido, mientras lleves esa corbata con esos colores, estás marcada como enemigo.

Diana no encontró respuesta elocuente para ello, así que se conformó con un leve:

—¿Para qué pregunto?

Y, evidentemente tocada por el comentario de su compañero de casa, negó la cabeza, tratando de dejar de pensar en ello, y abrió su libro para continuar estudiando, sin dirigirle otra palabra al rubio.

Éste volvió a salir de la Sala Común, seguramente buscando a otra persona con la que quejarse de sus desgracias, no sin antes dirigirle una mirada a la pelirroja, preguntándose que pasaría en ese momento por su cabeza, y si tenía algo que ver con él.

Y era así, lo que ocupaba los pensamientos de Diana era si algún día lograría entablar una conversación civilizada con ese chico, sin que ella acabase queriendo matarse o matarlo a él. Sinceramente, lo dudaba.

❛i. venomous❜ harry potterWhere stories live. Discover now