XXXIV.

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harry potter & ron weasley

La Señora Gorda del retrato que indicaba el lugar de los dormitorios de Gryffindor no estuvo muy contenta al descubrir que Diana no conocía la contraseña y que su plan era el tocar para ver si, con suerte, alguno de sus amigos le abrían la puerta.

Había vuelto a su dormitorio para coger el regalo que le había preparado a Harry por Navidad. Estaba ansiosa por entregarlo y el hecho de tener nueva información que proveerle no ayudaba a que su nivel de adrenalina disminuyese.

Sin su permiso, Diana chocó su puño contra el cuadro de la Señora Gorda (ignorando sus quejas y chillidos) repetitivamente.

  —No me pagan lo suficiente para esto —dijo, cruzándose de brazos.

Diana estaba a punto de preguntar cómo se le pagaba a un cuadro, cuando el marco se movio, dejando ver un pasillo que, Diana supuso, llevaba a la Sala Común de Gryffindor. Diana frunció el ceño. Alguien le había abierto la puerta, pero frente a ella no había nadie.

Dio un paso al frente.

—¿Ronald?

Y, de repente, alguien había aparecido.

—Prueba otra vez.

Diana gritó, tirando el regalo envuelto que llevaba hacia delante, como si aquello fuese a protegerla de fuese lo que fuese lo que la había sobresaltado. Por suerte, Harry lo cogió antes de que cayese al suelo. Para algo le servían los reflejos del Quidditch.

—¿Harry? ¡Casi me da un infarto!

A Harry no parecía importarle mucho que su mejor amiga casi muriese; estaba demasiado ocupado riéndose. Sus carcajadas fueron acompañadas por las de Ron, que se asomó al final del pasillo con una mano en su boca, tratando de esconder sus risas.

Diana se cruzó de brazos, molesta. Pero, entonces, su mirada cayó en la mano de Harry que no sostenía su regalo. O al menos habría caído en ella si estuviese allí, porque, por lo que veía ella, al de pelo azabache le faltaba una mano.

—¿Q-qué? —titubeó, señalando la extrañeza que le había llamado la atención.

Harry tiró de ella hacia adentro y, mientras cerraba el retrato de la Señora Gorda, Ron habló, entusiasmado:

—No te lo vas a creer, ¡a Harry le han regalado una capa de invisibilidad!

—¡Eso es imposible! —respondió Diana, sentándose en el sillón rojo en el centro de la sala, sintiéndose algo abrumada por lo colorida que era. Demasiados colores brillantes, pensó.

En ese momento, Harry se volvió a aparecer frente suya.

—¿Estás segura?

Diana estaba a punto de decirle a Harry que no volviese a hacer eso, cuando él le tiró algo, que cayó sobre sus piernas. Por el tacto, parecía una tela, y Diana estaba preparada para descubrir cómo se veía, cuando se dio cuenta de que no había nada allí. No había una tela pero, más importantemente, no estaban sus piernas. Y al meter su mano bajo aquel objeto que sentía, desapareció también.

❛i. venomous❜ harry potterWhere stories live. Discover now