LIII.

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hermione granger & ron weasley & harry potter

La música que producía la flauta y llenaba el silencio de la noche, a penas podía ser llamada aquello.

Las notas, desperdigadas sin orden ni sentido alguno, golpeaban los tímpanos de Diana como martillos que deseaban acabar con ellos. Era tanta, la incomodidad que le producían, que a la pelirroja le recorrió un escalofrío la espalda, pidiéndole que se tapase los oídos, o tapase los orificios de los que salía aquella orquesta horripilante.

Mientras el animal gigante cerraba los ojos, Diana dirigía los suyos a Harry, dedicándole una mirada asesina.

—Podrías al menos tratar de hacer la melodía algo decente, señor niño que vivió —dijo.

El chico, como no pudo decir nada, rodó los ojos como única respuesta.

—Creo que podemos abrir la trampilla —informó Ron, que espiaba por encima del lomo del perro—. ¿Quieres ir delante, Hermione?

—¡No, no quiero! —se apresuró a contestar la chica.

—¿Diana?

—Vé tú, Ronald, se supone que eres de la casa de los valientes —dijo su hermana, haciéndole apretar los dientes, mientras asentía.

—Me lo imaginaba —admitió—. Muy bien.

El pelirrojo anduvo con cuidado sobre las patas del perro. Se inclinó y tiró de la argolla de la trampilla, pero pareció pesar mucho para él.

—Al menos ayúdame a abrirla, Di. 

Diana suspiró, pero se acercó y tiró de la trampilla junto a su mellizo. Juntos, lograron levantarla, y echar un ojo al vacío que les esperaba.

—¿Qué veis? —preguntó Hermione.

—Nada —contestó Ron—. Solo oscuridad.

—No hay forma de bajar —añadió la otra Weasley—. Habrá que dejarse caer. Adelante, Ron —le dio una palmada en la espalda al mencionado, quien miraba a Harry. Al parecer, el de pelo azabache se había comunicado con él por un gesto que ella no llegó a ver.

—¿Quieres ir primero? —preguntó Ron— ¿Estás seguro? No sé cómo de profundo es.

Harry se encogió de hombros.

—Dale la flauta a Hermione —Harry le hizo caso, y Diana agradeció internamente en cuanto Hermione logró formar su propia melodía.

Estaba lejos de ser perfecta, pero era más decente que el desastre de Harry.

Harry se sentó en el borde de la trampilla, y se giró hacia los mellizos.

—Si algo me sucede, no sigáis. Id direct-...

—No seas ridículo, Harry —cortó Diana—. Si algo te pasa seré la primera en largarme de aquí. Ahora tírate, vamos.

Harry le dedicó una sonrisa divertida, pero le hizo caso. Se dejó caer, y Diana juraría que su corazón se paró durante un momento cuando un ruido extraño que indicaba la caída le llegó a los oídos.

❛i. venomous❜ harry potterWhere stories live. Discover now