XXXV.

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harry potter

Aquella noche, Diana se encontró descalza, con su jersey Weasley y unos pantalones de pijama en medio de un pasillo del tercer piso, sin saber cómo había acabado allí. El frío del suelo en contacto con las plantas de sus pies era la mejor sensación que tenía en aquel momento, y aquello era decir algo.

Le costó darse cuenta de dónde estaba al principio, y al no recordar haberse levantado de la cama, Diana asumió  que no lo había hecho y, simplemente, se encontraba en un sueño.

Una sensación extraña la rodeaba, como la expectación de que algo pasase. Si aquel algo era bueno o malo, no lo distinguía. Tendría que ver qué se le ocurría a su subconsciente.

Caminó despacio por el pasillo, tocando la joya en su pulsera en busca de algo reconfortante. Aunque no se molestó en buscarla, supo que no cargaba con su varita, y maldijo por lo bajo. Desde luego, no sería muy útil de cualquier manera, pero al menos le garantizaría seguridad, aunque fuese sin sentido.

Al girar la esquina del pasillo, Diana vio una luz proveniente de una sala que nunca había visto, y que no sabía que existía. Curiosa, se acercó a ella.

Cruzó la puerta, para ver que se trataba de una pequeña habitación con un objeto en el centro, alto y rectangular, cubierto por una tela blanca que lo ocultaba. Diana tardó un poco en darse cuenta de que alguien trataba de quitarla para ver lo que había debajo.

—¿Harry?

La figura se dio la vuelta de inmediato, y suspiró al ver que era tan solo Diana.

—¿Qué haces aquí? —preguntó el chico, invitándola a entrar con un gesto.

La pelirroja le hizo caso, y cerró la puerta tras suya mientras suspiraba.

—No sé.

—¿No sabes por qué estás paseándote por Hogwarts en mitad de la noche?

Diana negó con la cabeza.

—No recuerdo haber salido de la cama.

—¿Y cómo sabías dónde estaba?

—No lo sabía —contestó ella, encogiéndose de hombros—. ¿Qué es? —preguntó ella, señalando el objeto que Harry había estado investigando antes.

—Estaba a punto de averiguarlo —dijo él, acercándose al mencionado—. Ayúdame con esto —pidió, refiriéndose a la tela que les mantenía ignorantes a lo que cubría.

Juntos, tiraron de ella, revelando así de qué se trataba. Era un espejo. Estaba algo sucio, y su borde era de un color dorado precioso. Arriba del todo, tenía una inscripción que decía: Oesed lenoz aro cut edon isara cut se onotse. 

Diana no conocía aquel lenguaje, y estaba  casi segura de que Harry tampoco.

Los dos se acercaron, siendo reflejados por la superficie del espejo. Diana fijó mirada con su otro yo, dándose cuenta, por primera vez, de lo diferente que eran sus ojos con respecto a sus hermanos. Los del resto de Weasleys eran todos azules, pero los de Diana brillaban con un color verde desconocido para su familia.

Estaba tan ocupada notando sus extrañezas con respecto a su familia, que tardó bastante en darse cuenta del fallo en aquella imagen suya. Su jersey (el que llevaba su alter ego en el espejo), ya no era verde y gris, sino que acompañaba al de Harry con unos colores rojos y amarillos brillantes. Levantó su brazo, mirando sus mangas; su color natural continuaba allí.

Volvió su mirada a su reflejo. Le gustaban aquellos colores, le pegaban con su pelo. Sonrió.

De repente, detrás suya, apareció Ron, con su bufanda de Gryffindor alrededor del cuello. Diana sospechó que aquello no era real, y que si se daba la vuelta no vería nada, pero quiso creer que estaba equivocada cuando se le unieron Fred y George, ambos vestidos en sus uniformes de Quidditch. Percy sonreía cuando apareció, cosa que Diana no se esperaba. Bill y Charlie llevaban sus antiguos uniformes de Gryffindor, también. No dijeron nada, tan solo se mantuvieron ahí, mirándola y sonriéndole. Era difícil no devolver el gesto. Pasaron unos segundos antes de que Ron se moviera, quitándose la bufanda con los colores de su casa y colocándola, con especial cuidado, alrededor del cuello de su hermana.

—Esa si es una Weasley —dijo alguien. Diana tardó en darse cuenta de que sus padres también estaban allí, y había sido Arthur Weasley el que había hablado. Diana sonrió de oreja a oreja, pero cuando fue a tocar la bufanda que le rodeaba el cuello, no notó nada.

Miró hacia abajo. Por un momento, se había olvidado, pero los colores de su ropa le recordaron que aquello no era más que una fantasía. ¿O no? Miró al espejo de manera apresurada.

—¿Tú también los ves? —preguntó Harry, pero la reacción de Diana le dio la respuesta— ¿Crees que son mis padres?

Diana se giró hacia él.

—¿De qué hablas? Yo veo a mi familia —murmuró ella, no queriendo entrar en detalles.

Harry suspiró.

—Entonces, ¿no es real? —miró a lo que sea que viese en el espejo con ojos brillantes.

—¿Y si lo es? —Harry frunció el ceño, y Diana trató de explicarse lo mejor posible:— ¿Y si hay una manera de hacer que lo que vemos se haga realidad?

—¿Tú crees?

—Sí. Es decir, no sé, pero podría ser, ¿por qué no?

Diana observó las palabras en el marco superior del espejo con especial atención, antes de repetir en un susurro:

—¿Por qué no?

***

Lo siento por no actualizar, es que tengo muchísimos exámenes y dentro de poco me llega el estudiante de intercambio de Holanda y me vi Shadowhunters y estoy con Malec que no cago JAJAJJ. Anyway, les dejo esto por aquí, no sé cuánto tardaré en actualizar, srry💛

❛i. venomous❜ harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora