Capítulo 8

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— ¿Ramsés?

Julia lo mira, no entiende que es lo que pasa, una especie de sombra blanca la salvó, era una persona, está casi segura, pero al mismo tiempo piensa que es imposible, solo Ramsés y ella estaban en la habitación de fuego. Fuego. Sí, sonríe, recuerda que ese es el elemento que maneja. Sebastián. Los dos manejan el mismo elemento.

—Te ayudaría pero estas alas ya no son tan fuertes.

Julia sonríe. Esa broma le causó bastante gracia y por un momento se va la idea de estar con Sebastián, pero enseguida regresa.

—No te preocupes, no hace falta. —la chica apoya sus manos en el suelo y con poco esfuerzo logra ponerse de pie.

—Vale. —contesta muy serio el búho. Julia no lo nota, Sebastián vuelve a invadir su pensamiento.

—Bueno, ahora creo que es mejor que salgamos.

Julia camina y Ramsés vuela detrás de ella. Pasos pequeños junto aleteos más cortos. Salen de la habitación del fuego, donde Julia por primera vez ha controlado su elemento y por tercera vez en todo el día ha estado en peligro. Un Kraken, rocas que van hacia ella y el fondo de un volcán lleno de lava; a cualquier persona que ella conoce si le contara estas vivencias no le creerían ni un poco, simplemente empezando con lo de un búho que habla. Inverosímil día tiene esa chica de baja estatura. Ah y por si fuera poco su amor platónico está metido en esto.

De nuevo sin que Julia se dé cuenta otra vez perdió la noción de los escalones y llegó al final de ellos. Ramsés abre la puerta y la deja salir primero. Está a punto de anochecer, es un atardecer, un hermoso e impresionante ocaso.

—Mañana tendrás un largo día. Ahora que sabemos tu elemento tenemos que comenzar a ejercerlo, bueno, tenemos que hacer que tú lo hagas.

—No es tan complicado... —Julia sigue mirando por un ventanal en unos de los pisos de la mansión, afuera donde las escaleras llevan al cuarto que parece un volcán—es un hermoso atardecer, es increíble como el brillo del sol puede hacer eso. Algo que nos da tanta vida incluso también nos da mucha alegría y nos saca un suspiro, tímidas sonrisas o en ocasiones tan grandes como nuestro rostro.

Ramsés la escucha muy bien. Es un lindo pensamiento, pero ahora hay que pensar en el elemento. No la interrumpirá pero él no deja de pensar en otros asuntos; y no necesariamente el elemento.

Ramsés no dice nada sobre lo que dijo Julia. La chica lo mira y sonríe, después dulcemente comenta:

—No existen días difíciles, solo atardeceres muy cortos.

Julia pensó que todo esto la haría cambiar para mal, pero ella ha transformado la situación y de una buena manera. Es más positiva, más segura de sí misma, se siente más linda, más atractiva, el sentirse huérfana por la muerte de su mama la hace ser más fuerte, para ella su papá ya no existe y lo más importante es que se siente una luchadora, es lo que necesita para lo que están exigiendo. Dice cosas tan positivas ahora que ya no recuerda a la Julia de antes de esa noche buena. Ni siquiera una semana ha pasado y ella cambió. Parece que esta transición será buena.

—Tienes razón, Julia.

Los dos caminan los largos pasillos y llegan a la sala de estar.

Julia recuerda esa sombra blanca. Tiene que preguntarle al búho si sabe algo.

—Ramsés, hoy mientras caía al volcán o no sé qué era eso algo me... salvó, no sé cómo explicarlo, una sombra blanca pasó, me movió y no me dejó caer.

—No sé de qué me hablas, yo no vi nada. Por tu propia cuenta caíste a salvo. —el búho habla muy rápido y parece estar nervioso.

—Tú sabes que fue, ¿no me dirás?

Aprendiz de ElementosWhere stories live. Discover now