Capítulo 21

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Capítulo 21

Roca sólida; Julia acaricia con las yemas de sus dedos los muros del círculo en el cual está parada. Lentamente los acaricia con la delicadeza de una canción romántica, suave, precisa y lánguida. Con esos toques tan finos Julia se dio cuenta de que era roca sólida, se pregunta si es verdad que están hechas de eso, ¿Quién las construyo? O simplemente si ¿serán reales? Pero se limita a decirle al maestro Mehmud:
—Es un lugar increíble, todo es magnífico y sombrío a la vez. —le dice Julia con una emoción facial notoria.
—Es un lugar que especialmente me encanta, y al ser un lugar tan importante, creo que tal vez el más importante, pues no es común venir aquí, así que es un placer también para mí volverlo a visitar.
—Le tengo una pregunta maestro, se trata de…
—Sí Julia, las paredes son de roca sólida y fueron hechas por aprendices de elementos que dominan el elemento tierra. —la interrumpe el maestro.
No era esa la pregunta, pero sin querer le ha resuelto otra cuestión. Se atrevería a decir que le leyó la mente o tal vez es una pregunta muy casual con la gente que llega a bajar aquí.
—Esa no era mi pregunta, maestro, aunque también tenía esa duda.
—Oh, lo siento, entonces dime ¿cuál es tu pregunta?
—¿A que me trajo aquí? —le pregunta la chica.
—Esa es una pregunta sencilla, vine a enseñarte varias cosas y a explicarte otras, resolver esas grandes interrogantes, eres la elegida, debes de saber todo.
—Ya entiendo, entonces ¿yo solo me callare y escucho?
—Va de algo así, cualquier duda que tengas puedes preguntar.
—Vale. —contesta Julia con una sonrisa en la boca.
—Bueno, para empezar, esta habitación “el despacho” —Mehmud hace énfasis a mencionar “el despacho”— es solo una habitación portal, la más importante en toda la mansión de los elementos, ya que en ella se esconden varias cosas, las cuales te las enseñaré en estos cinco pasillos, cada uno de ellos alberga al fondo algo muy esencial e importante para los aprendices de elementos. La manera en la que entramos aquí es de la única manera que se puede transportar a este lugar secreto, ya conoces el modo, es mirando fijamente el cuadro de tu elemento correspondiente, solo los verdaderos aprendices pueden hacerlo y claro los maestros; en eso es lo que se basa una habitación portal.
Okay, eso me ha quedado muy claro. —dice Julia con mucha sinceridad.
—Entonces podemos ir ya hacia el primer pasillo. —expresó Mehmud comenzando a caminar al pasillo que estaba a la izquierda de Julia.
—¿He iremos así con el pasillo todo oscuro y lúgubre?
La chica comienza a caminar también hacia el pasillo y ya los dos enfrente de aquel tenebroso pasaje le indica Mehmud:
—Da un paso dentro del pasillo.
La chica sin rezongar le hace caso al maestro Mehmud y da un paso dentro del pasillo, se prenden todas las luces de aquel pasaje, una a una se van prendiendo hasta el fondo de aquel lugar y ya hasta el fondo logra divisar dos espadas, parecen ser espadas gemelas, como del tipo que usaban los samuráis del siglo XVIII.
Las luces del pasillo terminan de encenderse y las luces del círculo donde estaban siguen estando prendidas, el lugar ya no se ve tan negro como antes. Mehmud entra al pasillo junto con Julia y los dos comienzan a caminar hacia aquellas míticas espadas.
—¿Qué son esas espadas? —pregunta la chica mientras caminan hacia el fondo del primer pasillo de los cinco que hay en el origen de los elementos.
Es un muy largo pasillo, apenas se pueden distinguir aquellas armas samuráis.
—¿Qué son? Son tuyas. —comenta Mehmud muy sereno.
—¡¿Mías?! —pregunta Julia con sorpresa y desconcierto.
—Sí, tuyas.
Julia esta que no se lo cree, esas cosas se ven muy conservadas pero muy antiguas y no puede entender lo que ha dicho Mehmud. ¿Por qué serian suyas?
—Yo ni siquiera sé cómo usar una espada. —expresa la chica más calmada y razonando crecidamente.
—Cuando vayamos a la aldea de la tierra ahí te enseñaran.
—Está bien, aunque me da un poco de miedo manejar algo con tanto filo.
—Ya verás que te servirá, además no por nada en “La piedra de la elegida” dice que las usaras para vencer al mal.
—¿Piedra de la elegida?
Cada vez están más cerca de aquellas espadas, ya falta poco y Julia comienza a notar su ansiedad por verlas más de cerca, sí que es un largo pasillo. No van a un paso rápido, pero tampoco a uno lento, es uno considerable.
—Creo que debo de dejar de mencionarte cosas que aún no conoces, mejor me callaré, más tarde tu misma verás con tus ojos la respuesta.
«Ni modo que con los pies» piensa Julia divertida pero no lo dice, se le escapa una sonrisa.
—Bueno, apuremos el paso que quiero ver esas espadas. —indica Julia.
—Ya está.
Apresuran un poco el paso y en menos de un minuto en silencio ya están enfrente de aquellas preciosas espadas gemelas. Vaya que sí parecen artículos samuráis.
El pasillo sí que era largo, incluso les alcanzo el tiempo para aquella pequeña plática, y aún faltan otras cuatro pláticas en cuatro largos pasillos.
—Son preciosas. —dice la chica y sus ojos brillan al verlas.
Son dos espadas gemelas, las empuñaduras son oscuras, en un gris casi blanco se ve el símbolo de los aprendices de elementos, las hojas de las espadas son finísimas, Julia piensa que esa hojas tan afiladas son capaces hasta de cortar una hoja de papel de una manera perfecta. Incluso verlas hace que se te corte la respiración, es una sensación única, su filo corta hasta la mirada más resistente. Puntiagudas y a su costado derecho descansa un estuche para las dos espadas, el estuche es negro y del estuche sale un cordón para colgártelo por la espalda.
—Tómalas.
—¿Solo así? ¿Nada de rituales, ni unas palabras, solo tomarlas?
—Solo los aprendices de elementos podemos tocarlas y solo tú puedes dominarlas y usarlas de una manera perfecta, bueno al menos eso dice el la piedra de la elegida.
Julia estira sus manos hacia las espadas, están en una especie de estante recargado en la pared, donde las espadas y el estuche descansan dentro, ella parece atravesar con sus manos el estante y las toma. Siente una especie de poder interno y comienza a sentirse familiarizada con las espadas, como si ellas y Julia hubieran estado una eternidad juntas, esto más que conocerse pareciera un reencuentro.
Ese pequeño cuadro al final del largo pasillo también es de roca sólida y el pasaje a ese lugar también es de la misma materia prima que domina ese lugar. Las luces del circulo donde estaban, del pasillo y de ese cuadro parecieran ser luz natural pero son luz hecha por lámparas. Tantas virtudes para ese sitio, es magnífico y a Julia le sigue impresionando… pero no más que sus nuevas espadas.
—¡Me encantan! Ya quiero aprender a manejarlas, son perfectas y siento como si ya las hubiera tocado antes. —Julia se nota claramente entusiasmada y contenta.
—Y aprenderás a usarlas —hace una pequeña pausa Mehmud—, guárdalas en su estuche y colócatelas en la espalda, tenemos que seguir viendo los demás pasillos.
La chica no dice nada y acto seguido toma el estuche, coloca las dos espadas en él y se las cuelga en la espalda. Se siente como toda una guerra, se dice a si misma que es una samurái y fantasea imaginando que corta uno de esos Bosheits por la mitad, pero sobre todo se siente muy sexy con esas espadas tendidas en la espalda, siente como el cordón del estuche parte sus dos pequeños pechos por la mitad.
Comienza a caminar por el largo pasillo, ahora van de regreso a aquel círculo.
—Son “Las espadas de Abath”. —dice el maestro Mehmud ya casi al terminar el pasillo. En todo el largo pasadizo iban en silencio.
—¿Las espadas de Abath? —pregunta la chica pensando que todos estos artefactos tienen historias increíbles.
Cruzan la línea final del pasillo y todas las luces detrás de ellos se apagan y hacen que ese pasaje vuelva a ser oscuridad total, al final de él ya no están esas míticas espadas, solo quedo aquel estante… vacío.
De nuevo están en el círculo donde comenzaron.
—Después te contare la historia de Abath, lo haré al terminar de mostrarte todos los pasillos, te doy un adelanto: Abath fue el primer Aprendiz de Elementos.
Suena muy interesante para Julia y ahora tiene esa inquietud de escuchar la historia del primer aprendiz de elementos, solo tiene que ver otros cuatro pasillos y al final escuchará esa historia que promete tener todo, acción y ser muy épica.
—Tratare de ser paciente y aguantarme las ganas para oír esa leyenda real, sé que será una historia increíble.
—Créeme que te encantara, Julia —asegura Mehmud y continúa—. Creo que lo más lógico ahora es ir hacia La piedra de la elegida, ¿te parece? —termina el maestro.
—Claro, vamos, maestro Mehmud. —contesta la chica.
—Vale.
Mehmud señala un pasillo y los dos comienzan a caminar hacia allá, es el pasillo que está en el otro extremo, al lado contrario de donde se encontraban las espadas.
Rápidamente ya están frente al pasillo, gracias a que es un círculo no muy grande, y se repite la temática del otro pasadizo. Julia da un paso y todas las luces se encienden una por una hasta el fondo del pasillo, donde divisa una especie de tablilla, parecen jeroglíficos del antiguo Egipto.
—Ya no sé si somos unos samuráis o somos unas momias. —expresa Julia con una sonrisa divertida al ver a lo lejos la tablilla.
—Podemos ser la cultura que queramos, Julia, el mundo es inmenso y eso nos vuelve inmensos a nosotros. —la mira Mehmud con una sonrisa.
—Somos inmensos —Mehmud y Julia asienten con la cabeza—. Bueno, vayamos a ver las escrituras de Cleopatra o Tutankamón.
Los dos ríen mientras comienza a caminar hacia la tablilla. Después de las risas solo inunda un cómodo y tranquilo silencio hasta que llegan al final de ese túnel al pequeño cuadro donde se encuentra La piedra de la elegida.
La tablilla descansa en otro estante como el de las espadas, también pareciera como si un vidrio la cubriera y Julia piensa en que de seguro también solo los aprendices pueden tocarla y pasar esa cubierta.
La materia prima de todo ese nuevo lugar visto por los ojos de Julia también es roca sólida.
—No está completa, lo sé, pero aun así es una pieza invaluable para todo el clan.
Julia no había notado que en la parte baja en la derecha de la tabla hacía falta un pedazo, la piedra es tan glorifica que no había notado ese minúsculo pero importante detalle, ya que allí se encuentra el final de la Leyenda de la elegida, su leyenda.
—No lo había notado, es muy rara, no había visto ese detalle.
—Ahí está escrito lo que va a pasar en tu estancia aquí en los aprendices de elementos, el problema es que el pedazo que falta es el final, así que no sabemos que es lo que pasará. Ahí está escrita tu propia leyenda.
—No sé si quiero saber lo que dice. —menciona la chica un poco asustada por miedo a saber si vienen cosas malas. Su cara refleja ese miedo perturbante.
—No dice exactamente lo que va a pasar, solo son especies de profecías indirectas, son extrañas.
—Creo que sería bueno escuchar que es lo que dice.
—¿Estas segura?
—Estoy segura, Mehmud. —nunca lo había llamado solamente Mehmud; seriedad en el rostro de la chica, Mehmud echar de ver que es verdad que lo quiere escuchar.
La piedra se nota un poco café, como si fuera muy vieja y vaya que lo es, lo que está escrito en ella es un idioma antiguo que los aprendices le llaman el “Plaflio”. Todo lo escrito relacionado a ellos está escrito en ese idioma y eso hace que los arqueólogos o gente que encuentre cosas referentes a ellos no sepa nada sobre su existencia y tengan que culpar de este dialecto raro a otras civilizaciones antiguas o incluso a extraterrestres. En la actualidad muy pocos aprendices lo saben leer, escribir, hablar y entender, uno de ellos es el maestro Mehmud, por suerte. La escritura es bastante difícil y se basaba en símbolos extraños.
—Comienzo —Mehmud hace una pausa y sin mover la tabla de su lugar de reposo comienza a leerle a Julia que está a su costado izquierdo—: «La piedra de la elegida. Vida difícil y complicada, encontrarla una noche de paz y noche de amor. Ella será la elegida, esa noche su vida se complicara y se solucionara a la vez, se convertirá en una aprendiz. El amor confuso. Rodeada de gente, buena y mala. Elementos, son elementos. Fuerza, pero más que nada un noble corazón. Cuidado que esa arma tiene dos filos. Perder la vida, su vida la pierde —sabe que esa parte se refiere a su mamá y no puede aguantarse y comienza a llorar, Mehmud está a punto de pararse pero ella le indica que continúe—, pierde, pero no pierde la nobleza. Más gente y más y más y más. Muertes, vidas destruidas, guerras, peleas, momentos decisivos, ¿destrucción total? Perder el amor, falsedad, traición. Cosas buenas, amor total, armonía completa, nuevas vidas, bondad, serenidad, celebración, tranquilidad. Paz. El final será…» —Mehmud se queda en silencio porque ahí es donde termina la tabla, ve a Julia llorando—. Ahí es donde termina “La piedra de la Elegida”.
—¿Si ya lo sabias porque no me dijiste que mi madre iba a morir? —le dice Julia entre lágrimas y sollozos.
—Julia, ¿no has escuchado lo que dije? Yo no sabía que tu madre moriría, escucha lo que dice la tabla, nadie sabía lo de tu mamá, no sabíamos que eso era a lo que se refería la piedra.
—¡Sí, tenía que sacrificar la vida de mi mamá para ser un aprendiz no quiero serlo, no quiero cumplir una leyenda estúpida! —grita histérica.
Julia comienza a recordar todos los momentos con su madre y eso le duele, le rabia muchísimo, son flashes de su vida, pasan como relámpagos por su mente, sabe que no era una madre ejemplar pero siempre será su madre.
—No sacrificaste nada, esto ya estaba escrito… es tu destino. —Mehmud comienza a elevar el tono de su voz.
—¡No quería ese destino para mi madre!
Julia le da la espalda a la tabla y ha Mehmud y comienza a correr por el pasillo como un corcel sin dueño, quiere llegar al círculo y salir de ese lugar. Pensar en su madre aún le hace daño y está llorando como nunca, se acaba de convertir en una niña de seis años pidiendo a gritos a su madre, ese comportamiento le quita diez años, pero no le quita ese dolor en el pecho.
—¡Julia! —el maestro le grita y comienza a correr detrás de ella.
Corren por el largo pasillo hasta que Julia llega al círculo y justo en el centro se tumba de rodillas a seguir llorando y lamentándose por la muerte de su madre. Es una escena bastante lastimosa y difícil de digerir.
Mehmud sale del recoveco, toma aire y se repite de nuevo el acto de que todas las luces comienzan a apagarse, y dejan detrás a la culpable de que Julia solloce: “La piedra de la elegida”.
El maestro se acerca lentamente a una Julia que llora inconsolablemente. Lentamente se acerca y antes de que Julia le diga que se aleje y se valla él la abraza.
Un abrazo que pareciera de un padre y una hija, ella ya no se resiste y también lo abraza, apreciando un agradable olor y esa barba abundante del maestro Mehmud. Julia piensa que este hombre ha estado más en los momentos malos que su padre mismo.
—¿Por qué? —le pregunta Julia a Mehmud aun sollozando y mirándolo a los ojos pero sin dejar de abrazarlo.
—No lo sé, Julia, pero yo sé que sea donde este tu mamá ella está orgullosa de ti por lo que estás haciendo —hace una toma de aire, la mira directo a los ojos verdes militar de la chica y perpetua—. Recuerda que… Somos inmensos.
Julia comienza a calmarse con las palabras del maestro Mehmud, toma aire y se tranquiliza poco a poco.
Aún faltan tres pasillos.

Aprendiz de ElementosWhere stories live. Discover now