Capítulo 24

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Capítulo 24

—Es una historia increíble —sentencia Julia—, pero quiero saber más, ¿cómo fue la pelea entre Abath y Abaddon, esa que fue años después? ¿Cómo fue que le quito el oscuro elemento y por qué ahora está aquí en el origen de los elementos? ¡Cuéntame más!
—Calma, Julia, poco a poco, en este momento te contaré las cosas en un pequeño resumen, tú sólo pregunta más lentamente.
Siguen en el círculo de los pasillos, es un hermoso término y ambientado con las luces que salen de algún lugar de ese magnífico sitio, eso lo hace ver aún más intrigante y misterioso. Toda la historia se la ha contado en el sitio donde ahora están parados, no se han cansado de estar de pie ya que la leyenda de Abath los ha hecho volar en el tiempo al principio del clan. A Julia le ha encantado aquella historia y por eso es que exige saber más.
—Está bien… ¡Otra pregunta! ¿El Discipulum? No está en la historia, ¿cómo entra?
—Seré contrapuesto y te contestaré primeramente tu última pregunta —mira a la chica a sus ojos—. Su historia es un poco más corta que la que te acabo de contar; después de que comenzaron los genocidios como ya te narré, varios aprendices fueron a pedir asilo en Nagarkot, ahí fue donde un día las personas escuchaban un sonido del lugar llamado por Abath como “el origen”, mencionaron que era como si algo se estuviera tragando la tierra, algunas personas llegaron a mencionar que así fue pero sinceramente no se tiene registrado y no se sabe a ciencia cierta cómo fue este acontecimiento. Bueno, el caso es que la gente llego al lugar, algunos observaron la tierra abrirse y que el Discipulum emergía de ahí, las voces sonaban diciendo que había sido mandando por Abath para ayudarlos, que él desde el Tabaré seguía auxiliando a lo que el comenzó, jamás dejaría atrás lo que en vida hizo, su prioridad éramos su pueblo y aún muerto siguió siendo su más grande prioridad. El aparato fue llevado cerca de donde estaba la zona de guerra y esto calmó muchísimo las cosas, fue una gran ayuda, sirvió de camuflaje y nos permitió dejar esta guerra y dispersarnos, después de mucho y entrando a la historia de esta mansión se consideró este lugar como el nuevo origen por estar lejos de grandes ciudades, ser un lugar más distanciado y difícil de encontrar, algo discreto, por eso llamamos este lugar “El origen de los elementos”, los cinco artefactos que hay aquí son esenciales para nuestro origen. Este aparato —señala el Discipulum— fue la salvación de los aprendices de elementos de la época medieval, algunos no volvieron a tener su don y otros dones estuvieron en manos equivocadas, pero ahora esperemos que ya no sea así, los aprendices debemos estar más unidos que nunca por la guerra ancestral que se acerca.
Cada cosa que menciona el maestro Mehmud hace que a Julia se le enchine la piel de imaginar haber sido un aprendiz en esa época. ¿Cómo era ser perseguido hasta la muerte simplemente por tener un don que tú no deseaste o no pediste tener?
—Siento mucho por la gente que tuvo que soportar eso. —dice la chica con un rostro entristecido.
—Sé que así es Julia, tienes un corazón muy sincero y puro, se nota en tu personalidad, a veces es un poco tímida.
Las mejillas de Julia comienzan a arder, está colorada.
La chica se ha vuelto un poco más segura de sí misma pero aún se nota sus pequeños toques de cortedad.
—Lo sé, maestro, me han hecho sentirme más segura de mi persona. —exclama Julia con la cabeza inclinada hacia el piso pero mirando al maestro.
—Y eso me agrada, Julia —el maestro sonríe—. Y volviendo al tema, es todo lo que te puedo contar sobre ese artefacto porque es lo único que conozco, lo único que se sabe, ¿qué es lo que quieres preguntarme ahora?
—Vale. ¿La batalla?
—Tú dime.
—Sí, cuéntame sobre esa batalla.
Mehmud sonríe al notar como desaparece brevemente la expresión de sufrimiento ajeno en el rostro de Julia y aparece la emoción de una niña de 9 años en navidad. La historia de esta fantástica leyenda de los aprendices le causa una intriga colosal, las guerras parecen ser su fuerte, por ahora, y al menos si son contadas como un cuento.
—Fue una épica beligerancia por parte de ambos bandos, como ya te había mencionado Abaddon tuvo el efecto sorpresa, pero Abath tenía algo mejor… el efecto sorprendido —la chica hace una mueca demostrando que no ha entendido esa expresión—. Lo sé, no lo entiendes muy bien, te lo explico: Abaddon creía que nuestro héroe no sabía que el atacaría años después, pero lo sabía muy bien y ese ataque lo espero por cada uno de todos los días de cada año, trecientos sesenta y cinco días esperando año por año hasta que llego el día en que el Bosheit más grande de todos embistió con toda su furia, no lo hizo con un ejército, no asesino a la mujer de Abath, no arremetió de frente, lo atacó por la espalda, cuando nadie estaba cerca, lo hizo en una cueva cerca de “el pueblo de las nubes”, Abath sacaba un poco de semillas para la cosecha ya que ahí estaban las raíces, sacaba los frutos, por arte de magia sintió su presencia y logro esquivar el golpe que le lanzó, fue la primera vez que se miraron cuando Abath se volteó rápidamente, y la gente narra que es la única vez que el mal y el bien han estado tan cerca, fue como si los cuatro elementos sintieran la contemplación del oscuro elemento llena de aborrecimiento y odio puro.
—¿Pero porque no lo atacó con su ejército? Atacar el pueblo, para Abaddon hubiera sido muy fácil, los aprendices aún no eran demasiados ¿verdad?
—Eso no se sabe, Julia, se cree que fue una década después del primer encuentro con las sombras, así que sería apenas al comienzo, reposaría lo mismo que la primera vez solo que no creo que Abath hubiera podido con el ejército.
—Entonces sí, no saben porque no atacó con todo para terminarlo antes de que nos expandiéramos.
—Ahí si estas en un error, si sabemos porque no lo hizo.
—¿Por qué? —pregunta la chica estando fuera de su razonamiento.
—Orgullo demencial, demoníaco, Abaddon quería vencerlo por sí solo, además él no quiere destruirnos a toda costa, quiere destruirnos en su momento. Abaddon siempre ha sabido de esta guerra que se acerca, es por eso que en ese momento él quería una batalla entre ellos solos, demostrarles a los demás que él era superior a Abath, afortunadamente estaba en un error y le salió el tiro por la culata, la batalla fue grandiosa, estuvo a veces del lado del bien y a veces del mal pero para su desgracia el ganador siempre estuvo designado. En pocas palabras y sin dar más revoltijos lo que no permitió que destruyera al clan fue su orgullo que es algo raro en un demonio ya que ellos son tramposos por naturaleza, pero su orgullo puedo más que eso y así es como se convirtió en su peor debilidad, ese orgullo le costó perder “el oscuro elemento”.
—¿Y cómo lo perdió?
—La confrontación entre ellos dos fue muy pareja, pero Abath estaba peleando con el corazón, algo de lo que carecen los Bosheits, después de ataques con los elementos y al estar los dos muy cansados cuentan que Abath le golpeó el pecho y al hacer eso la bola emergió del estómago de Abaddon, como si fuera su núcleo, esa repugnante esfera. La recogió con una de sus espadas que tiradas en el suelo esperaban su agarre, mientras Abaddon se arrodillaba y se recorría hacia atrás lentamente casi al borde del abismo, como una santígüela arrastrándose, Abath tomó el elemento y se unió al el como si fuera uno más, el quinto. Sus manos lo absorbieron como con la “esfera elemental”. Y finalmente ya con la espada en mano, la volteo y sintiendo el filo en sus privanzas, con la empuñadura de la espada simplemente lo empujó al vacío para escuchar un grito largo pero con conocimiento del final del mismo. Abaddon no está muerto, está de regreso en su hogar. De vuelta al Capraz.
«Desearía saberlo con lujo de detalles» pensaba Julia cuando el maestro Mehmud termino de parlamentar.
—¿Y cómo fue que expulsó el oscuro elemento?
—De la misma manera en que emanaba la esfera elemental, solamente que la sacó y la expulsó a un cofre y tiempo después llego aquí al origen de elementos a resguardarse, los cinco objetos que hay aquí son muy importantes, así que siéntete significativa por tener esas espadas en la espalda.
—Créame que me siento así, maestro, sé que son fundamentales estas espadas, y me siento afortunada y orgullosa de portarlas.
—Aún falta una cosa que contarte, nunca te lo explique totalmente, fue lo primero que te conté el día que te desmayaste cuando viste a Ramsés por primera vez. —dice Mehmud.
—¿De qué habla maestro? —pregunta Julia.
Le ha hecho recordar cuando conoció a ese búho tan simpático, al ver que hablaba se desmayó, ese recuerdo la hace sonreír, le cuesta creer como es que ahora se llevan tan amistosamente, el destino tal vez.
—¿Recuerdas cuando te mencione algo sobre los “mantis”?
—Oh, es eso. Recuerdo un poco, no mucho maestro, además de que usted no menciono mucho sobre el tema, era algo así como que eran los que escogían a los aprendices, las almas que recolectarían.
—Exacto, tienes las bases, solo te falta el conocimiento un poco más a fondo —Mehmud hace una pausa y continua—. Todo se trata de los “mantis” que son almas que siguen aquí en la tierra, no pudieron llegar al Tabaré o al Capraz, porque como en todo hay algo bueno y algo malo, muchos Bosheits eran almas que recolectaron esos demonios y las volvieron de su bando, otras se fueron por el buen camino y se convirtieron en “mantis”, llegaron a nosotros. Solo las personas del clan y esos espectros podemos verlos. Son personas normales físicamente pero siempre traen una bata blanca en el caso de ser parte de nosotros y si son parte de los Bosheits tienen una bata igual de negra que la noche.
—El mundo en el que vivimos tiene tantas cosas que yo no conocía.
—Con el tiempo descubrirás más cosas. —le dice seriamente el maestro Mehmud.
—Sería interesante conocer a quien selló mi destino. —comenta Julia con una cara expresivamente entusiasmada.
—Y lo harás, en una de las aldeas a las que iremos cercas de ahí hay varios “mantis” residiendo, entre ellos el que selló tu destino, tendrás el privilegio de conocerla. —expresa con un tono seguro.
Julia no puede creerlo, esto le causa una gran ilusión, quiere que le cuente como es que sellaron su destino, como fue verla de pequeña, enterarse de que ella era la elegida ha de haber sido algo muy importante para aquel “mantis”. La felicidad se nota en sus ojos que brillan como rayos de sol y siente la necesidad de saber con lujo de detalles. Sabe que la gente nace con el don de manejar el elemento, pero estas personas son las encargadas de darles o verificar su destino, es algo increíble para Julia el universo que está observando a su alrededor, descubrir cosas de este calibre le causan que se sienta grande e importante, algo de lo que ella antes carecía.
—Sera un honor… —Julia no puede ocultar esa sonrisa espaciosa que tiene en su rostro.
El maestro también sonríe al verla, no es una sonrisa como la de Julia pero es un gesto que logra verse a través de esa abundante barba.
—Ya es momento de irnos, elegida.
Julia siente un cosquilleo nervioso cuando la llaman de esa forma, siente como si la sangre en su cuerpo se acelerara y abrigara una corona en su sien.
—Vamos, maestro. —dice la chica.
—Mira nuevamente los cuadros —señala hacia la pared que esta frente a ellos—. Míralos fijamente como lo has hecho antes de que entráramos.
Julia mira hacia arriba y nuevamente ve los cuadros. Es como si de la nada hubieran aparecido, cuando ingresaron no los vio, ¿una especie de ilusión?
—Es como si aparecieran de la nada. —dice la chica en voz baja.
—Cuando necesitas algo siempre estará ahí para ti, necesitamos los cuadros y es por eso que apenas los ves.
El maestro Mehmud tiene un muy buen oído porque apenas ha sido perceptible lo que dice y él ha escuchado perfectamente.
Julia mira directamente cada uno de los cuatro cuadros, de nuevo comienza a observar esos movimientos pesados y lentos, los mira más fijo, como si su vista tuviera acercamiento. La sensación de estar a punto de aparecer en otro lado comienza a ser más fuerte en el interior de la elegida… un destello que llega como un relámpago y los hace cerrar los ojos instintivamente.
Abren los ojos y nuevamente están en el despacho, esa habitación llena de libreros. Levanta la vista y los cuadros están presentes, solamente que quietos, no tienen movimiento alguno. El lugar sigue como cuando se transportaron, no hay nada nebuloso todo esta exactamente igual.
El golpe del destello se ha dispersado de su vista.
—Ya puedes irte, Julia. Diles a los demás que en un rato cenaremos.
—¿Cenar? —se pregunta a si misma si ya es de noche.
—Hemos estado un buen tiempo en los pasillos, el período no corre diferente pero el tiempo pasó rápido por el hecho de estar ocupados.
—Lo entiendo, maestro.
—Me quedare aquí, más tarde los veré, no se alejen de la mansión. —el maestro se sienta ligeramente cerca de la mesa, se recarga un poco.
—Está bien, yo les diré.
Le señala la puerta y le sonríe, ella mira de reojo los cuadros y da vuelta al pomo de la puerta, la abre y sale de la habitación pensando en que ha sido una experiencia magnifica, antes de salir el maestro Mehmud le pide que deje las espadas dentro de su armario, que vaya a guardarlas. Cierra la portilla y escucha el sonido que hacen las puertas al atrancar, está mirando al suelo. La chica piensa en que se había olvidado de la presencia de las espadas en su espalda, rápido se ha acostumbrado, serán de gran ayuda y espera aprender pronto a usarlas; la tira que cruza sus pechos comienza a calarle al recordar que las trae, se la acomoda un poco y mira a su lado izquierdo para ver al búho frente a ella volando, Ramsés se acerca y ya de frente los dos se sonríen.
—Hola, Julia. —le dice Ramsés con la típica cara de un tonto enamorado.

Aprendiz de ElementosWhere stories live. Discover now