Capítulo 14

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La carretera estaba muy sola, desierta, desolada, pocos carros, un cielo semi-oscuro, nublado sería el término correcto aunque no lloverá, era parecido a un escenario después de un apocalipsis zombie o una situación así.

Todos durmieron en el Sabre GT, claro, excepto el conductor que en este caso es Sebastián, caían uno a uno, la última persona en rendirse ante Morfeo el dios del sueño fue el maestro Mehmud. Se veía gracioso mientras babeaba. Ramsés todo el tiempo con los ojos cerrados, solo él sabe si en serio estaba durmiendo, los gemelos abrazados mientras dormitan y por último en el asiento delantero del auto las dos chicas, Mavis y Julia. Julia encima de Mavis, casi a mitad del camino cambiaron de lugar y ahora le tocaba a Mavis entumir sus piernas por el peso de Julia, ya era su turno sentir esa experiencia de hormigueo, es gracioso que apenas se conocen y ya tienen que dormir juntas, bueno, eso fue cosa del destino, pero lo que sí tuvieron que hacer fue sentarse una en las piernas de la otra. No se llevan nada bien. Sebastián ha notado un poco eso en las chicas, tratará de arreglar esa relación y que se lleven mejor, eso sería muy bueno ya que desde hoy van a vivir juntas, Sebastián no quiere imaginar que peleen bajo el mismo techo, son buenas chicas, las observa y después esboza una pequeña sonrisa.

Posteriormente de ese largo recorrido llegan por fin a la entrada de la mansión de los elementos, la gran puerta los espera, no como la de un templo, pero sí muy grande. Sebastián para asegurarse de que todos despierten totalmente toca el claxon por unos segundos, de inmediato todos brincan asustados por el ruido.

— ¡Joder! —dice el maestro Mehmud saltando y golpeándose la cabeza en el techo del automóvil.

— ¿Pero qué mier...? —al mismo tiempo los gemelos se levantan y chocan sus cabezas.

Las chicas se sobresaltan y las dos se golpean en la ventana del auto. Ramsés abre los ojos como platos y agarra fuerte con sus patas con largas uñas donde está parado.

—Llegamos. —Sebastián pronuncia las palabras que todos querían oír. La única diferencia era que querían que los despertaran de una manera agradable.

Todos lo observan con algo de enojo, se soban la cabeza menos Ramsés que fue el único que no se golpeó, el maestro Mehmud también se limpia alrededor de la boca la baba que se le ha salido, él sí que estaba descansando. Sebastián solo se ríe al ver como todos sus pasajeros se acarician la cabeza con sus manos, las caras reflejan molestia, incluso las de Mavis y Julia. Ellas dos son las primeras en abrir la puerta del automóvil y salir, se estiran porque sus músculos se han entumido, el hormigueo no es algo agradable.

Sebastián sigue sonriendo, eso sí que fue entretenido para él. Sale del auto y abre las puertas de atrás. Los gemelos son los siguientes en salir y por la otra puerta el maestro Mehmud, Ramsés también evacua el auto y se posa encima del mismo. Todos están estirándose, incluso el búho que extiende sus alas lo más grande que puede.

—No me miren así, era la única manera de despertarlos. —dijo el chico mientras todos lo observan con rostros disgustados.

—Pero hay otras maneras. —Julia lo mira directo a los ojos.

—Como con un beso. —dice Mavis pícara.

Sebastián se limita a sonreír. Julia la mira y después le voltea la cara, no puede creer lo que ha escuchado, «es una zorra» piensa. Parece ser que a la chica si le gusta Sebastián como ella pensaba y tal vez Mavis también sabe que a Julia le gusta el chico.

—Perra. —dice entre dientes Julia.

— ¿Disculpa? —le pregunta con sorpresa Mavis.

—Espera, le decía al maestro Mehmud. —le sonríe hipócritamente.

Aprendiz de ElementosWhere stories live. Discover now