kapitel elf. (11)

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(Perdón por la tardanza:( 

Estaba ocupada llorando porque me quitaron las muelas del juicio.  Les amo, gracias por esperarrrrr, y admiren lo hermoso que es Milen. <3)


011.

Llegamos al aeropuerto con quince minutos de anticipación. Mi hermano y su mujer ya nos esperaban en la sala de arribo internacional. Él me recibió con un fuerte abrazo al igual que Hanne.

Milen llevaba cargando nuestro equipaje y aun así saludó a ambos con un amable apretón de manos. Pude notar que Hanne no podía negar lo maravilloso que era tener la sola presencia de Milen frente a ella. Y la entendía a la perfección.

Deine mutter está ansiosa por verte... Y por conocerlo —Hanne le echó una mirada discreta sin que su esposo ni Milen se dieran cuenta. Ella me tomó del brazo y tomamos la delantera comenzando a caminar antes que los hombres.

—Sí, yo no creo que le haga mucha gracia que esté saliendo con un hombre y que no estemos comprometidos —farfullé. Hanne soltó una risita—. Tú obtuviste su cariño muy rápido.

—Supongo que tuve suerte —se encogió de hombros, haciéndome sonreír. En efecto, ella había tenido mucha suerte. Mi madre no era precisamente la mujer que querrías tener como suegra.

Lenz nos indicó que debíamos tomar un taxi para llegar a la Estación Central de Berlín, el cual se haría una media hora para llegar.

Y todavía nos faltaba recorrer en tren unas cinco horas para, por fin, estar en Düsseldorf, así que todavía tenía tiempo para pensar y pensar en cómo le daría esa noticia a mi familia.

Milen y yo habíamos tomado asiento en la parte trasera de la camioneta que nos llevaba a la estación, mientras que Lenz y Hanne dormitaban en la parte delantera, pues en Alemania eran casi las seis de la mañana. Para nosotros apenas eran las nueve de la noche.

Él alcanzó mi mano, la afianzó y se llevó mis dedos a los labios para besarlos.

—Te ves muy nerviosa —me dijo. Su mirada denotaba preocupación. Realmente parecía preocupado por mí—. ¿Estás bien?

—No... No lo sé.

—Debes tranquilizarte. Tu estrés les hará daño —habló en voz baja, casi sobre mi oído para que nadie escuchara—. Cariño, todo saldrá bien.

No dije nada sobre el enorme elefante que había aparecido en el taxi en el momento que él decidió llamarme cariño. Opté por tratar de relajarme; sabía que estresarme tan inminentemente no me ocasionaría nada bueno, además de que debía encontrar las fuerzas necesarias para enfrentar lo que me esperaba en Düsseldorf.

Cuando llegamos a la estación, Lenz nos pidió que esperáramos mientras él y Milen iban a comprar los pasajes de abordar. Hanne y yo nos quedamos en la sala de espera, calladas, viendo cómo comenzaba a salir el sol detrás de los trenes esperando para partir.

—Tengo algo que decirte —le murmuré. Me escuchó con claridad, y volteó a verme con el rostro sereno.

—Presiento que es muy importante.

—Lo es.

—Adelante —suspiró y se acercó un poco más para romper la distancia entre nosotros—. Dime, Vreni.

Estoy segura, aun, de que no tardé ni diez segundos en procesar mi respuesta. Iba a decírselo porque, después de todo, esa mujer tenía el corazón de mi hermano y, pronto, toda mi confianza en sus manos.

Lo que harías por nosotros ©Where stories live. Discover now