No quiero estar en ningún otro lado que no sea donde tú estás
Era San Valentín y él se encontraba en aquella oficina tapado de trabajo hasta la cabeza y más. Sus ojos miraban de un lado a otro el escritorio lleno de papeles y la hora para su próxima junta; se preguntaba en voz baja por qué ésta fecha no era tomada como un feriado, ¿por qué tuvo que ir a trabajar? Y más encima ¿por qué le había tocado un día tan pesado como ese?
Suspiró negando con su cabeza, se sentía solo y devastado, su cuerpo parecía sufrir un ligero temblor y en su mente se dibujaba aquella mirada dolida y triste de su pareja.
Jongup siempre había sido muy comprensivo, de hecho lo había sido también en éste momento, pero él no pudo evitar darse cuenta de que aquella mirada llevaba dolor encima, seguramente había planeado una velada romántica con él, una cena a la luz de las velas, o quizás en las afueras bajo la luz de la luna; un paseo por la playa tomados de la mano o quizás una simple película sentados en el sofá, disfrutando de la compañía de ambos.
Pero eso había perdido sentido cuando le dijo que trabajaría hasta tarde, tenía una junta importante, y su secretaria le había tapado de papeles.
Cerró los ojos sintiendo como su corazón parecía opacarse, ¿acaso así pasaría San Valentín realmente?
Ni cuenta se dio cuando el reloj pasó sus horas, ni cuenta se dio cuando ya la reunión estaba frente a sus ojos y ni cuenta se dio cuando ya había entrado en ella.
Se levantó para exponer sus ideas, la mirada de los hombres frente a él parecía inspeccionarle, se encogió de hombros sin saber por qué, se sentía perdido, mareado y nada de lo que estaba diciendo cobraba sentido para él, porque lo extrañaba, extrañaba a Jongup.
Y sin pensarlo más abandonó todo, la junta, la empresa, su trabajo, lo que fuera, todo lo dejó por él; sólo quería estar en su pecho, embriagado de su aroma, sintiéndose preso de sus ojos sin poder escapar del laberinto de su alma; no le alcanzaba con ver el mismo cielo que él estando lejos, tan sólo quería estar con él.
Llegó hasta el apartamento y tocó con rapidez la puerta, sus nervios se hicieron presentes y la mirada ilusionada del niño que le abrió le hizo saltar su corazón. Sin explicaciones, sin coherencia alguna le saltó a los brazos, rodeando el cuello del menor en un fuerte abrazo que le sostenía como si no quisiera dejarle ir, y así era, quería que tuviera alas pero que no volara lejos de él; porque Jongup era su ángel de la guarda y de nadie más.
— Youngjae, y... ¿tu trabajo? — Preguntó el menor desconcertado, en sus mejillas un leve color rojo y en su mirada el brillo del amor.
— No quiero estar en ningún otro lado que no sea donde tú estás, porque eres lo que más importa en mi vida, te amo, Jonguppie...
Y ahora sí, San Valentín cobraba sentido para él.
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