Rainey Ferrer crecerá llena de misterios en una escuela para estudiantes normales, sin embargo, sus poderes de nacimiento reaparecerán y será reconocida como la Elegida mientras lucha consigo misma.
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Rainey Ferrer fue bastante poderosa desde...
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El tiempo había pasado muy rápido en aquella escuela porque la verdad no existía alguna cosa que me pudiera aburrir luego de vivir la mayor parte de mi infancia como una esclava, pues ahora tenía dieciséis años de edad y era momento de descubrir todo lo que nos ocultaban desde pequeños tras ser demasiado extraño que ninguno de nosotros pudiera recordar nada acerca de nuestros padres o familiares cercanos los cuales, jamás llegamos a conocer por razones desconocidas, o al menos eso era lo que creía ahí dentro gracias al maquiavélico lavado cerebral que fuimos obligados a escuchar.
Mi apariencia física también cambió radicalmente, pues un día cualquiera en media clase de geografía al fin decidí teñirme el cabello a color marrón oscuro para evitar más burlas por mi estúpido parecido a Elmo de Plaza Sésamo, por lo que, con algo de ayuda por parte de Larrypeth y Connor, mis mejores amigos desde que llegué a la Era, lograron transformar la antigua cabellera pelirroja que me caracterizaba así como mi vida entera poco después de ese cambio extremo, ya que ni en un millón de años pude ser capaz de imaginar el gran destino que me esperaba con ansias en cuestión de un breve momento.
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En los años que llevaba como estudiante regular de Eraleft llegué a conocer muchísima gente que de igual manera estaban tan aburridos y cansados de ser olvidados por el mundo que preferían dedicarse a actividades simples con el fin de llenar el vacío subyacente en sus abatidas almas, sin embargo, a pesar de estar expuesta diariamente a tanta mala vibra y una rutinaria monotonía, pude hacer grandes amistades, incluyendo a Larrypeth, mi hermana desde que llegué a ese lugar aquel día, por lo tanto confié en ella sin importar lo que sucediera al demostrar lealtad, pues tal como juró tiempo atrás, me defendió a capa y espada de chicos que pretendían hacerme daño, estuvo conmigo cuando lloraba, sufría por amor, reía o era castigada y se comportaba como todo un ángel protector conmigo hasta que evidentemente mi destino dió un giro total de trescientos sesenta grados.
