[Libro I Trilogía Silly Cliché]
Olivia Estrada es una agradable y alegre chica de 21 años, estudiante de una universidad en Colorado.
Cuando recibe una irremediable noticia, junto con su mejor amiga y confidente, Steph, deciden ir a un bar por un pa...
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-Olivia:
-En Chicago nunca hay de esta ropa. Lo odio -siseó Ramona-. Tener que viajar a través de los estados para encontrar el tipo de zapato que me gusta es... ugh.
Reí. Ella llevaba medio día probandose zapatos de tienda en tienda. Al parecer, algo que ella amaba de Acción de Gracias era lo que le seguía: Black Friday.
-Vamos, pruebate estos. -Ramona me tendió un par de zapatos bajos azules con orilla marrón-. Veamos si son de tu talla.
-Oh, no. Ya se lo dije -diferí-. No es necesario. Estoy de compañía nada más.
-No digas eso -reclamó ella-. Te dije que vinieramos a aprovechar las ofertas. No quiero ser la unica que compre.
-Pero yo no tengo...
-Yo lo pagaré.
-Dios, no puedo aceptar eso -dije preocupada.
-Claro que sí. Es mi regalo para la cuñada de mi esposo.
No dije más y me empecé a cambiar de zapatos. Aunque me tallaba perfecto fingí que me lastimaban.
-Creo que son muy pequeños. Oh, bueno. Vamos -insté.
Ramona, que esperaba por mí de pie mientras me calzaba, achinó los ojos y sólo asintió con la cabeza. Salimos de la tienda y caminamos por la calle hacia otra.
-Te ves feliz. -Ella dejó las palabras en el aire mientras pasaba prendas colgadas.
-¿En serio? -Fruncí el entrecejo-. No veo porqué.
-Yo sí. -Ramona me dedicó una media sonrisa-. Estás así desde ayer en la noche. Entraste tomada de la mano con Evan y simplemente se despidieron de todos y subieron. ¿Estaban peleando?
Antes de darme cuenta ya tenía una sonrisa en el rostro. Sí. En efecto, desde que había hablado con Evan la noche anterior me sentía más relajada. Y sólo recordar que nos habiamos acurrucado para entrar en calor luego de estar cubiertos de nieve me llenaba de gozo.
-No exactamente -respondí-. Sólo... no habíamos hablado últimamente.
-Oh, bueno. Pues parece que ya están bien. Se ve feliz contigo.
-Gracias. -Un pequeño pinchazo azotó mi pecho-. Umm... tú... ¿les conoces desde hace mucho tiempo?
-¿A quienes, Evan y Roger?
-A todos -expliqué.
-Sí. Casi diez años. ¿Por?
Iba a preguntar cuando una chica rubia nos interrumpió.
-¿Buscan algo en especifico? -Ella tenía las puntas del cabello teñidas de azul.
