Especial 5

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-Primer día de clases, ¿no estás emocionado? -preguntó mi padre.

Traté de ocultar mi sonrisa.

-Solo es un año más -fingí indiferencia, aunque la ansiedad no se iba.

-Oh, vamos, emocionate un poco. -Quitó una mano del voltante y la colocó en mi hombro para zarandearme-. Solo este, otro año más, y a la universidad. Ya verás que será interesante.

-Eso espero -murmuré.

-Roger dijo que fue uno de sus mejores años. Seguro también será el tuyo -insistió.

Sonreí libremente.

-Aprovecharé todo lo que pueda. -Quizá hasta consiga una novia.

-Vale. -Papá estacionó frente a la preparatoria-. Diviertete.

-Ya no tengo séis años -bromeé por su elección de palabras.

-Tampoco tienes dieciocho. -Sonrió sombriamente-. Ahora, ve a culturizarte, idiota. -Me empujó fuera e hizo un gesto con la mano en forma de despedida.

Miré alrededor. Algunos chicos eran conocidos de años pasados, otros nuevos. Caminé hasta el área de los casilleros y busqué el que me habían asignado este año.

Poco antes de llegar a él, un par de brazos rodearon mi cuello.

-¡Evan! -gritó emocionada.

-Hola, Mindy. -Mindy era una amiga de la infancía-. ¿Cómo estuvieron tus vacaciones?

-Emocionantes. -Su familia acostumbraba viajar por el país-. Pude visitar varias universidades.

-No tenemos que ver eso hasta el año próximo -le recordé.

-¿Y? Es mejor estar preparados. Amé Harvart. Quiero entrar ahí -dijo decidida.

-Yo no apunto tan alto -aclaré-. Ser parte de la Ivy League no forma parte de mis planes.

-¿Entonces a dónde? -Me encogí de hombros mientras abría mi casillero.

Cualquier lugar bueno para estudiar leyes estaba bien.

-¡Ah! -Se detuvo de pronto-. ¡Tengo que contarte! -Su brillante cabello negro se movió con emoción-.

-¿Qué? -pregunté con una sonrisa.

-Aprendí a leer el futuro.

-¿Ah?

-¡Sí! Una señora anciana de Luisiana me enseñó. Puedo decirte cómo será tu alma gemela, ¿no es genial?

-¿Cómo?

-Dame tu mano -ordenó y yo lo hice. Puso la palma hacia arriba y pasó los dedos por las lineas marcadas-. Aquí... -murmuró-, veo... a una chica...

-Que suerte -bromeé.

-Ssshhh -siseó-. Estoy leyendo.

-Ajá -dije algo escéptico.

-Una chica castaña -continuó-, alta, de ojos marrones, y quizá... eh...

-¿Qué? -Me encontré a mí mismo queriendo saber más.

Mindy se rascó el cuero cabelludo, como si no comprendiera algo.

-Es que... ella me enseñó esto pero no lo entiendo.

-¿A qué te refieres?

-Aquí dice que, bueno, ella es diferente.

-¿Diferente?

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