[Libro I Trilogía Silly Cliché]
Olivia Estrada es una agradable y alegre chica de 21 años, estudiante de una universidad en Colorado.
Cuando recibe una irremediable noticia, junto con su mejor amiga y confidente, Steph, deciden ir a un bar por un pa...
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Corrí hasta que mis pulmones no pudieron más, e incluso así no me detuve.
El avión ya había aterrizado y las personas estaban terminando de bajar, según el mensaje en mi teléfono.
Steph y Phillip estaban esperando a verla pero yo iba atrasado. Bueno, llevar globos de colores en mano tampoco ayudaba ir más rápido.
Me tuve que detener a preguntar en la recepción en qué área se encontraba el vuelo de Olivia. Una vez la chica detrás del escritorio me lo dijo, me apresuré a llegar.
Giré un poco la cabeza hacia mis queridisimos acompañantes.
-¿Es necesario que graben? -grité a Jessy y Raúl que venían detrás de mí con camaras en mano. Hijos de...
-¡Claro que sí! -respondió Jessy-. No todos los días te pones cursi por una chica.
-¡Esto valdrá oro! -concordó Raúl.
Les saqué el dedo medio mientras veía hacia adelante. Olivia estaba saludando a nuestros amigos y estaba de espaldas a mí. Vestía la chumpa marrón que se había apropiado de mi closet, un pantalón negro y las condenadas botas cortas que tanto amaba yo.
Traía sus maletas en una mano y por un momento, juro escuché que preguntó por mi. Entonces Jessy y Raúl caminaron hasta ponerse frente a ella. No comprendía qué pasaba, hasta que se dio vuelta y me vió ahí.
Caminé hacia ella y la abracé, ella me rodeó con sus brazos y se acercó para besarme. Una vez terminamos, aun abrazados, susurré:
-Bienvenida, mi amor.
Ella soltó una risilla.
-¿Qué es todo esto?
Hice un gesto, fingiendo pensar mi respuesta.
-Una sorpresa.
-¿Sorpresa?
-Una sorpresa para ti.
La solté y le ofrecí mi mano. Tomé su equipaje y, junto a nuestros amigos, salimos del aeropuerto. Los chicos y yo ya habíamos preparado todo. Le haríamos una fiesta de despedida a lo grande.
Olivia se había estado negando a decirme si tenía permiso o no, pero la realidad era que yo ya sabía todo lo que había pasado en Seattle. Por su sonrisa y su energía, era más que obvio que tenía el permiso de sus padres -Evely y Theo, porqué sólo a ellos les considero sus padres- a irse. O al menos que, lo tuviera o no, lo haría.
Invitamos a la larga lista de personas que conocían a Olivia en la universidad. Así fueran amigos o no, si querían decirle adios, esta era su oportunidad. Incluso había invitado a Roger y a Ramona, pero el trabajo los tenía ocupados a ambos.
La casa estaba llena de personas. Conocidos o algunos sólo por llegar a tomar, pero poco me importaba. No vería a mi novia hasta las vacaciones de fin de año, y en ese momento yo ya estaría graduado, me auto-proclamé el derecho de tirar la casa por la ventana.
