10. Hazle caso a la rubia

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Narra Aitana.

- Muchas gracias Roi, de verdad. - dije separándome de su abrazo.

- No te preocupes. Nos ocupamos el tiempo que haga falta. No supone ningún problema, de verdad. - sonrió.

- Ten. Es un pijama y ropa para un par de días. - le tendí una mochila y él la aceptó con gusto. - ¿Cómo lo está llevando?

- Bueno, al principio no paraba de preguntar por su padre. Lo normal. - se rascó la nuca. - Con Iago y sobre todo Rubén está más entretenida, parecía más calmada cuando yo me fui de casa.

Me despedí de Roi y cerré la puerta dando un largo suspiro.

- ¿Cómo está? - preguntó Luis desde su habitación.

- Bien. - respondí mirando su estado. Era deplorable. - ¿Tú cómo estás?

- Mejor. - sonrió.

- Luis, ¿qué vamos a hacer con el corte grande? Tiene muy mala pinta. - me preocupé levantando un poco su camiseta para ver cómo estaba.

- Se curará.

- No es una broma. Parece bastante profundo y podría infectarse. - mi tono serio pareció divertirlo.

- Tengo un amigo que podría mirarlo.

- ¿Es médico?

- Más o menos.

- ¿Más o menos? - dije levantando una ceja.

- Es veterinario.

- Tienes que estar de broma. - me golpeé con la mano en la frente. Este hombre era exasperante. - ¿Un veterinario?

- Sí, qué problema hay. Al final todos somos animales. Los cortes serán más o menos lo mismo.

Rodé los ojos y abandoné la habitación después de un resignado "llámalo". Después de preparar arroz por lo menos para los siguientes cinco meses (seguía sin calcular bien estas cosas), el tiembre sonó. La brigada de apoyo había llegado a la base Cepeda.

Fui a abrir al trote. De detrás de la puerta aparecieron todos. Habían venido Mimi, Ricky y Ana. Solo ellos se encontraban ahora en Madrid aparte de Roi, pero suficiente era para él ocuparse de Aitana. Amaia también venía en camino desde Estados Unidos, Alfred se quedaría allí con la niña.

Llevaba un delantal, el pelo totalmente despeinado, incluso el flequillo y una enorme cuchara de madera en la mano izquierda. No me sorprendió demasiado la reacción del mallorquín al verme.

- Dios mío, estás hecha un cuadro. - rió Ricky ganándose un codazo de Mimi.

- Qué innovador y original que eres. - habló la granadina con cierto aire de desprecio.

- A ti te ha parecido gracioso, ¿no reina del pop? - Ricky se ganó un codazo aún más fuerte por parte de Ana.

- Hazle caso a la rubia. - sentenció.

Observaba la situación un poco molesta. No le estaban poniendo ninguna seriedad a la situación, pero qué iba a decirles yo si lo único que les comenté al llamarlos es que a Luis le habían pegado una paliza.

Mimi rodó los ojos desde Ricky hasta mí y frunció el ceño. - Mi niña. - me tomó la cara con ambas manos para inspeccionarme con más atención. - ¿Qué cojones te ha pasado? Tienes marcas por todas partes. - añadió fijándose ahora también en mi cuello y lo visible de mis brazos.

Ana me miró duramente.

- ¿Aitana?

Yo tragué saliva y hablé por fin.

Sin LuzOù les histoires vivent. Découvrez maintenant