21. Frío

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- ¿Qué hora es?

- La una y poco.

- ¿Más de las doce? - asentí.

- ¿Es ya muy tarde para ti, abuelete? - me fulminó con la mirada. - Que es broma, Luis. - le abracé desde el costado y hundiendo las botas en la nieve.

- Entonces como ya es miércoles... - habló sonriente mientras agarraba la manilla de la puerta. -Felices 22.

Luis abrió la puerta y se echó a un lado para dejarme ver. Todo el vestíbulo estaba decorado con globos con el número 22, había una gran tarta en el medio y la barra estaba abierta.

- Luis esto e- me vi interrumpida volviendo la vista al interior mientras él sonreía pletórico al ver que me había gustado.

- ¡¡Sorpresa!! - de detrás de los sofás salieron un montón de caras conocidas. Sin apenas sacudir las botas de nieve, entré al vestíbulo corriendo y dejándolo todo encharcado. Me hundí entre los brazos de todos.

- No me puedo creer que estéis aquí.- dije emocionada aún repasando con la mirada a todos ellos.

- Felices 22, cariño. - Ana besó mi mejilla y me revolvió el pelo. Mimi agarró mi cara con ambas manos e hizo lo mismo en mi otra mejilla.

- Si me dicen que hay fiesta, yo ya sabes que voy. - habló una voz a mi espalda.

- Sister R! - grité antes de lanzarme a él, que me sostuvo como pudo.

- Eh, ¿y yo qué? - oí a Amaia apareciendo a mi derecha.

- ¿Pero habéis venido todos? - pregunté después de abrazar a Amaia y a Alfred.

- Todos, todos. - Ricky y Juan Antonio me levantaron en el aire haciendo que me riera.

Luis permanecía unos metros más atrás, apoyado en el marco de la puerta con las piernas cruzadas y las manos en los bolsillos. Tenía una sonrisa enorme dibujada en la cara. Cuando su mirada se cruzó con la mía, aún en los brazos de Juan Antonio y Ricky, escondió los dientes sin dejar de sonreír, convirtiéndose en una de las imágenes más tiernas que recordaba de él. Todo esto lo había hecho Luis, era suyo, él lo había organizado todo y permanecía al margen como si su disfrute me perteneciese únicamente a mí. Cuán equivocado estaba a veces.

- Bajadme, bajadme. - ambos hicieron caso y su cara extrañada se transformó en una sonrisa cuando me vieron correr hacía el culpable de todo esto.

Seguramente el golpe le hubiera dolido un poco, como a mí. Cuando mi cuerpo impactó contra el suyo, un poco de aire se escapó de sus pulmones sin él haberlo decidido y por un momento temí hacerle daño.

Una de las cosas que siempre me habían gustado del lugar donde ahora me encontraba era que mi cabeza quedara contra su pecho. La giré apoyando mi oreja y oí el latido acelerado de su corazón. Me hizo sentir fuerte, relajada. Pasé ambas manos desde los oblicuos a la espalda, donde las entrelacé, sin dejar por un segundo de rozar su cuerpo a través de la camiseta que llevaba por dentro del abrigo. Cerré los ojos y noté como una de sus manos se depositaba en mi espalda baja aprisionándome más contra su cuerpo y otra acariciaba mi pelo. Apoyó su barbilla sobre la parte más alta de mi cuerpo y noté como los músculos de su cuello se tensaban para sonreír.

- Te quiero. - susurré. Supe que me había oído al notar como algunos mechones de mi pelo reaccionaban al aire que había emanado con alguna fuerza de su sonrisa. Besó mi frente cogiendo mi rostro con ambas manos y nos separamos.

Mis brazos sintieron frío al salir del refugio entre su cuerpo y su abrigo, pero el resto de mí sintió un tipo de frío más allá de lo físico que desapareció cuando rodeó mis hombros con su brazo izquierdo y caminamos juntos hasta donde los demás se encontraban estrenando la barra.

Sin LuzWhere stories live. Discover now