26-Las navidades.

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Las Navidades para la familia de Amaia no fueron de las mejores, de hecho fueron las peores navidades que habían pasado en su vida. Eran las primeras navidades que la familia no pasaba junto a su abuela y eso les ponía muy tristes porque era tradición pasarlas junto a ella en su casa de Sorauren, cosa que no dudaron hacer sabiendo que ella quería que pasaran las navidades allí. A Amaia no le vino nada mal estar allí unos días, eran un sitio tranquilo donde sabia que la gente no le iba a preguntar por Alfred, donde podría dar paseos a los alrededores del rio para despejarse, y donde tendría cerca a su familia y a sus amigas de la infancia, que por mucho que intentaron sacarla de fiesta un día por las calles de Pamplona ella se negó.

La cena de noche buena no había sido buena para Amaia, ella no paraba de pensar en el plan que había hecho junto a Alfred hace tan solos unas semanas, este día lo iba a pasar en su casa de Barcelona y al día siguiente irían a Sorauren pero cambiaron todos los planes. Tras cenar toda la familia se dieron los regalos de navidad ya que Amaia no estaría el día de reyes y querían abrir todos los regalos junto a ella, a ella la regalaron un piano de cuerda negro para su nueva casa ya que el suyo estaba muy viejo, el piano está cubierto en algunas partes por fotos de toda su carrera, desde que empezó en el conservatorio hasta el día en el que estaban, en el había fotos de todas sus actuaciones de OT, de eurovisión, de todos sus conciertos que había hecho, y claro en ese piano no podían faltar todas las fotos que tenia con Alfred en sus 3 actuaciones; la foto de eurovisión y de los conciertos que dieron antes del acontecimiento en Israel, Londres y Ámsterdam; y fotos en sus conciertos conjuntos, esas fotos emocionaron mucho a Amaia pensando en todo lo que había pasado en su vida desde aquel programa, y le daba mucha rabia que Alfred abandonara todo aquello.

Tras unas horas disimulando que estaba bien, decidió irse a la cama porque no aguantaba más se metió en aquel cuarto empezó a llorar y se quedo dormida como un angelito abrazada a un cojín con la foto de sus 15 compañeros y ella. A la mañana siguiente ella se levanto triste, seguía con los ojos llorosos pero no quería que su familia la viera así el día de navidad, a si que decidió pegarse una larga ducha para despejarse y poder disimular su estado de ánimo. Tras abrir más regalos y comer con toda su gran familia, sus primos pequeños empezaron a cantar villancicos y le acabaron convenciendo para que cantara una canción. Llevaba torda la tarde disimulando pero no aguantaba más y se metió en el cuarto de baño a llorar, su hermana Ángela se dio cuenta y fue hacia ella sabiendo que la necesitaba.

-Amaia soy Ángela ábreme.

-Ángela quiero estar sola.

-Abre ahora mismo la puerta o aviso a toda la familia.

Amaia abrió la puerta con cara de enfado a su hermana ya que lo último que quería es que su familia la viera llorar.

-Amaia no puedes hacer nada el quiso irse y empezar de 0, tienes que intentar pensar en otra cosa.

-No puedo dejar de pensar en el.

-Desahógate conmigo vamos a la habitación.

-No, no quiero que me vean llorar. Enserio estoy bien no te preocupes.

-En tus 32 años que tienes en mi vida te había visto a sí, me vas a decir que estas bien Amaia? Te conozco mejor que nadie soy tu hermana.

-Quiero estar sola enserio.

-Vámonos a dar un paseo al rio juntas como en los viejos tiempos Amaia.

-Se van a dar cuenta que nos vamos porque estoy mal.

-Diremos que vamos a ver a tus amigas que están allí.

-Vale.

-Necesitas hablar con alguien así que vamos ya.

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