Prólogo

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Carta primera:

      Cuando el hombre se encuentra con su propio ser, puede ver un manantial de agua cristalina rondar por el entorno. Un agua con cause fino, con semblante puro, y un sonido refrescante como la mañana de primavera, cuando el rocío de las flores seduce en el viento la danza de los colibrís, y embelesen las imágenes de las abejas, que sedientas de dulzura, trabajan sin cesar por su colmena.

Es curioso cómo se puede notar a una agrupación de insectos trabajar por un solo fin sin parar. Es quizás una de las maravillas más asombrosas de la naturaleza, y pasa inadvertida delante de los ojos de todos los humanos. La sociedad perfecta se muestra, la sociedad más armónica y natural; en insignificantes invertebrados.

Se pueden ver grandes urbes de tierra alrededor de un árbol que está roído por las texturas gruesas, y por las protuberantes raíces que muestran el lomo de su cuerpo.

Al mirar al suelo se observa la premura de las hormigas, chocando sus antenas unas con otras, pasándose tal cual un correo veloz, la información necesaria para que la labor sea más provechosa. Es asombroso darse cuenta que cada una de ellas expresa la información que posee para servir al compañero y a su colmena.

Es increíble reflexionar acerca de la labor de los bachacos, cargan cientos de trozos de manjares, y quizás, ellos no vayan a probar si quiera el uno por ciento del alimento. Es probable que luego de una jornada agotadora, sirviendo a los demás, termine muerto, aplastado por el zapato de un transeúnte humano que entre sus desvaríos no conduce sus ojos hacia la preservación y bienestar de los que están debajo.

Nadie lo va a llorar, nadie va a lamentarse por lo sucedido, seguirán su rumbo con el alimento que su esfuerzo les proveyó. Un héroe tácito, un héroe sin estatuas, sin bombos ni platillos, sin fechas conmemorativas o moneda acuñada. Un héroe que preserva a su raza, que da todos sus dones para que su sociedad funcione.

¿Y a dónde está su remuneración, a dónde queda la dicha del esfuerzo, o la magnificencia de su trabajo? en la supervivencia de los demás, en el estado de tranquilidad de saber que no habrá escasez y su sociedad seguirá estable y bien encaminada.

Hacia los lados, cuando nos deleitamos con los jazmines, los claveles, los girasoles que resuenan con la luz del sol o el oxígeno de la atmósfera, vemos a las mariposas, revoloteando, en ese volar tan peculiar, de un lado a otro, sin sentido, embelleciendo los contornos con su naranja y negro, con su azul intenso o con su amarillo limón.

Al principio se arrastraban cual gusanos, viles alimañas que nunca podían estar exentas de la suciedad, con un cuerpo que nunca podía estar sin la negra tierra. Arrastrándose como la amenazadora culebra que inyecta su veneno al roedor desaliñado, que traga sus sucios pelajes y se alimenta de eso a la que las damas de alta prosapia le enturbian los ánimos.

Vil, andrajosa, fétida existencia que termina entre capullos blanquecinos, entre enredaderas que muestran pasividad, asfixia, pero que al final, renace tal fénix, a volar por los bellos jardines de las mayores féminas en beldades, con guirnaldas adornadas de flores blancas, meciéndose en un columpio de madera a la sombra de un robusto sauce en la vespertina estancia, después de un té de chocolate y una torta exquisita, que entre sus migajas existentes por el descuido de la bella damita, alimentan a la sociedad perfecta de la hormigas.

Quizás ahora su belleza entretenga a la doncella, que con sus pies desnudos rasca el verdoso césped, mientras persigue en vano el vuelo de la hermosa mariposa que ahora se ajusta a las agrupaciones de las plantas.

Curioso, cómo aquello que antes era tan andrajoso, tal pordiosero cubierto de grasas, sudor y rechazos, ahora pisa los escalones de la modelo que desfila el arte del diseñador de Italia o Francia, entre el glamur de las clases, el champán, las risas hipócritas, el destello de los diamantes, el sonido de las copas de cristal al brindis de una meta que ya ni siquiera es relevante.

Camino de uno mismoWhere stories live. Discover now