Este cruel sentimiento se reprime en mis adentros, como buscando un buen lugar para esconderse, en un mundo donde todo es sombra y su prescencia es luz. A veces deseo que no sea real, que las fuerzas oscuras de mis tinieblas lo hagan opacarse, lo impulsen al precipicio, lo adentren entre la profunidad de un océano donde no exista la existencia, solo vacío, solo locura y algunos pequeños rastros de inconcistencia emocional.
Allí lo quiero, en el fondo de lo más profundo, donde no respire, no se mueva y sea tentado a difuminarse entre las esquinas del olvido...Sin embargo no se va, vive volando entre mis cielos, rasgando a las nubes con su dulce voz, hipnotizando a las estrellas con sus anhelos.
Sus anhelos ¡Oh, perfectos cántigos de aguas tranquilas y alchool de fantasía! Aquellos son tan hermosos, que las palabras que emana mi corazón se quedan en la orilla de su perfecta definición. Son sus deseos los más osados movimientos de amor, son aquellos que componen con sus ángulos un renglón, así como lo ves, no son entendibles, y saltan para intentar pasar el muro de la lógica natural; son perfectos porque no existen aquí, existen allá donde nosotros somos iguales a los latidos de un pequeño grano de arena intentando vivir al borde del hilemorfismo y en la cúspide del pensamiento.
Sus anhelos, tan bellos, tan reales, y a la vez tan falsos e imperfectos. Son la contradicción más hermosa, y el fin más justificado de la existencia de todas las cosas.
