2

614 56 0
                                    

12:06 a.m.

Habían sido horas en las que lo único que hacía era dar vueltas en la cama. Sin importar cuántas veces tratara, simplemente no lograba guardar el sueño.
Pasaron al rededor de 10 minutos cuando, frustrada presionando la almohada contra mi rostro, creí escuchar el sonido de un piano. El suave tacto en las teclas podía sentirlo hasta donde estaba, aún cuando se escuchaba muy a la distancia. Me cuestioné sobre si había sido parte de mi imaginación, pero supe que no lo era cuando después de dos minutos, la tonada cambió.

No podía reconocer la pieza, estaba segura de que no la había escuchado nunca antes, así que supuse que quien sea que había estado tocando, estaba interpretando algo original.

Lentamente quité de encima las pesadas cobijas que me cubrían y dejé al camisón que antes la directora me había dado, caer suavemente y formar su camino hasta mis tobillos. A pesar de haberlos tenido demasiado cerca, ignoré mis zapatos en el suelo y caminé descalza hacia la puerta. Abrí ésta con cuidado de no hacer demasiado ruido y salí siguiendo el sonido de las teclas, me maldije internamente por haber rechazado el recorrido de la directora, pues ahora no sabía hacia donde me dirigía, y el lugar era tan grande que no estaba segura de poder regresar después.

Cada vez escuchaba la música más fuerte, sin embargo aún la sentía distante y ya había caminado bastante, ¿qué tan grande era ese lugar?

Estaba apunto de rendirme y simplemente dar la vuelta y regresar a mi habitación antes de perderme, hasta que llegué frente a una gran puerta. El tamaño de ella era tal que imaginaba que el interior era probablemente un salón igual de impresionante, ¿será algún estudio o algo parecido?, ¿por qué habría un piano allí dentro?

Quise abrir la puerta, pero algo me lo impedía. Mi pecho dolía y tenía miedo de entrar, pero no entendía por qué. Estuve un tiempo aún con la mano tendida hacia la puerta, incapaz de llevar a cabo otro movimiento.

El sonido parecía ser tan ajeno a mi al principio. Pero la firma clave que mis oídos escuchaban era la de sol. Y llegaba directo a mi corazón.
Yo conocía aquella pieza, era la misma de mi sueño. El sueño en el que tocaba mi violín acompañada por un piano desconocido que sólo yo podía escuchar.

Impulsada por la necesidad de saber quién tocaba la hermosa melodía, abrí la puerta lenta y silenciosamente. La habitación tal como imaginé, era gigantesca, con grandes ventanales frente que dejaban a la vista un paisaje nostálgico y precioso. Las luces estaban apagadas, y sólo el brillo de la luna iluminaba el salón.

Situado en medio de éste sólo había un piano color negro, brillante y de gran tamaño. Lucía viejo y descuidado pero aún así me hizo sentir segura de que jamás había visto uno así de bello en mi vida.

Había un chico dándome la espalda, sentado frente a él, tocando con delicadeza sus finas teclas casi con miedo, como si éstas pudieran desaparecer. Vestía una pijama blanca y simple, lucía como alguien de ese lugar. Un paciente más tal vez, y su cabellera era increíblemente negra. Incluso me pregunté por un segundo si ese color podía deberse a la poca iluminación del lugar o si realmente ese era el tono de su cabello.

Anonadada, seguí escuchando su tocar, cerré los ojos, pensando en cómo mi violín podría hacerle compañía a ese piano y recordé el modo en el que lo hacía dentro de mi sueño. ¿Cómo podía éste muchacho conocer una canción que ni siquiera había sido escrita? Una canción que sólo pertenecía a la imaginación de una chica que jamás había pensado siquiera en trazarla sobre un papel. No me lo creía, no era posible.

Me convencí a mi misma de que todo era un sueño y que en cuanto abriera los ojos todo desaparecería. Aún necesitaba escuchar más, no me era suficiente.

Mi corazón acariciaba cada nota y casi podía sentir el dolor que aquel chico proyectaba en la canción. Quería escuchar más, pues seguía sin parecerme suficiente, pero las notas dejaron de sonar de repente. No hubo ni una tecla que marcara el final. La canción aún estaba inconclusa.

Confundida abrí los ojos, encontrandome con el que probablemente había sido el rostro más bello que alguna vez haya visto. Su piel era tan pálida, y lucía tan suave a la vez. Los ojos eran oscuros y profundos, con un brillo tan especial y hermoso. Y sus labios que eran significativamente pequeños, parecían suaves. Era bellísimo.

-¿Seguirás ahí mucho tiempo?, no puedo concentrarme.- A pesar de que sus palabras fueron duras, su voz sonaba suave y profunda. Casi parecía estar siendo amable. Aunque en realidad, yo no notaba ninguna especie de emoción en él. ¿Había sido grosero? No podía averiguarlo.

Hubo un silencio bastante largo entre los dos. Enarcó una ceja mirándome curioso.

-¿No dirás nada?- No.- ¿No?- No.- Hey, ¿es que acaso eres muda?, ¿puedes escucharme?- Sí, puedo hacerlo, idiota.

Me crucé de brazos y me apoyé contra el muro detrás de mi. Ahora era yo la que enarcaba una ceja. ¿No pensaba seguir tocando? Realmente quería escucharlo. Para eso había ido en primer lugar.
Me miró confundido, no lo culpaba. Miré al suelo un segundo y levanté la mirada hacia él, buscaba la suya suplicante. Me miraba directamente a los ojos, así que use éstos para pedirle que siguiera tocando, suplicante.

"Por favor. Continúa...vamos. Por favor..."

No sabía si lo había entendido. Pero mi corazón dio un vuelco cuando dudoso, giró de nuevo hacia el piano y después de unos cuantos segundos, comenzó a tocar.

Cerré los ojos, disfrutando de la música y suspiré. Woah, era impresionante lo hermoso que lo hacía. Me preguntaba cuánto tiempo llevaba practicando, a alguien con esa habilidad debía haberle tomado años de práctica llegar a tocar así.

La canción concluyó y abrí de nuevo los ojos al escucharle soltar un suspiro pesado. Fruncí el ceño al mirarle, parecía frustrado. ¿Qué le pasaba? Para mi había estado más que perfecto. Giró hacia mi, de nuevo sin mirarme. Su cabeza estaba agachada y jugaba con sus manos de manera nerviosa. Pude escucharle maldecir.

-Demonios, algo no está bien. No puedo...recordar.- Me miró.- Tú...- Noté en sus ojos la misma expresión con la que mis padres me miraban desde hace seis meses atrás. Esperaba algo de mi. Pero, ¿qué era?- Olvídalo.

Se levantó de dónde estaba, y cerró la tapa del piano. ¿Ya se iba? Me enderecé rápidamente en mi lugar. Quería seguirle escuchando, no podía irse.
Pude notar cuando se acercaba más a mi, que su altura parecía ser más pequeña cuando estaba en el piano, sin embargo ahora lucía más alto. Bastante más.

En un movimiento inconsciente, le detuve colocando mi mano en su pecho al pasar junto a mi, estaba tan sorprendido como yo. ¿Por qué había hecho eso?
Me quedé inmóvil, sin saber qué hacer. Estaba por...

-Una más. Por favor, sólo toca una pieza más.

𝓚𝓮𝔂 || ᴍ.ʏ.ɢWhere stories live. Discover now