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Quizás era bastante notorio que no tenía ni la más mínima idea de cómo besar; quizás mi sorpresa fue demasiado evidente; quizás él también tenía miedo.

Cualquiera que haya sido la razón por la cual Min Yoongi se mantuvo quieto, realmente no importa ahora.
No se movió ni un milímetro. Sus labios se posaban completamente quietos sobre los míos.
Mis ojos cerrados, su cercanía ya no me hacía temblar las piernas. A decir verdad, en ese momento ni siquiera podía sentirlas. ¿Debía respirar?, cielos, creo que para ese entonces había olvidado por completo cómo hacerlo.

Mi mente se quedó en blanco durante los eternos segundos en los que disfruté mejor que nunca el aroma de Yoongi, en los que probé por primera vez el sabor de sus labios y sentí su textura, su increíblemente suave textura.

Cuando el beso finalizó, y el se alejó de mi de nuevo, la confusión reinó en mi. ¿Qué acababa de pasar?
Me miró directo a los ojos, no sabría decir si su odio hacia mi realmente era tanto como para hacer eso, ¿qué no se daba cuenta de que moría lentamente cada vez que me miraba?
Sonrió de lado y alcanzó con su brazo izquierdo la perilla de la puerta, justo junto a mi cintura. Mis ojos fueron rápidamente de él a la perilla y viceversa.

-Buenas noches, Hye.

Tiró de ésta, dándome un leve empujón incitándome a moverme hacia adelante. Así lo hice y él pasó por mi lado. Dejó la habitación.

Estaba tan confundida, todo dentro de mi era un lío increíble. Al caer en cuenta de que básicamente había salido huyendo después de besarme, alcancé la puerta antes de que pudiera cerrarse detrás de mi, la abrí de nuevo y salí con la intención de ir a por él, pero me detuve al ver su sobra desparecer por el corredor.
Caminaba tan tranquilo, tan Min Yoongi.

Recargué mi cabeza de la puerta y me deslicé por ella hasta quedar sentada en el frío suelo. Suspiré pesadamente y no pude evitar pasar mis dedos por mis labios. Vaya. Había sido mi primer beso. Maravilloso.

"Tae, ¿qué debería hacer ahora?".

No recuerdo demasiado después de eso. Volví lentamente con cuidado de no hacer ruido a mi habitación y dormí tanto como no lo había hecho en mucho tiempo.

-Hye, ¿estás despierta, linda?

Mi-Suk.

Me revolví incómoda en mi cama e hice un extraño sonido para indicarle que podía entrar.
Así lo hizo, y sentí sus manos en mi espalda por sobre las cobijas.

-Es hora de tu sesión con el terapeuta.

Me levanté.

-Seguro, sí.

-Vaya, dormiste demasiado bien, ¿cierto?- Rió levemente y acarició mis brazos. La miré atentamente al hacer éste gesto.
Había sido más como una madre para mi durante aquellos seis meses en Rydell que mi propia madre durante los 18 años de mi vida.

Por un segundo consideré el hecho de que comenzaba a preocuparme por Mi-Suk del mismo modo en que ella se preocupaba por mi. De un tiempo atrás podía notar que conmigo era diferente. No me trataba como una paciente, verdaderamente sentía que me quería más allá, era muy similar a un cariño maternal. Yo comencé a hacer lo mismo de manera inconsciente, a veces incluso sentía el impulso de llamarla "mamá". Me preocupaba verla algo pálida y cansada las últimas semanas. Quería preguntarle sobre ese estado extraño suyo, pero no quería parecer entrometida.

Salí de mi transe cuando sentí su mano pasar por mi mejilla y la vi sonreir.

-Sí, sí. Dormí bien.

-Pocas palabras, como siempre Hye.- Sonreí y ella rió un poco más animada.

-Dormí bastante bien, entonces. Como nunca antes.- reímos aún más y nos vimos rodeadas en silencio de repente.

𝓚𝓮𝔂 || ᴍ.ʏ.ɢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora