14 - 'Las imperfecciones'

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En cuanto chocó contra el suelo, se escuchó un ruido sordo seguido de un silencio que no se rompió hasta que Alice soltó todo el aire que estaba reteniendo, frustrada. Se quedó mirando el cielo un momento mientras Rhett se cruzaba de brazos, de pie a su lado.

—Llevas un mes con nuestras clases extra, aprendiendo golpes básicos y defensa básica... y sigues sin saber pelear.

Ella clavó los ojos en él.

—No sé si pretendías animarme, pero no lo has conseguido.

—Solo exponía ideas.

—No me gustan tus ideas —masculló, malhumorada.

Rhett sonrió.

—Teniendo en cuenta que no golpeas demasiado fuerte, deberíamos centrarnos más en mejorar su forma de esquivar.

—¿Y me lo dice el profesor que se supone que debería enseñármelo?

—Cada vez que me llamas profesor haces que me sienta como si tuviera cincuenta años —él puso una mueca mientras le ofrecía una mano. Alice la aceptó y prácticamente salió volando, como siempre, cuando él la ayudó a levantarse.

—¿Por qué?

—Porque casi todos mis profesores en el instituto tenían esa edad.

El instituto. Eso parecía muy interesante.

Jake había hablado de eso. A Alice le pareció recordar que era el lugar donde solían estudiar cosas que no eran violentas los jóvenes antes de la guerra.

—¿Y no te gustaban tus profesores?

—No demasiado —la miró con curiosidad—. ¿No recuerdas tu instituto o qué?

—No... no mucho.

—Bueno, creo que eres demasiado joven como para haber ido a uno antes de todo lo que pasó. ¿Cuántos años tienes?

—Eh... —¿qué edad había acordado con Jake?—. Diecinueve. ¿Y tú?

¿O veinte? Ya no se acordaba.

—Veinticinco —Alice esquivó por poco un movimiento mientras él seguía hablando—. Pues no tuviste tiempo. Tienes suerte. Yo lo odiaba y solo fui por dos años.

—¿Tan malo era?

—Bueno, la gente no estaba mal. Mi problema era que suspendía casi todo —sonrió un poco, ajustándose un guante inconscientemente—. No me gustaba demasiado estudiar.

—Pues a mí me pareces listo.

—Eso será porque no me has visto intentando resolver ecuaciones.

—¿Ecuaciones? ¿Eso de los numeritos?

—¿No sabes lo que son? Dios, quiero vivir en tu mundo.

—Sé lo que son —protestó, molesta—. Una vez leí sobre ellas, ¿vale?

Alice vio la patada llegar, pero al intentar esquivarla, se tropezó con sus propios pies y cayó de culo al suelo, poniendo una mueca de dolor.

—Eso ha sido muy profesional —Rhett negó con la cabeza.

—Yo... —enrojeció—. Es culpa tuya. Deberías enseñarme mejor.

—Y tú deberías aprender mejor.

—¡Es imposible que sepa por dónde vas a golpearme!

—No, no es imposible. En absoluto.

Ella se puso de pie, dolorida.

Ciudades de Humo (¡YA EN LIBRERÍAS!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora