Capítulo 25

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Todos estaban parloteando en el coche mientras Alice sonreía, repiqueteando los dedos en sus rodillas. La carta de Eve seguía estando en su bolsillo. Se sentía bien después de haberla leído. Y eso que casi se le habían escapado unas cuantas lágrimas en el proceso.

Rhett, a su lado, puso los ojos en blanco.

—¿Podéis dejar de hablar de drogas? —preguntó, cansado.

—Las drogas son buenas —dijo Charles, muy convencido—. El problema de la gente es que no es capaz de verlo por los prejuicios.

—Eso está tan mal en tantos sentidos —murmuró Jake.

—¿Qué? Es verdad. Cuando estudiaba en el instituto, me fumaba un porrillo y me centraba mucho mejor.

—Charles, tú no has estudiado en tu vida —le dijo Trisha, negando con la cabeza.

—Pues la anatomía humana se me daba de maravilla, rubita. Te sorprenderías.

Jake hizo un gesto de vomitar mientras Trisha se giraba lentamente hacia Charles, enarcando una ceja.

—Mira, morenito —remarcó la palabra—, te aseguro que sé mucho más de anatomía femenina que tú. Seguro que no sabes ni por dónde empezar.

—¿Empezar el qué? —preguntó Jake.

Rhett y Alice intercambiaron una mirada de pánico.

—Nada —dijeron a la vez.

—Empezar la danza sin pantalones —dijo Charles, sonriendo mientras se removía en su asiento.

—Quédate quieto de una vez, pesado —le soltó Trisha, exasperada.

—Vale, rubita.

—Como me vuelvas a llamar rubita, te doy un codazo en la cara.

—Eres muy agresiva, rubita. ¿Cuánto hace que no...? ¡AUCH!

Alice se dio la vuelta y abrió los ojos como platos cuando vio que Charles se sujetaba la nariz. No estaba sangrando, pero estaba roja como un tomate. Jake y Kilian se reían disimuladamente. Trisha lo miraba con mala cara.

—Vuelve a llamarme eso y el codazo será en tu anatomía.

—¡Me ha dado un codazo en la nariz! —protestó Charles a Alice.

—Bueno, te había advertido, ¿no? —ella sonrió.

—¿Es que no hay justicia en el mundo?

—Poca —murmuró Rhett, cruzando las puertas de la ciudad.

—¡Pues me parece fatal que...!

Alice se dio cuenta de que se había quedado callado al instante. Todo el mundo dejó de sonreír. Se dio la vuelta, confusa, y se dio cuenta de que, justo al lado de donde estaba aparcado antes su coche, Max los miraba fijamente con los brazos cruzados. Tina y dos guardias estaban a su lado.

—Oh, oh —dijo Jake en voz baja.

—Mierda —Rhett apretó los labios.

—Os dije que moriríamos cuando nos pillara —murmuró Alice—. Os lo dije, ¿veis como os lo dije y...?

—Lo hemos pillado —le dijo Trisha, poniendo los ojos en blanco.

—Oye, querida —Charles se inclinó hacia delante—, tú podrías convencer a tu papi de que nos dejara salir vivos de esta, ¿no?

Ciudades de Humo (¡YA EN LIBRERÍAS!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora