Capítulo 5

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Blaise estaba sentada en la mesa de la cocina, comiendo un bol lleno de chocolate como si hiciera diez años que no comía nada. Rhett y Alice la miraban, sentados al otro lado.

—¿Y va a quedarse aquí? —preguntó Rhett, viendo cómo ella se limpiaba la boca con el dorso de la mano—. ¿Con nosotros?

—Mañana iremos a por su madre. Solo es una noche.

Alice había sugerido que Rhett los acompañara en la misión, y a nadie le había parecido mal. Además, el parecía querer marcharse de esa ciudad, aunque fuera solo un rato.

—Creo que no le caigo bien —murmuró Rhett.

Blaise dejó de hablar y lo miró fijamente.

—Deja de mirarme, grandullón —le soltó en francés.

—¿Qué ha dicho? —preguntó Rhett.

—Ha preguntado si tenemos más chocolate —mintió Alice tranquilamente.

En ese momento, Trisha entró en la cocina. Se quedó un momento mirando a Blaise, para después agarrar un plato de comida y marcharse sin decir nada.

—¿Y esa quién era? —le preguntó Blaise a Alice.

—Una amiga.

—Deberíais hablaros de una vez —le dijo Rhett a Alice—. Tú y Trisha, digo.

—No le hablaré hasta que ella me hable.

—Y ella tampoco.

—Pues no nos volveremos a hablar jamás.

—Pues sois dos infantiles —Rhett se puso de pie—. En fin, me voy a dormir. Vigila al monstruo para que no arrase con la cocina.

Blaise lo señaló con la cuchara mientras él se marchaba. Alice suspiró.

***

A la mañana siguiente, salió de casa acompañada de Rhett y Blaise. Ambos se sentían extraños, con sus trajes militares y sus cinturones cargados de armas. Alice sopesó el fusil tragando saliva cuando llegaron junto a los coches. Hacía tanto que no sostenía un arma así...

Le había contado a Rhett todos los detalles de lo que había pasado en su visita a Blaise. En ese momento, estaba asegurándose de que su pistola estaba cargada.

—Alice —ella escuchó una voz aguda llamarla a su lado.

Blaise estaba de pie y Kai intentaba acercarse a ella sin mucho éxito. La niña se agarró a la pierna de Alice y la abrazó, entrecerrando los ojos en dirección a Kai.

—¿La estabas persiguiendo? —Rhett negó con la cabeza—. ¿Alguna vez has oído hablar del acoso infantil?

—¡No iba a hacerle nada malo! —Kai se puso rojo.

—¿Va a venir? —preguntó Alice, poniéndole la mano en el hombro—. Pensé que se quedaría contigo.

—Tiene que guiarnos —le dijo Kai—. Solo ella puede decirnos dónde está exactamente su madre.

—¿Y por qué quieren encontrar a su madre? —preguntó Rhett.

Kai dudó un momento.

—La verdad es que no lo sé. Supongo que para seguir permitiendo el crecimiento de la ciudad y prosperar en...

—Es solo una niña —Alice lo interrumpió—. Y no sabemos con qué nos vamos a encontrar.

—Por eso vosotros dos vais a cuidarla —él sonrió ampliamente—. Y a mí, claro.

Ciudades de Humo (¡YA EN LIBRERÍAS!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora