9 - El misterio del sótano

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—Es una ciudad militar —les explicaba Rhett a Trisha y a Alice mientras iban los tres paseando por la ciudad—. Por eso solo hay soldados.

—¿Tampoco hay niños? —preguntó Alice, curiosa—. ¿O ancianos?

—Mandan a las personas demasiado mayores o pequeñas para luchar a nuestra ciudad. Por eso, ahí los entrenamos hasta que consideramos que están listos para venir aquí. Si es que alguna vez lo están —Rhett se detuvo—. Tú eras una de las candidatas, Trisha.

—Pues claro, soy genial.

—Viva la modestia —sonrió Alice.

—Ya están los demás para subestimarme, yo prefiero quererme a mí misma.

Alice puso una mueca. Igual debería pensar lo mismo de sí misma, aunque todavía no entendía mucho cómo funcionaba eso de los "complejos" o la "seguridad en uno mismo".

Siguieron andando por uno de los caminos que rodeaba los múltiples campos de entrenamiento. Todas las casas, entre ellas la de invitados en la que se alojaban, estaban al otro lado de un lago que estaba exactamente en el centro de la ciudad. El otro lado estaba reservado para las zonas comunitarias y de entrenamiento. Era increíble que le dedicaran tanto espacio solo a eso.

—¿Por qué te fuiste? —preguntó Alice, curiosa.

—No aceptan niños, ya te lo he dicho.

—Pero... eres el hijo del alcalde.

—No hacen excepciones —se limitó a responder él.

Trisha se había adelantado a ellos, metiéndose entre Kilian y Jake mientras los molestaba, a unos metros de distancia. Alice miró a Rhett con los ojos entrecerrados.

—Todavía no me has dicho cómo te fue con tu padre.

—¿A qué te refieres? —fingió confusión.

—A la conversación que tuviste ayer con él, Rhett. Lo sabes perfectamente. ¿Cómo fue?

—Bien, supongo —él apartó la mirada, algo incómodo.

—¿Solo eso?

—No hablamos de nada que no fuera Max, si es lo que estás preguntando.

Ella se quedó pensativa unos segundos.

—¿Él sabe que tú y yo...?

Dejó la frase incompleta a propósito, porque no estaba muy segura de cómo terminarla. Después de todo, no estaba muy segura de cuál era exactamente la relación que había entre ellos.

Suerte que Rhett no se pensaba tanto las cosas como ella.

—¿Que si le he contado que estamos juntos? —preguntó con media sonrisa.

—Eh... sí, eso.

—Alice, quiero que él sepa lo menos posible de mi vida —aseguró, esta vez mirándola—. Así que no, no lo sabe. Solo sabe tu nombre. Y me gustaría que siguiera así.

Hizo una pausa, torciendo el gesto.

—Aunque supongo que se lo imagina —añadió—. Sabe que no volvería a su ciudad a no ser que fuera por algo muy importante para mí, y volvimos por tu herida... si es un poco listo, habrá llegado a alguna conclusión.

Alice sonrió ligeramente y enganchó el brazo de Rhett con el suyo —el bueno, claro—, acercándose a él.

—Así que soy algo muy importante para ti, ¿eh?

Ciudades de Humo (¡YA EN LIBRERÍAS!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora