Como si cualquier cosa pudiera arrancarle la vida

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ALLEN

La luz blanca, de un cielo sin sol, de rayos perdidos entre espesas nubes grises iluminaban un poco la habitación. A lo lejos escuchaba algunos de los monitores de otros pacientes que hacían ruido constante, y el andar acelerado de las enfermeras listas para suministrar los medicamentos correspondientes a cada interno.

Intenté sacar mis brazos de la sábana que me mantenía prisionero, cuando sentí un agarre firme en mi antebrazo izquierdo, entonces lo recordé: Edén. Olvidaba que se había colado a mi cama la noche anterior, pensé que era uno de esos «buenos sueños», pero no.
Abrí mis ojos y rápidamente me fijé en la pequeña figura que se encontraba fundida con sus pequeños brazos al rededor del mío. Al igual que ese conejo rosado se apretaba entre su pecho y mi cuerpo; el cubrebocas se había deslizado hasta su barbilla dejando al descubierto su rostro. Seguía durmiendo plácidamente entre suspiros.

Era tan bonita.

No pude evitar apartar el cabello que le caía por el rostro y acomodarlo para despejar aquellas mejillas que permanecían sonrojadas, conservando la temperatura de una incomoda camilla.

Arrugó la nariz por mi acto y apretó los ojos con fuerza para posteriormente abrirlos con pereza, sus párpados se elevaron y las largas pestañas tupidas abanicaron para dejarme ver esos hermosos ojos esmeraldinos llenos de brillo.

—Buen día —musitó con una sonrisa plasmada en los labios.

Le regresé una sonrisa como respuesta, y seguí así, acariciando sus mejillas. Delineando con mis dedos su rostro. Grabando en mi memoria su expresión.

Nos quedamos unos minutos en silencio compartiendo el calor de la cama, afuera aún se encontraba el paisaje blanco de la nevada de la noche anterior y el viento helado soplaba con menor fuerza.

Un suave tarareo salió de su boca, de una canción que tenía la vaga sensación de haber escuchado anteriormente, más no podía reconocerla. No pregunté, solo disfrute del dulce sonido armonioso de su voz.

—Tengo que ir a mi habitación... Si descubren que desaparecí pegarán el grito en el cielo —musitó una vez terminó aquel suave tarareo.

Su cuerpo se deslizó fuera de mi cama, estaba cubierta por aquella bata que le quedaba enorme; llevaba ese cabello enmarañado y el conejo que ahora sostenía de una oreja a un costado de su cuerpo, aun así se veía linda.

Una vez la puerta de mi habitación se cerró volví a cerrar los ojos para caer de nuevo en un sueño profundo, aunque el calor de mi cama se había alejado junto con ella.

Una vez la puerta de mi habitación se cerró volví a cerrar los ojos para caer de nuevo en un sueño profundo, aunque el calor de mi cama se había alejado junto con ella

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—Deberá de tener cuidado al momento de ducharse. Esta bolsa evitará que el yeso se moje.

Observé con fastidio a la misma enfermera fósil que había intentado alimentarme, esta vez había amarrado una bolsa a mi pierna para poder bañarme. Tomé las muletas y balanceé mi cuerpo hasta llegar a la ducha, una vez ahí me despojé de la bata azul.

Amor Silencioso |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora