Ser egoísta

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ALLEN

—¿¡En dónde diablos estás!?

Tuve que alejar el móvil de mi oído al escuchar los gritos de Evan. Su chillona voz lograba que mi cabeza crepitara con más potencia.

—En casa de Rider. Armó una pequeña «reunión».

Una sonrisa se formó en mis labios al momento que mis ojos viajaban a mi bebida.

Habían pasado varias semanas desde mi estadía en el hospital. Desde que vi por última vez a Edén y me atreví a besarla. Mis heridas se encontraban en perfecto estado y el yeso de mi pierna lo acababan de retirar algunos días atrás, para ser sincero seguía con un poco de dolor pero la inflamación no persistía.

No había hablado con nadie acerca de la chica que conocí en el hospital. Prefería ignorar su existencia, era lo mejor para ella.

Varías invitaciones de fiestas fueron rechazadas por mi parte, solo por la molestia de andar con las muletas; pero por fin esa noche accedí a ir a casa de Rider. A una fiesta un tanto aburrida, de no ser por el alcohol no hubiera durado tanto tiempo ahí.

—¿Estás ebrio? —cuestionó Evan con la voz incrédula ¿qué demonios era eso? ¿Un maldito interrogatorio? Tal vez el hecho de que comenzara a morder mi lengua me delataba.

—No es algo que deba importarte— Me recargué en el barandal de la escalera mientras observaba a las chicas y chicos bailar bajo los efectos del alcohol y algunas otras sustancias, cortesía de Rider.

Allen, acabas de salir de un problema. No te vayas a meter en otro.

—¿A caso eres mi madre?

Soy tu amigo, idiota.

—Ya sé que eres mi amigo idiota, pero así te quiero —solté una carcajada, el alcohol comenzaba a hacer estragos en mí, tanto que cualquier cosa me causaba risa.

No te muevas, voy por ti.

—Como quieras —colgué y seguí bebiendo de lo que sea que haya servido en mi vaso, realmente no me fijé ni tampoco me importaba.

Molestar a papá con mi comportamiento era lo que mejor me salía, no podía dejar de hacerlo. Así que cualquier oportunidad que tuviera de joderlo la aceptaría.

Había pasado navidad en una de las reuniones sociales de mi padre, al igual que año nuevo, según el gran Anthony Anthore «Mostrando la familia modelo que somos».

Sobre todo, ¡Jah! familia de mierda.

Me enfermaba su afán de fingir frente a todos algo que no era. Aaron era el único que le seguía el juego, mientras escuchaba a mamá llorar encerrada en su habitación por las noches a causa de los reproches de mi padre, ni siquiera mi madre era suficiente para él.

Pero yo estaba seguro que detrás de todas esas lágrimas había algo más que los malos tratos que presenciábamos a diario. Porque yo mismo lo había descubierto.

—¿Quieres uno? —levanté la vista para darme cuenta que la novia de Rider, una chica de cabello teñido de un rojo —embriagante como el vino— se encontraba frente a mí.

Era bonita, no lo negaría. Unos ojos color miel me observaban mientras una sonrisa seductora estaba plasmada en su rostro. La chica solía vestir de manera provocativa, pero a causa de la temperatura se detenía de hacerlo. Hasta cierto punto no era como que Rider y ella tuvieran una relación envidiable, más bien él la presumía como un trofeo. No lo había visto mandarle miradas amables, sí escenas apasionadas, más nunca palabras dulces.

Amor Silencioso |COMPLETA|Where stories live. Discover now