Ella es una chica inocente y tú y yo somos un par de bastardos

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ALLEN



La luz cálida sobresalía de aquel fino candelabro que colgaba sobre la mesa del comedor; estaba puesta sobre nosotros como un reflector, caía en forma de cascada logrando reflejar un arcoíris que chocaba con ciertos puntos específicos en el techo. Eran esos colores en algo en lo que me concentraba para ignorar la presencia de Anthony.

Porque aquella mesa en donde me encontraba en vez de ser un lugar donde quisiera estar con mi familia era un lugar incómodo que siempre se mantenía sumido en un silencio sepulcral, salvo algunas veces que mi padre criticaba la comida de mamá haciéndola sentir menos.

Mamá había hecho la cena. Ella siempre cocinaba y lo que nos daba de comer era mejor que lo que se podría comer en uno de los restaurantes más lujosos lleno de los mejores chefs del país. Jamás había probado algo tan delicioso como la comida que mi madre preparaba, pero ni siquiera eso era suficiente para satisfacer a mi padre.

Solo los cubiertos de plata chocando contra los platos de la vajilla de porcelana lograban producir un eco en aquella inmensa habitación de color blanco.

—Recibí una llamada del instituto—dijo mi padre al momento que partía con el cuchillo un filete a término medio que mamá había preparado con hierbas aromáticas y las más finas especias.

No era necesario voltear a verlo, sabía lo que sucedería en ese momento como en el setenta por ciento de las cenas que teníamos.

—Me han informado que faltaste a tus dos últimas clases —mencionó.

El silencio continuó, pero esta vez solo yo seguía en mi labor de comer mientras mamá y Aaron nos observaban a mi padre y a mi alternadamente.

—¿No piensas darme una explicación? —preguntó con voz firme carraspeando un poco.

—¿Debería?

Aún sin dirigirle mirada a Anthony seguí comiendo con toda la tranquilidad del mundo sobre mis hombros.

—Deberías —puntualizó —. ¡Porque yo soy el que te está pagando la maldita escuela como para que estés perdiendo clases! —escuché como dio un golpe a la mesa con los cubiertos que estaban apretados en sus manos. Ni de esa manera le dirigí mirada alguna —. ¿Nuevamente estás juntándote con esos malvivientes?

Observé mi plato terminado, coloqué mis cubiertos sobre él y aún sintiendo las miradas de todos tomé una servilleta para alejar el resto de la comida de las comisuras de mis labios para después de unos segundos observar a mi padre fijamente.

—No es de tu incumbencia.

Mis ojos fijos en los de él sin mostrar en ningún momento debilidad y los suyos envueltos en un mar de cólera. Nuestras miradas estaban luchando por ver quién ganaría esta nueva batalla.

—¿¡Qué no es de mi incumbencia!?¿¡A caso sabes cuánto he gastado en ti llevándote a las más prestigiosas escuelas!? ¿¡Tienes una maldita idea!?  —gritó al borde del colapso, mientras en mis labios se formaba una pequeña sonrisa burlona.

—Querido...

La voz débil de mi madre se escuchó al momento que colocaba su mano sobre la de mi padre en afán de tranquilizarlo, y a mi lado, Aaron guardaba silencio atento a nuestro pleito.

—Me imagino que bastante. Pero no tanto como lo que sueles gastar en deleites personales —incliné mi rostro un poco y mi sonrisa llena de cinismo se ensanchó.

Vi el rostro de mi padre ponerse rojo estaba a punto de explotar y en un movimiento brusco alejó la mano de mamá, rápidamente mis ojos viajaron al rostro de mi madre lleno de miedo y frustración.

Amor Silencioso |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora