No podría soportar que ella me odiara

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ALLEN

Mi mano se tensó con la sensación de sus pequeños y delgados dedos entre los míos, nuestro agarre no había cedido en ningún momento desde que abandonamos el lago congelado, ninguno de los dos había dicho palabra alguna.

Por lo menos yo no podía ni siquiera coaccionar nada coherente en mi cabeza.

Edén tarareaba una canción que anteriormente la había escuchado tararear en el hospital, pero no le pregunté sobre ella, solo seguí escuchándola.

Los copos de nieve seguían descendiendo poco a poco pero apenas caían sobre nosotros se convertían en gotas de agua diminutas por el calor que emanaba de nuestros cuerpos, veía a la gente caminar de un lado a otro a través del centro de la ciudad metidos en sus propios asuntos ajenos a todo lo que los rodeaba.

Ajenos a nosotros.

Para todos aquellos seres afanosos podríamos pasar por una pareja de jóvenes enamorados como cualquier otra -claro que sin tomar en cuenta lo que yo cargaba en mi mochila en ese momento- de hecho no tenía ni la más mínima idea de qué era lo que estaba transportando, sentía cierta adrenalina por romper las reglas pero al mismo tiempo temor de que Edén terminará hundida como yo.

Por otra parte, antes de ser lo que a los ojos de los extraños parecíamos también estaba el hecho de que ninguno de los dos teníamos la intención de ir más allá de lo que sea que estábamos haciendo en ese momento.

Observé la cabeza de Edén girar al pasar por una cafetera infestada de universitarios que tomaban un descanso de sus clases ajetreadas. Detuvo sus pasos y sus bellos ojos viajaron hasta una de las vitrinas donde tenían una exhibición de diferentes tipos de pastelillos, me detuve junto a ella y sonreí al ver sus ojos brillar, y sin decir nada comencé a caminar hasta ese lugar jalando a Edén quien salió de su ensoñación y me siguió el paso.

Abrí la puerta y le di el pase soltando el agarre. La diferencia de temperaturas era notoria, en cuanto entramos el aroma a café y crema pastelera llegó hasta mi olfato, con cautela observé cada rincón del lugar.

Al fondo se escuchaba «like a stone» de Audioslave y los murmullos de las personas sentadas en mesas de madera y sillones acomodados estratégicamente de manera ordenada para aprovechar al máximo el pequeño espacio. Unos pequeños futones estaban en una esquina donde un grupo de chicos platicaban y reían. Las lámparas con luces tenues y el color ocre sobre las paredes le daba un toque vintage mientras una pared con pintura negra estaba cubierta de firmas con gises en tonos pastel.

El rostro de Edén inspeccionó a fondo cada parte del lugar con una expresión de asombro, parecía una niña pequeña en una juguetería, en su caso -una niña pequeña amante de los conejos de felpa- el pensamiento me hizo sonreír.

-Bienvenidos -dijo una chica joven de cabello claro y ojos oscuros, asentí y busque una mesa libre, al fondo junto a la ventana una pequeña mesa para dos nos esperaba.

Volví a tomar a Edén de la mano y la guíe hasta el lugar que mis ojos habían seleccionado. La poca luz de afuera se filtraba por la enorme ventana de cristal, los copos de nieve seguían descendiendo cada vez con más concurrencia tiñendo de blanco la calle y las ramas de los árboles.

-Nunca pensé que la nieve fuera tan bonita -musitó Edén perdida en el descenso de los copos de nieve-. ¿Sabías que la gente prefiere los climas templados a los fríos?

Preguntó elevando una ceja y recargándose levemente sobre la mesa; sin embargo, me quedé en el mismo lugar sin mover un solo músculo observado sus largos mechones castaños doblarse sobre la mesa, no dije nada para responder a su pregunta.

Amor Silencioso |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora