"¿Podría ser que ella fuera mi salvación? Tal vez yo era su perdición.

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ALLEN

-¿Puedes quedarte hasta que me duerma? -preguntó Edén acurrucándose entre mis brazos con el conejo abrazado junto a su pecho.

Después de que me tranquilizara regresé a su habitación y le dirigí la mejor sonrisa que pude.

Mentí.

No le dije que había pasado con Jamie. Ella no tenía porqué saberlo de mí, aún me sentía nervioso por lo que determinara la autopsia de la chica.

Hasta cierto punto no podían ligarme con lo que ella ingirió. Yo estaba limpio, si algo llegara a pasar solo tendría que dar mi testimonio del encuentro que tuvimos en el baño de chicos, y de igual manera no encontrarían ninguna muestra de mi ADN dentro de ella porque nada pasó.

Estaba seguro que después de mi desdén Jamie se había encerrado en el baño de chicas a meterse lo que sea que se haya metido.

-¿Estás bien?-preguntó.

Percibí su mirada preocupada observarme desde abajo, estaba demasiado sumido en mis pensamientos.

Las luces de las habitaciones ya habían sido apagadas, solo las lámparas en los pasillos con un brillo tenue entraban a través del cristal, por donde todos podían vernos. Del otro lado, la ventana que daba hacia el exterior dejaba ver el cielo cubierto de nubes grisáceas.

A pesar de que estaba aliviado de poder estar así con Edén y que ella estuviera bien, me sentía perturbado por todo lo acontecido ese día.

-Sí. Es solo, todo ha sido tan abrumador este día.

Ese día.

El anterior.

Y al parecer aún no terminaban los problemas.

-Lamento haberte preocupado -musitó restregando un poco su rostro en mi pecho para acomodarse mejor.

Me había vuelto tan transparente, esa niña lograba que mi mal carácter y mal humor se esfumaran en segundos.

-Duerme de una vez, necesitas descansar -dije tratando de ocultar el sonrojo en mis mejillas.

Aunque estaba seguro de que ella lo había notado, sobre todo porque mi corazón comenzó a acelerarse más de lo normal y ella estaba tan cerca.

-Gracias, Allen -susurró.

Sus ojos se cerraron y después de unos minutos su respiración se volvió profunda, haciéndome saber que se encontraba dormida.

Esperé más de la cuenta, observando sus suspiros, cada porción de su piel, de su ser.

Edén era muy hermosa.

Podría ser una pequeña niña de quince años con una mentalidad de alguien menor, pero eso no quitaba que era demasiado bella.

Acerqué mi rostro a su cabeza mientras la apretaba fuertemente contra mi pecho. Bajé el cubre bocas y deposité un beso sobre su cabello para posteriormente acomodarla bien y dejarla cubierta con aquella sábana blanca.

Salí de la habitación y con sigilo cerré la puerta, cuando pasé por la ventana volví a observarla dormir. No quería dejarla, pero tampoco me podía quedar ahí. Si hasta ese momento no me habían sacado fue gracias a la ayuda de la enfermera senil que intercedió por mí.

Caminé por el pasillo observando a los doctores dar un último rondín nocturno, y bajé nuevamente a la planta baja en donde sabía que mi hermano estaba esperando por mí.

Amor Silencioso |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora