3: lonely & spiteful heart

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—¡Con razón me sentía de esa forma anoche! —Exclamó Chenle, con la boca llena de arroz, botando algunos granos hacia el plato.









—Te amamos, amigo. —Los chicos hicieron un corazón con sus manos.









Resulta que la noche anterior, luego de que Chenle bebiera el vaso de Fizz, empezó a sentirse un tanto extraño, era algo que nunca antes había experimentado, pero se sentía tan bien, tan placentero. Luego de unas horas veía cosas, y no sabía qué era real y que no. Estuvo así por muchas horas, hasta que despertó por culpa de Haechan. No tenía idea de cómo había caído en el colchón del segundo piso, seguro se había teletransportado o algo parecido.









El caso es que sus lindos amigos le habían echado LSD al vaso de Fizz, habían hecho trampa. Querían que uno de ellos la probara, sólo para que pasase un mal rato por unas horitas, unas benditas, o malditas, ocho horas.









—Sólo era una bromita, Chenle, no te enojes. —Renjun hizo puchero, y los otros dos, Jisung y Haechan agradecieron por no haber caído.









Siguieron hablando muy contentos, saboreando la comida que Haechan había preparado para ellos esa mañana. Le gustaba hacer esas cosas por sus miembros; rara vez les demostraba cariño, y con este tipo de detalles le gustaba darles cariño, con cosas pequeñas, pero que en el fondo valían más que cualquier otra cosa. Ellos ahora mismo era lo que más amaba en la vida, y sin ellos no sabría qué hacer. Ellos eran su fuerte, su apoyo en la angustia, su sostén, tal vez sin sus mejores amigos ya no estaría aquí.









Haechan se había sentado al lado de Mark, para poder coquetearle y avanzar más rápido en su plan. A veces le miraba, más específicamente sus labios, e incluso agarraba su mano y la acariciaba por debajo de la mesa. Mark se sentía jodidamente nervioso con cada roce, pero el sentimiento era demasiado placentero. Ojalá no lo soltase nunca.







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Renjun escribía en su diario concentrado, hablando de cómo hoy se había imaginado cómo moriría. Tenía más de veinte formas de morir, y contando. Pero, en realidad, ese sentimiento de querer dejar esta vida estaba desapareciendo. Sentía que por fin encontraba una razón para poder vivir. Y ese era, aparte de sus amigos y su mamá, Jeno.











Jeno era el culpable de que Renjun siguiera vivo. Y es que la forma de su cuerpo, el color de su cabello, sus manos, su cara, su sonrisa, sus ojos... Todo en él era perfecto. Sólo había una cosa la cual lo hacía imperfecto, y era, que él no estaba con Renjun. Era el único punto de desaprobación que el chico le daba.









Le encantaba la forma en que sus pupilas se dilataban cuando Jeno le disparaba a alguna víctima y la sangre salía disparada por todos lados. Amaba su sonrisa cuando agarraba a alguna persona para hacerla sufrir. Y es que el chico era totalmente perfecto, y Renjun había caído perdidamente enamorado de él.









Guardó su diario debajo del escritorio, donde nadie lo viese y salió de la habitación. Ya era día lunes, y tenía que prepararse para poder entrar a clases.











Le gustaba ir porque allí vería a Jeno y a Yukhei, sus dos grandes amores.











—Te dejé galletas en la cocina, cariño. —Habló su madre mientras bajaba las escaleras. Se acercó a él y depositó un tierno beso en su sien. —Te quiero, Junnie. —Le sonrió y se volteó para tomar su bolso y llaves del sillón.









misplaced criminals ー nct dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora