mission one: should you trust?

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El lugar era, en resumen; ridículamente grande y lujoso. Era un departamento grande y moderno, con un aire minimalista lo cual hacía que todo se viera organizado y limpio.




Jungwoo los hizo pasar, sonriéndoles, pero ese gesto era más por cortesía que porque lo sentía realmente. Ellos accedieron y lo siguieron. Subieron las escaleras que estaban justo a un lado y se adentraron en una gran habitación con un escritorio en el fondo. Las paredes eran igual que las demás: completamente blancas y limpias, y los muebles oscuros, haciendo contraste con la habitación.




Se sentó en la silla de su escritorio, dejándose caer y dando un par de vueltas con la silla. Volvió a acomodarse y le indicó a la pandilla a sentarse en los sillones de enfrente. Como lo han hecho todo este rato, obedecieron, sentándose con incomodidad en el sillón.




—Se ven tensos, relájense un poco. No voy a hacerles nada, a menos que quieran oponerse a algo. —Entrelazó sus dedos encima de la mesa, y los miró burlón. Los chicos estaban completamente serios, a excepción de Jeno, que tenía el ceño fruncido desde que llegó, aparentando estar molesto.




—Vamos al grano, Jungwoo —Espetó Jeno —. ¿Para qué nos has traído? —Jungwoo soltó una risita, para luego quitarse el terno, y desabrochar su camisa.




—¿Ven esto? —Dijo mostrando su clavícula. Un tajo transversal desde el final del cuello hasta casi el pecho se notaba, dibujando una mancha en su lechosa piel. Mark tensó su mandíbula, y lo recordó.




—Buen chico. —Le sonrió con malicia. —Pero aún falta una última cosa. —Comenzó a acercarse lentamente, sin dejar de mirar fijamente a su víctima. Antes de que esta pudiera arrancar, la agarró del brazo, haciendo que girara bruscamente y quedara frente a él. Soltó una risita; tomó nuevamente el cuchillo, y le hizo unos cuantos cortes en la cara a su víctima. Dos en cada mejilla, y uno en el labio; y unos que otros más en el cuello. Sus dedos cosquilleaban de la adrenalina que sentía en ese momento; y no podía evitar reírse de la emoción que sentía. Un sentimiento placentero recorrió todo su cuerpo al ver que la sangre comenzaba a salir del cuerpo del otro.




«Mierda»




—¿Pensaron que me quedaría tranquilo? —Soltó una carcajada queda. —No se imaginan la pasta que me gasté por arreglarme las cicatrices que hicieron en mi cara. En mi preciosa cara —Colocó una mano en su pecho, ofendido—. Ahora quiero que me devuelvan todo eso.




—Já, estás loco, ni de broma. —Dijo Jeno—. Arréglatelas tú solo, no estamos para tus jueguitos, Jungwoo.

misplaced criminals ー nct dreamWhere stories live. Discover now