13. Bruce, el omega cariñoso

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Una semana había pasado desde que Steve no había abandonado la torre y de nuevo fue requerido para una misión larga de tres días. El alfa había hablado con Fury casi gruñendo que en esa etapa del embarazo de Tony no podía permanecer tanto tiempo lejos de él; estaba ya en el séptimo mes y cada vez se veía más necesitado de su presencia. Fury se disculpó justificándose que era su misión contra Hydra, él debía estar presente.

Tony por su parte intentó disuadir el nudo en su estómago por la angustia de tener a su alfa lejos y le prometió que estaría bien y haría todo lo posible por mantenerse tranquilo. Esa noche, antes de la partida de Steve, hicieron el amor sobre el nido de forma lenta y muy íntima. El alfa se aseguró de dejarle su aroma para evitar el sufrimiento de su omega. Al siguiente día tuvo que despertarlo para verificar que estuviera bien y cuando lo vio sonreír con calidez partió un poco más tranquilo.

*****

Después de que su alfa partiera, Tony salió de la habitación dando la orden a Jarvis para cerrar herméticamente el lugar como si de un tesoro invaluable se trata, así no se diluiría el aroma de Steve y si tenía alguna crisis de ansiedad podría acudir a su nido.

Después de hacer un poco de ejercicio en su caminadora, se dio una ducha y salió de nuevo hacia la cocina con la intención de cocinar algo. Sin embargo, se encontró con Bruce y Clint quienes ya estaban preparando el desayuno.

— ¿Están solo ustedes dos? —Preguntó sintiéndose un poco nervioso pues era la primera vez que se quedaba sin un alfa en el apartamento y dudaba que, si llegaba a tener uno de sus ataques, ellos pudieran ayudarle a calmarse.

—Sí, iba a quedarse Nat, pero al final Fury necesitó de todos los alfas para poder controlar la situación que se les presentó.

Tony no pudo evitar sentirse triste. Cuando sintió sus ojos arder por la amenaza de las lágrimas, decidió darles la espalda y dirigirse a la sala sin hablar.

*****

En cuanto Tony se retiró de la cocina, Bruce y Clint voltearon a verlo.

—Sabía que era un error dejar ir a Nat —se reprendió Bruce sin apartar la vista de su amigo.

—Es tan grande su tristeza que se puede sentir el cambio del ambiente —murmuró Clint regresando su atención al desayuno que preparaban juntos.

— ¿Podrías ocuparte de esto? Necesito ver a Tony...

—Ve con él —interrumpió Clint sin despegar la mirada del sartén—, yo prepararé lo demás.

Bruce agradeció palmeando la espalda de su nuevo amigo y casi corrió para acercarse a Tony, que para ese momento estaba en la sala mirando la televisión. Lo conocía suficiente como para saber que no le estaba poniendo atención.

— ¿Estás bien? —Preguntó en cuanto se sentó a su lado— Si quieres puedo pedirle a Nat que regrese.

—No —respondió su amigo con un suspiro recargándose sobre su hombro—, tal vez sea bueno no tener alfas cerca. Creo que me estoy empezando a hacer adicto de su calor y aroma.

Bruce sonrió acariciando el abultado estómago de su amigo embarazado. Sabía a la perfección lo que era ser adicto a un alfa, le pasaba todo el tiempo con Bucky y Nat, aunque siempre le hacía falta un respiro lejos de ese apabullante mar de feromonas.

—Últimamente has estado muy ocupado —reprochó de repente Tony—, ni siquiera te he visto por aquí, estoy considerando desheredarte y dejar de considerarte mi familia.

—Sí, lo siento —se disculpó escondiendo la cara en el cabello de Tony—, solo que es difícil desprenderse de esos territoriales alfas. Desde que me marcaron no puedo estar mucho tiempo lejos de ellos.

Nuestra gran familia (Stony mpreg)Where stories live. Discover now