Capítulo 22. |Voy por ese beso| Dia 1. Diario de Amelia.

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Aaron.

Que tener a Leah con semejante ropa de hacer ejercicio, con su cola de caballo, mientras el sudor baja por su frente mientras hace los movimientos y los ejercicios que le pido, es bien frustrante para mí, porque solo pienso en tumbarla en alguna máquina y perderme en ella.

Nunca pensé que enamorarse sería tan destructivo cuando te tocara perder a esa persona, y con Leah he experimentado todo eso. Saber que puedo tenerla cerca, a cada instante, topármela en cualquier lugar y compartir momentos con ella y no tenerla como desearía, es el peor sentimiento del mundo. Esa impotencia de simplemente besarla y hacerle ver que sigue poniendo alerta a mi cuerpo cada vez que la tengo a centímetros me va a terminar volviendo loco.

—Aaron.

Salgo de mi trance cuando escucho la voz de Leah llamarme.

—¿Sí?—Pregunto totalmente distraído.

Ella ríe.

—¿Puedo tomar un descanso?—Pregunta con cara de pena y cansancio total.

Por estar perdido en mis pensamientos la dejé hacer ejercicios de más y la pobre está agotada. Camino rápido hacia ella ayudándola a levantarse de la máquina.

—Lo siento. Te he forzado mucho para ser el primer día.

Ella se sienta sobre la máquina y respira despacio para tomar aire. Veo el sudor como baja de su pecho a la entrada de sus senos y pierdo el aliento de solo imaginarme besando esa parte que tanto me gusta de ella.

—Te veo algo perdido entre tus pensamientos. ¿Te preocupa alguna cosa?

Me pregunta y yo sólo me detengo a mirarla. Ella es en la única persona que yo podría confiar con los ojos cerrados y sé que nunca va a defraudarme, la mujer de mi vida, la única que nació para ser para mí el resto de mi vida. Quizás lo del diario de mi madre me tiene sumamente confundido, y es algo estupido, por que ¿Qué podría tener ese pequeño libro que me tiene tan ansioso y preocupado? No lo sé y eso es lo que más me tiene dando vueltas. Me gustaría contarle, decirle lo que siento y que estuviera ahí para mí, pero las cosas han cambiado. Ya no estamos juntos, y no sé si aún le siga importando mis cosas, no puedo involucrarla en mis jodidos problemas cuando ya no sé en qué página estamos. Niego con la cabeza mostrándole una pequeña sonrisa.

—No, no me preocupa nada. Todo está bien.

Ella se queda observándome.

—Sabes que estás hablando conmigo Aaron, te conozco y sé cuando te pasa algo y cuando no, y ahora estoy segura que algo perturba tu cabeza. ¿Qué ya no confías en mí?

Pestañeo varias veces.

A ti te confiaría mi vida Chaparra.

—No, no es eso Leah, de verdad no está pasando nada. Quizás es solo que ya estamos en el primer día de entrenamiento, eso quiere decir que pronto haremos tu iniciación en la pandilla.

Ella no quita su mirada de la mía.

—No estarás echándote para atrás, ¿verdad?—Comenta ella divertida.—Porque déjame decirte que ya no tienes oportunidad.

Reí.

—No, claro que no, lo que yo prometo lo cumplo Chaparrita.

Ella toma aire y lo suelta.

—Lo sé.—Dice afirmando mis palabras.

Sé porqué lo dice y lo afirma de esa manera, y es que cuando la encontré besándose con Ethan prometí renunciar y alejarme totalmente a ella, y al parecer lo he sabido actuar muy bien porque Leah se lo ha creído. Le paso la botella de agua y ella la acepta gustosa tomando un gran trago de esta, yo hago lo mismo y dejo que el agua fría invada mi garganta seca.

Mi Salvación #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora