Capítulo 31. |Mis reglas.

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Leah.

La música estaba lo bastante alta para que se escuchara en cada rincón de la disco sin ningún problema. De un momento a otro me entró un dolor de cabeza punzante y se lo atribuí al volumen de la música.

Alice y yo caminábamos hacia los baños de las mujeres entre tanta gente amontonada. Las discotecas siempre son así, mucha gente en el medio, en los lados, delante y detrás, y sientes como si quisieras desaparecerlos a todos para poder llegar a tu destino. Alice estaba tan contenta que no dejaba de sonreír en ningún momento. La verdad es que creo que todos necesitábamos una noche de fiesta para quitarnos todo el peso y las preocupaciones de encima. Aunque mi tristeza por la muerte de Gary sigue ahí sin pensar en irse nunca. Gary era mi compañero fiel, en todos lados a todas horas. Lo había extrañado tanto cuando me fui a Inglaterra y ahora que lo tenía cerca no lo había disfrutado lo suficiente. No podía creerlo aún, mi pequeña cosa peluda se había ido y de la peor manera.

La rabia empieza a crecer en mí al momento que me llega Gregory Reed a la cabeza. Ese hijo de perra tiene que pagar por todo lo que hace, y lo que más me hace calentar la sangre es que cree que esto es divertido. Primero Paul el amigo de Aaron, luego Steven, y ahora Gary. Estoy segura que si me lo encontrara ahora mismo frente a frente le clavaría una bala directo en la cabeza para que no tuviera chance ni de dar un último respiro. Aún camino al baño me desespero porque este parece estar totalmente al otro lado de la discoteca. Siento como si una presencia extraña me persigue a cada paso que doy y volteo hacia atrás. Gente bailando y tomando de un lado al otro es lo único que se puede observar y niego con la cabeza porque me estoy volviendo paranoica. Debe ser qué hay cientos de personas aquí, cualquiera puede estar en mi misma dirección.

—¡Alice!—Grita una chica al ver a Alice y ella se detiene a observarla.

—¡Karla!—Grita ella devuelta y se envuelven en un abrazo. —Cuánto tiempo, no te había vuelto a ver desde la graduación. —Dice mi amiga toda emocionada.

—Sí, la verdad es que cada quien tomó su carrera en serio y nos olvidamos de todo lo demás. Que bueno es volver a verte rubia.

Ambas hablaban en forma de grito porque la música estaba tan alta que era imposible hablar de manera normal. Me acerco al oído de Alice tratando de no interrumpir su interesante conversación. Al parecer mi rubia mejor amiga se olvidó que yo estaba a su lado.

—Entraré al baño, estoy algo apurada.

Ella asiente volteando a verme.

—De acuerdo. Yo te alcanzo en unos minutos.

Asentí y la dejé entretenida en su conversación con alguna vieja amiga de la universidad. Termino de caminar lo poco que queda para llegar al baño y abro la puerta para entrar. Varias chicas se encontraban en el espejo retocándose sus maquillajes y algunas en los cubículos. Entro a uno dejando mi bolso en el suelo. Veo por debajo del cubículo cómo las mujeres que estaban en el espejo salen y como unos pies de hombres caminan despacio y yo me tensó al instante. Bien, si es Luke es hombre atrapado. Tomo mi bolsa despacio y saco el arma. Me imagino que llegó el momento de usarte como se debe. Escucho sus pasos que intentan pasar desapercibidos pero no lo logran. Intento abrir la puerta del cubículo despacio con el arma hacia arriba y salgo apuntando hacia el frente pero no veo a nadie. Volteo y tampoco. Frunzo el ceño y niego con la cabeza. ¿Estoy imaginando cosas o es producto de mi dolor de cabeza? No hay nadie en el baño. Suspiro y coloco mi bolsa en el lava manos y paso mis manos por mi rostro. Estoy un tanto paranoica hoy por la muerte de Gary, y no quisiera estar teniendo visiones, debo dejar que mi mente me controle.

Me lavo las manos y alzo la mirada hacia el espejo cuando me pego de bruces con la figura de un hombre que jamás había visto. Me mira de una forma intensa y peligrosa. Su cuerpo musculoso y fuerte se encuentra con los puños apretados a ambos lados y lo veo ladear la cabeza a un lado dándome a demostrar que estoy en problemas. Intenté tomar el arma y darme la vuelta para golpearlo cuando fue más rápido que yo y me la arrebató de las manos lanzándola al suelo y arrinconándome contra la pared. Sus manos fuertes me presionaban, una en mi abdomen y otra sobre mi cuello impidiéndome respirar.

Mi Salvación #2Where stories live. Discover now