Capítulo 30. |Atrapado Tiburón.

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Aaron.

Una semana después.

Todo ha estado marchando bien desde hace una semana. No hemos visto ningún tipo de ataque o acercamiento por parte de los Tiburones hacia ninguno de nosotros, pero es como dice Peyton, no nos podemos confiar. Gregory siempre actúa en el momento menos esperado.

Siento unos labios mojados besar mi rostro repetidas veces. No sé si es un sueño, o si es la realidad. Sigo con los ojos cerrados disfrutando de ese contacto, porque temo que si despierto se vaya la magia. Siento como su mano va despacio bajando por mi pecho hasta llegar a mi entrepierna y da un apretón haciéndome abrir los ojos de la sorpresa. Me la encontré muerta de risa con su cabello tan perfecto regado por su cara. Es una traviesa, quien la ve no cree que mi Chaparra tenga esas manías.

—Leah.

Con ojos aún entreabiertos puedo ver como se ríe a carcajadas la muy condenada. Le encanta verme asustado y sorprendido, es una gatita salvaje. Ella se acerca y me besa con intensidad. Yo me dejo envolver y sujeto su cabeza con mi mano acercándola mucho más. La subo a mi regazo y ella lanza un grito ahogado y luego vuelve y ríe sobre mi boca. La acorralo más hacia mi cuerpo sintiendo como mi cuerpo empieza a reaccionar y mi amigo escondido en los pantalones empieza a levantarse. Le muerdo los labios y vuelvo y los tomo de vuelta devorándolos con un hambre atroz. Ella empieza a moverse como me encanta. ¡Dios! Pero es que ya estoy delirando. Ella termina el beso y pone su frente junto a la mía mientras nuestras respiraciones se escuchan en el silencio de la habitación.

—Feliz cumpleaños mi amor.

Resulta que hoy, él Halcón Mayor está de cumpleaños. Veintiséis años y lo más bonito que he tenido llegó hace poquito a mi vida. Veintiséis años y siento que no había vivido realmente hasta que llegó Leah Jenner con su luz e intensidad a poner mi mundo de cabezas. A hacerme enloquecer de manera qué, sea capaz de todo por salvar la vida de alguien. Capaz de amar sin medir las consecuencias. Cuanta felicidad me ha dado Leah en tan poquito tiempo.

Es mía, toda mía y nada, absolutamente nada más, me causa tanta felicidad que saber que Leah Jenner me pertenece y que yo también le pertenezco a ella. Sin duda alguna, sin secretos, sin excusas. Nunca pensé amar a una mujer de tal manera que no podría vivir sin tenerla cerca, y aunque el amor trae muchas cosas, no me importa arriesgarme con tal de nunca más, volver a perderla. Le sonrío porque me ha dado un muy buenos días en mi cumpleaños.

—Gracias Chaparra. —Le doy una nalgada y ella lanza un grito.

—¡Aaron!—Chilla haciéndose la ofendida pero mordiéndose el labio porque sé que le encanta.

Río.

—Que bonito es despertar y encontrarte toqueteándome Chaparra. Me encanta verte en el departamento. —La arrastro ahora debajo de mí tapándola con mi cuerpo. Ella hace un sonido de gusto y yo empiezo a besar su cuello que me enloquece. —¿Por qué no te vienes a vivir conmigo? Sería más que perfecto despertar así todas las mañanas.

Ella me sostiene la cabeza haciéndome que deje de hacer mi grandioso trabajo de besar su cuello y mirarla a la cara.

—¿Estás hablando en serio? ¿Me estás pidiendo que me venga a vivir contigo el día de tu cumpleaños?

Me encojo de hombros.

—Sí, ¿Por qué no? Sería un buen regalo de cumpleaños. —Vuelvo a su cuello y ella lanza una risita nerviosa.

—Estás loco.

—Eso no es algo nuevo. —Muerdo ahí, justo en esa parte que sé que es débil para ella y la escucho lanzar un gemido. —¿Qué dices?

Mi Salvación #2Where stories live. Discover now