6.

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Don't you ask.







Diciembre corría y tu cumpleaños cada vez estaba más cerca. Miki, Joan, Famous, Marta, María y yo ya habíamos empezado a preparar lo que esperábamos que fuera una fiesta de la hostia. Habíamos acordado que sería en mi casa y que estaría la mayor parte de la gente que era importante para ti allí. Miki y Joan se encargaban de avisar a la gente, Famous y Marta se encargaban de los preparativos y María y yo de buscar el regalo perfecto que te haríamos entre todos.
Ese mes me empecé a unir muchísimo a María ya que hablábamos y quedábamos casi todos los días para buscar algo que te hiciese especial ilusión. Sabía que querías aprender a tocar la guitarra porque me lo habías dicho varias veces, pero no sabía si eso era lo suficientemente especial. Todos estaban de acuerdo en que regalarte una guitarra estaba muy guay, pero yo lo seguía viendo insuficiente para alguien tan especial como tú. Así que, como le conté a María, decidí que, a parte, te regalaría algo.
María, que siempre fue muy lista la cabrona, no dejó pasar por alto eso de que me preocupase tanto por todo lo que se relacionaba contigo, así que me sometió a interrogatorio por día para intentar descubrir ese interés especial que tenía en ti.
La verdad es que, de tanto preguntármelo, acabé replanteándome muchas cosas. ¿Por qué todo en lo que estabas implicada me importaba tanto? ¿Qué me pasaba contigo? ¿Era, simplemente, amistad? ¿Sólo era que me importabas y quería verte feliz? A parte de que, obviamente, me importabas y quería verte feliz, acabé descubriendo que no, que no era lo único que me pasaba contigo.
No era normal que no pudiese evitar aguantarme las ganas de hacer tantas cosas para no cagarla contigo. No era normal que cada vez que estábamos solas no pudiese pensar en otra cosa que en las ganas que tenía de besarte. No era normal que no pudiese estar sin hablar contigo más de una hora. No eran normales las ganas que tenía a todas horas de verte. No, definitivamente, no era normal. Lo que me pasaba contigo no era normal y, lo descubrí cuando me di cuenta de que nunca antes me había pasado.
Voy a serte sincera. Nunca antes había dejado de hacer algo por las consecuencias. Nunca me había importado que algo acabase mal, si tenía ganas de hacer algo, lo hacía. Pero, contigo, me pensaba todo dos veces antes de hacerlo por miedo a perder eso tan especial que teníamos.
Y, sí, se lo conté a María. Necesitaba hablar con alguien y, la verdad, necesitaba que me dijeran que era normal y que no me preocupase demasiado. Pero cuando se lo conté a nuestra amiga, pasó todo lo contrario. Me dijo que estaba muy jodida porque me estaba empezando a pillar hasta las trancas de ti. Me dijo que, obviamente, no te veía sólo como a una amiga. Y, por si fuera poco, me puso de ejemplo lo que les había pasado a ella y Marta.
Cuando me explicó que ella sintió lo mismo que yo por Marta antes de darse cuenta de lo que le pasaba, ahí, fue cuando me entró el miedo. Es decir, Marta y María estaban juntas porque las dos habían sentido lo que estaba sintiendo yo por ti. María y Marta estaban pilladísimas. ¿Eso quería decir que yo estaba pilladísima de ti? Pues sí. Me costó darme cuenta pero sí, lo estaba.
¿Qué se supone que debía hacer? Porque yo pensaba que eso no era mutuo y me negaba a intentar comprobarlo para que acabase confirmando que tú no sentías lo mismo por mí y, por si fuera poco, perdiese la relación más especial que había tenido con alguien nunca.
Y, así, fue como decidí que debía seguir comportándome igual contigo y no sobrepasar ningún límite.

Eran las once cuando mi casa estaba repleta de gente preparando cosas para que todo saliese como queríamos. Joan te traería a mi casa a las doce para, supuestamente, tomarnos unas cervezas los siete en tu honor. Pero, obviamente, en mi casa había más de siete personas y, ni por asomo, estaban los preparativos que tú pensabas que había.
El timbre sonó y la gente empezó a agruparse en una esquina de mi pequeño salón para que, cuando te abriese la puerta, no se les viese. Aún no eran las doce, quedaban unos pocos minutos, así que en vez de abriros la puerta, bajé.

Volver. // Albalia.Where stories live. Discover now