11.

13.9K 556 102
                                    

Your fingers on the trigger when I sleep.








Con el paso de los meses, por suerte, nuestra relación volvía a ser parecida a la de siempre. Volvimos a quedar casi siempre que podíamos, volvimos a hablar casi a diario, volvimos a contarnos casi todo..., volvimos a ser casi nosotras. Y era ese casi el que me estaba matando.
Yo seguía hasta las trancas, cada vez iba a más, pero sabía controlarme. Tú seguías con Joan, se te veía bien, pero no te veía del todo feliz. Quizá era porque me negaba a aceptar que eras más feliz con él que cuando eras feliz conmigo, o quizá era porque realmente no eras la Alba plenamente feliz que yo llegué a conocer. No lo sabía, pero el caso era que se te veía bien y que estabas en mi vida, con eso me conformaba.
No podía dejar de pensar en por qué todo cambió de la noche a la mañana, no podía dejar de darle vueltas al motivo que podría haber hecho que tu actitud cambiase así. ¿Fue culpa mía? ¿Hice algo que te molestó?¿Te agobié? ¿O, simplemente, fue que no querías seguir de esa forma conmigo? ¿Sólo me habías visto como un pasatiempo o de verdad querías estar como estuvimos? ¿Nunca sentiste lo que sentía yo por ti?
Joder, Alba, me estaba volviendo loca y, lo peor, es que tú ni te lo imaginabas. Me tratabas igual que me tratabas antes de todo, eras igual de cariñosa, de atenta, de buena... pero, joder, eso a mí sólo me jodía más. No sé si no lo veías o es que no querías verlo, pero seguía pilladísima por ti y que me tratases así sólo mantenía viva en mí una pequeña ilusión de que te arrepintieses de haber vuelto con él porque realmente querías estar conmigo. Y eso no era nada bueno para mí.
Es que no me hacía a la idea de que, habiendo tenido lo que tuvimos y habiendo sido tan feliz como fui, hubiésemos vuelto atrás y no pudiese besarte más. Pero, lo que más me jodía, era no poder volver a verte como, aunque fuera, una amiga. Es que se me hacía rarísimo tener que controlarme. Nunca me había controlado con nadie, menos contigo. Contigo siempre había sido diferente. Había esperado hasta que estuviste lista, te había respetado, y, cuando por fin te decidiste a dar el paso sabiendo lo que yo sentía, no podía evitar que me jodiese el hecho de que te hubiese dado igual dejarme jodidísima. Porque, realmente, era lo que parecía: que te había dado igual, que para ti sólo había sido un juego.
Pero, claro, todo esto ni te lo había dicho ni tenía pensado que lo supieras en algún momento. Simplemente me limitaba a intentar actuar normal contigo pero, a la vez, intentar no estar mucho contigo solas.

Y así pasaba el tiempo. Nosotras seguíamos igual, yo seguía trabajando, estaba hasta el cuello de exámenes, quedábamos con todos casi todos los fin de semanas... No sé, lo normal supongo. Sin muchas novedades.
Bueno, excepto las nuevas incorporaciones al grupo.
Para ser sincera, no me acuerdo en qué momento, cuando me fui a tatuar de nuevo, le dije a Sabela que saliera esa noche con nosotros. Era una chica majísima y a mí me caía genial, no dudaba que al resto también. Me preguntó si podía ir también su novia, Julia, y yo no dudé en asentir.
Os lo conté y os pareció genial, pero lo que menos nos esperábamos todos fue la escena tan surrealista que protagonizaron la Mari y Sabela cuando se vieron.

–Hostia tía, cuánto tiempo, –dijo la Mari acercándose a abrazar a Sabela.

–Joder, qué fuerte. No esperaba encontrarte aquí, –contestó Sabela sorprendida. –¿Qué tal todo?

–Esperad, –las interrumpí. –¿Os conocéis?, –pregunté frunciendo el ceño.

–Sí, –contesto María sonriendo y asintiendo súper feliz. –Realmente la historia es graciosa.

Hizo una pausa dramática, esperando a que alguno de nosotros insistiese para que continuase.

–Venga, cuéntala ya, pesada, –dijo Miki y, María, feliz, sonrió victoriosa.

–Pues hace años, que hasta vivía con mis padres, volvía una noche yo a casa después de una fiesta y, claro, yo estaba cansadísima. Total, que abrí la puerta de mi portal y, al ir a cerrarla porque yo tengo un trauma que flipas con que alguien vaya a meter el brazo y matarme ahí mismo, alguién puso el pie evitando que la cerrase. Total, que entran un pavo y esta mujer, –dijo, señalando a Sabela, –y me dice el pavo que le dé el bolso. Y, claro, yo estaba cansadísima y el bolso me la sudaba, quería pirarme a dormir. Así que se lo di pero le dije que si, por favor, podía darme la tarjeta de la Blackberry, –todos estábamos flipando, así que se defendió: –Coño, es que luego tener que volver a pedir los números es un aburrimiento, no me jodáis. En fin, a lo que iba, que Sabela intentó sacar la tarjeta de la Blackberry pero no se podía. Me pidió perdón y todo eso y yo le dije que no pasaba nada, que seguro que ellos lo necesitaban más que yo. Así que se piraron y a los pocos días me volví a encontrar a Sabela al salir de mi portal con la tarjeta de mi Blackberry y ya me cayó súper bien y pues bueno, aquí estamos.

Nuestras caras fueron tan cuadro como María a las seis de la mañana. Es que esa mujer era una caja de sorpresas, nunca dejaría de flipar.
En fin, que Sabela y Julia encajaron en seguida con todos y empezaron a salir con nosotros. Al igual que Damion, el novio de Famous.
Se conocieron cuando Famous iba por el centro y le escuchó cantar en la calle. Famous se quedó viéndole bastante rato y, cuando Damion terminó por ese día, Famous le dijo que no tenía suelto pero que le podía invitar a una cerveza por allí. Y así, poco a poco, surgió el amor.
A nuestro amigo se le veía súper feliz y Damion era un chaval majísimo, así que todos nos alegrábamos por él y Damion también se hizo un hueco súper rápido en el grupo.
No podía evitar sentir envidia de vosotros. Todos, menos Miki que no era mucho de cosas serias, teníais pareja y se os veía súper bien. Y, joder, es que yo estaba así de bien cuando estaba contigo. ¿No iba a dejar de sentirme así nunca? Tratándome tan bien como me tratabas, como mínimo, me costaría.

Volver. // Albalia.Where stories live. Discover now