16. La filosofía de un villano

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Él no era un monstruo.

Aunque en realidad, ese era un argumento difícil de apoyar cuando observabas el cuerpo carente de vida de Gabriel Agreste frente a él con diversas balas enfrascadas en distintas zonas de su cuerpo manchando su eterna impecable apariencia y porte elegante. El cuerpo pareciendo una isla entre ese lago de sangre que comenzaba a rodearlo y expandirse cada vez más.

Luka observaba el cuerpo con terror, su rostro estaba bañado en lágrimas y sin embargo no sollozaba, la verdad era que a penas y podía respirar. Su mano temblaba, aún sostenía el arma homicida y la sensación de apretar el gatillo perduraba sobre sus yemas.

Aún así el cadaver era imponente, lo atemorizaba, le hacía permanecer en una esquina de la habitación en posición fetal temiendo con toda su alma las últimas palabras que le dijo.

Después de haber permanecido tres horas sólo observando el cuerpo y el recuerdo del alma que habitó en él, se levantó sintiendo sus piernas débiles y su corazón comprimiéndose cada vez más. Avanzó hacia Gabriel con pasos torpes y repletos de inseguridad y se colocó de cuclillas con cuidado de no pisar el charco de sangre.

Rió un poco observando su tétrica obra de arte. La vida no sólo era una estúpida bromista, era una bull que tenía que pagar por todos los años de abuso contra él.

Nada de esto tenía que terminar así. Luka sólo había ido a aquel sitio para deslindarse de aquel horrible trabajo e iniciar una vida lejos de traumas como Chloe le había propuesto.

Gabriel lo intentó manipular, lo amenazó, lo asustó, abrió heridas que no debió abrir y él reaccionó por instinto, sólo quería callarlo. Una vez que empezó ya no pudo parar.

Cuando matas a un super villano, te vuelves un héroe ¿cierto?

¿Por qué no se sentía como uno?

Desesperado y sintiendo un mar de emociones negativas dentro de él sacó con movimientos bruscos el frasco de alprazolam y vertió un montón sobre su palma, sin embargo sus temblores causaron que algunas cuantas cayeran sobre el charco de sangre. Mierda. Mierda. Mierda.

Divisó con nerviosismo las píldoras y cómo se teñían de ese rojo carmesí lentamente, a su vez, empezó a seguir un camino con la mirada que lo conducía nuevamente al cadaver de Gabriel. Su piel ya estaba pálida y helada, parecía tratarse de un muñeco de cera solamente.

Elevó su mirada un poco, con esa manía loca de infringirse dolor y recordar cada detalle de él para no poder dormir en la noche evocando la imagen. Notó su elegante corbatín mal acomodado, bajo suyo un objeto de colores metálicos reflejaba la tenía luz de la habitación.

Luka acercó su mano. La curiosidad había remplazado su terror. Era como si lo que estuviera ahí lo llamase a tomarlo. Rozó contra el cadaver de Gabriel, el hecho de que no sintiera ningún latido causó un escalofrío en él, respiró sintiéndose entrecortado. Tomó valor y empujó el corbatín.

Un broche de mariposa.

Se lo quitó y empezó a observarlo con detenimiento, no era el tipo de objeto que un hombre como Gabriel usaría ¿Será similar a los amuletos que le otorgan sus poderes a Ladybug y Chat Noir? Realmente no lo sabía, pero esa aura era demasiado atrayente y le otorgaba demasiada seguridad traerlo entre sus manos.

Una seguridad que el alcohol y las píldoras acababan día con día.

Estuvo a punto de colocárselo para probar su hipótesis cuando se escuchó la escotilla bajar dando vista a Nathalie, aquella agria mujer que siempre acompañaba al hombre a todos lados. Tomó con velocidad sus calmantes y le dio un trago a su cantimplora de alcohol para pasarlos.

His name is LukaWhere stories live. Discover now