19. Preludio del fin

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Sonrió divertido, viendo desde la punta de la Torre Eiffel como las luces se movían, como los parisinos vivían una más de sus noches patéticas. Camino hacia la orilla y se balanceó en ella, seduciendo a la muerte, cerrando por un momento los ojos e imaginarse lo reconfortante que sería dejarse caer.

Saber que no llegaría al final, saber que...

¿¡Dónde estaban sus idiotas pastillas!?

Respiró profundo y sonrió una vez más, ya no necesitaba más de esas inútiles cosas.

—Nooroo, te necesito pequeñín.— se colocó el broche saliendo de ahí el pequeño kwami, que a penas y se atrevía a verlo a los ojos. Sí Gabriel había sido duro con él, Luka lo era aún más; reprendía muy feo sobre él y ni se diga cuando le pegaban los ataques de ansiedad, ahí simplemente era una bestia.

De Gabriel al menos pudo ver su alma, su deseo por recuperar a su familia; el alma de Luka era tan oscura que a penas y podía intentar divisar su objetivo, si es que tenía uno.

—Vamos, pequeñín. Hazme conversación.— lo tomó entre sus manos temblorosas por la falta de calmantes, lo acercó a su rostro para verlo fijamente. Sus pupilas estaban contraídas, su sonrisa lograría asustar a cualquiera.

Nooroo sabía que no debía atreverse a hacer eso, que sólo era un juego para atacarlo por cualquier cosa.

—¿Q-Qué qui-qui-ere, amo?— pronunció sumergido en el pánico. Luka respiró sintiéndose feliz. Alcanzó la botella de ron que estaba a su lado y le dio un gran trago. Se levantó y extendió los brazos

—Hagamos Paris, nuestra.— al fin todos conocerían quién era.

Al final, terminó siendo peor que el Luka del libro.














<<Sé mi Luka>>






<<Mi segundo nombre es caos>>










<<Rey de los pecadores>>






—Padre ¿Está todo bien?— enunció el pequeño de 10 años caminando hacia el mayor.— ¿Papá?— El hombre lloraba, Luka lo abrazó. Vio la fotografía que sostenía, era de cuando aún la familia estaba unida.— ¿Qué te dijo mamá?— el hombre no aguanto más y alzó la mirada hacia su hijo, respiró profundo aunque la realidad era que no podía seguírselo ocultando.

—¿No has notado que casi no nos parecemos, hijito?— dijo intentando sonar lo más dulce posible. Luka retrocedió un segundo, tenía idea de a lo que se refería, pero se negaba a aceptarlo.

—Es que me parezco a mi mamá, a veces eso pasa.— enunció temeroso. Charles sostuvo sus manitas entre las suyas.

—Si te digo la verdad, Luka; quiero que sepas que tienes la total libertad de regresarte con tu madre y hermana a Paris ¿De acuerdo?— su sonrisa dolía más de lo que pretendía tranquilizar.

—N-no entiendo.— sintió su pecho comprimirse.

—Anarka quiere que te vayas a vivir con ella, está dispuesta a pelear por ti; ella...— se quedó pensativo un segundo, buscando la mejor manera de decirlo.— quiere que vayas a vivir con tu verdadero padre, con el padre de Juleka y tuyo.

El corazón de Luka se rompió, era pequeño pero entendía perfectamente. Seguro era ese sujeto asqueroso con el que lo escuchó platicar hacía años, seguro...

His name is LukaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora