Capitulo 11

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Voy en mi auto llorando, haciendo un drama total y berreando un tema de la Morrison.

" ... Dejenme llorar, quiero sacarlo de mi pecho, con mi llanto apagar, este fuego que arde adentro..."

Nunca, repito y recalco. Nunca me había dolido algo tanto, y no sé por que, si el maldito nunca me tocó.

Llego a casa hecha una mierda.  ¿Por qué no me enamoré del otro que le pegó a mi ex y me dijo cosas lindas? Mi cabeza es un desastre y mi corazón... mejor ya ni te cuento.

Me quito la ropa y voy directo a la ducha, a ver si así se me enfría un poco la cabeza. Cuando salgo, oigo los incesantes toquidos, si los dejo mas rato, tirará la puerta.

Veo por la mirilla y a Joel del otro lado.

- Abre Raquel, sé que estas en casa, tu coche está afuera y tienes las ventanas abiertas.

Mierda.

Abro la puerta, así en toalla y todo para confrontarlo, ese tipo tiene agallas para venir.

- ¿Que quieres?

- ¿Sentiste celos?

- Yo pregunté primero.

- ¿Sentiste celos?

- Yo, por ti no siento nada.

- No te creo, sentiste celos y eso te dolió ¿verdad? - me toma con ambas manos de los hombros y me me arrastra hasta adentro de la casa cerrando con un portazo.

- ¡Contesta Raquel!

No le digo nada, lo reto con la mirada, antes muerta que decirle que sentí celos de la vieja esa

- No me vas a decir... Bueno. Yo te voy a decir que se siente. Te falta el aire, te duele el pecho y se siente un vacío en el estómago. Esos son celos, eso que tu sentiste, yo los sentí ayer.

¿Que carajo...?

- Si Raquel. Yo los sentí pero al triple. Yo besé  a esa mujer, pero no me acosté con ella. Y ¿sabes? No lo voy a hacer, por que soy un imbécil y es estoy aquí, en tu departamento tratando de a aclarar todo esto que siento.

No tengo palabras, ni la cara para reclamar algo en lo que tiene completa razón. Tengo los ojos llenos de lágrimas y como siempre que estoy con el, me quedo muda.

- ¿Tanto quieres que te follen? - comienza a avanzar hacia a mi de forma amenazante safandose la corbata color gris del cuello- Pues te voy a dar lo que a gritos pides.

Me bloqueo de inmediato, está ido de la furia. Doy unos pasos atrás, hasta que choco con la pared del pasillo que va hacia mi habitación. Se acerca tanto que puedo escuchar el latido de su corazón igual de acelerado que el mío. Vaya que cuando se lo propone, puede ser un verdadero animal.

Cierro los ojos y siento su aliento en mi cuello y justo cuando ya no puedo soportar esto ni un segundo más suelto: — Me tocas un pelo, uno solo y grito.

Se paraliza de inmediato y poco a poco me da mi espacio. ¿Que pensaba? ¿Que me gusta que me digan puta? ¿Que me amenacen con cogerme y eso me excite? ¡¿En qué puto mundo vive este pendejo?!

Abro los ojos poco a poco, para darme de frente con una mirada atormentada  y llena de remordimiento.

- Perdón, yo no quería... Dios Raquel, trato y trato... pero ¡tú y ese imbécil me sacan de más casillas! ¿Por qué? ¿Por qué no esperaste un poco más?

- ¡¿Esperar?! ¿ qué querías que esperara? ¿a ti? Por dios, ¡si ni siquiera me has besado! ¡Tú no me dices nada!, sólo me das promesas y tiempos que no sé cuando se van a cumplir. No soy de palo y mucho menos una santa, y yo, que sepa no somos nada Joel. ¡¿Con qué puto derecho me dices así?! ¿Como te atreves a tratarme así, si fuiste tú quien no me da nada a cambio?

- ¡¡Queria respetarte mujer!! Tratarte como la mujer hermosa que eres, hace las cosas bien, enseñarte y demostrar que hay hombres que no engañamos, que no follamos y luego te vemos hasta el día que queremos. ¿No entiendes? Eres Raquel, alguien a quien los hombres la han tratado como la mierda, pero está tan acostumbrada a ella que lo bueno se te hace aburrido y monótono. A estas alturas Raquel, quisiera, de verdad quisiera hacerte el amor y besarte. Pero no lo voy a hacer, me voy a ir y te daré el espacio libre con Altamirano. Date de topes tu solita, conoce al hijo de puta ese. Te diría que ahí estaré yo al final, para arreglar lo que ese pendejo te haga, pero no, tú sola tendrás que ver tu error y vivir con eso, por que dios sabe que ya me ha tocado limpiar su mierda y otra más no la soportaría. Adiós Raquel, nos vemos mañana en el trabajo.

Sale de mi casa con un portazo y me deja ahí, medio desnuda y hecha un lío.

A la mañana siguiente, nos encontramos de frente en la entrada de la oficina, no me habla y tampoco es que yo haga un esfuerzo para hacerlo.

Las semanas siguientes son mas de lo mismo, apenas nos vemos y nos hablamos para lo más necesario. Pablo y yo hemos estado saliendo y aunque formalmente no tenemos un título, pienso que somos pareja. Estoy a un mes de la boda y aún no hay pareja, aunque ya se quien irá conmigo.

Hoy llego al trabajo y se me hace un vacío en el estómago, el cubículo de Joel está vacío.

No. Puede. Ser.

Corro hasta el lugar de Graciela para que me diga que jodidos pasa, pero al parecer ella tampoco sabe nada. No sé que hacer, como reaccionar o que sentir ante esto.

Me voy por un café hasta la pequeña sala que tenemos para eso y lo encuentro sentado en una silla con todas sus cosas en una caja.

- Hola- me aventuro a decir - ¿Quieres un café?- no me volteo a ver, pero desde donde estoy puedo observar que ha sonreído.

- Sí, como te gusta a ti. - Me volteo e inhalo algo de aire, más para darme valor que para otra cosa.

Espero que la cafetera haga lo suyo y sirvo dos tasas de café negro, sin azúcar y muy cargado, como a él le gusta. Me doy la vuelta y le entregó su tasa. Por unos muy breves momentos contemplo su rostro y el el mío. Dios, se me va el aire cada que lo veo,  No sé explicar como me ha sucedido esto, pero yo estoy enamorada de este hombre, que nunca me ha besado. No quiero que se valla, no lo quiero dejar de ver, lo quiero a mi lado. ¿Por que no simplemente me besa y ya? ¡No le estoy pidiendo amor eterno!

- Es demasiado para ambos y lo sabes. Y me duele más a mí por que no lo dejaste.  Yo tampoco te quiero dejar de ver, pero cada que los hago duele.

- ¿Otra vez hablé en voz alta?

Me dedica esa sonrisa que me mata la que me indica que esta relajado y me contesta:- No esta vez si te leí el pensamiento.

Sonrió y miro hacia abajo. Voy a llorar, y me duele, ¡Carajo, duele mucho! Alzo la vista y está parado frente a mi, sus ojos son hermosos y de el color miel mas hermoso que he visto, con una ligera veta verdosa alrededor. Si los sigo viendo me voy a perder en ellos.

De pronto siento su respiración en mi rostro y veo como sus ojos pasean de mis labios a mis ojos, casi pidiendo permiso. Le rodeo el cuello con los hombros y es todo para que nuestros labios se conecten.

¡Glorioso! ¡Celestial! ¡Increible! En mi estómago hay ovaciones de pie aplaudiendo efusivamente.

Sabe a café, menta y a Joel. Perfecto. Sus manos están en mi cintura apretando y mis dedos enredados en su pelo. Poco a poco vuelvo a la realidad. Nuestras frentes chocan por algunos segundos, nos tratando de normalizar nuestra respiración.

Estoy pensando en algo inteligente que decir y le suelto rápidamente:

- Perdoname. Aveces...

Me interrumpe y dice:

- Raquel, te voy a extrañar.

Me suelta y sale con sus cosas en mano. Sé que ya no lo veré de nuevo y el corazón se me parte en miles de millones de pedazos.

A las once de la mañana, Joel sale de la oficina para nunca volver y lo peor se todo, sin mirar atrás.

La DecoradoraWhere stories live. Discover now