10 preguntas

11.6K 604 243
                                    

- No puede ser - dice alucinada.
Su respiración empieza a ser entrecortada y muy rápida, se lleva la mano al pecho. Reconozco de inmediato que está empezando a tener un ataque de ansiedad, porque yo también lo sufrí en mis carnes en algunas discusiones con mis padres.

La cojo de ambas manos y la guío hacia su habitación, que está justo enfrente del baño. Hago que se siente en su cama y sin soltar sus manos me arrodillo delante de ella para que nuestros ojos estén más o menos a la misma altura.

- Llena el pecho de aire, hasta que no puedas más - le indico.

Me hace caso y empieza a dominar un poco su respiración.

- Ahora suéltalo poco a poco mientras contamos 10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1. Otra vez, coge aire hondo, hasta que no te quepa más. Suelta, 10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1.

Repetimos el ejercicio un par de veces más hasta que su respiración se normaliza y ya no me mira como si los ojos se le fueran a salir de las órbitas.

- ¿Reche? ¿Alba Martínez? - digo sin saber realmente qué estoy preguntando.

- Me llamo Alba Martínez Reche.

- Yo soy Natalia - me presento tontamente, como si ella no supiera a estas alturas cómo me llamo.

- ¿Natalia sin más?

- Sí.

No elaboro más mi respuesta y agradezco que lo deje pasar y no insista. Los apellidos son lo único que me queda de mis padres y procuro utilizarlos solo cuando es imprescindible.

- Pensarás que soy una psicópata - me dice mirándome fugazmente a los ojos.

- ¿Por qué dices eso? - pregunto desconcertada.

- Imagino que has visto mi bloc - aventura fijando sus ojos a mi derecha, hacia el suelo .

- Sí, y pienso que eres una pedazo de artista. Me siento halagada de que alguien con tu talento se haya fijado en mí para dibujar - digo mientras apreto suavemente sus manos entre las mías para enfatizar mis palabras.

Ahora me mira ya a la cara y parece que está tranquila.

- Gracias, por tus palabras y por evitar que entrara a pleno en un ataque de ansiedad.

- No me tienes que agradecer nada, para eso están las compañeras de piso.

Le guiño un ojo, me pongo de pie y me ajusto la toalla que se ha escurrido un poco de mi torso con el movimiento.

- ¿Te parece si me visto y cenamos? He hecho pizza para las dos.

- Jo, te lo agradezco, pero no sé si voy a poder comer, soy vegetariana.

- Ya me dijo María, por eso la hecho con verduras y queso sin lactosa. Espero que no te importe que te haya robado un poco.

Se le ilumina la cara y la veo sonreír por primera vez.

- Eres un sol, qué me va a importar - dice al tiempo que se levanta para darme un abrazo.

Cuando salgo ya vestida al comedor Alba está esperándome sentada, con la mesa puesta y la pizza cortada en porciones. Mientras cenamos le cuento cómo contacté con Marta para devolverle el bloc y cómo conocí a María. Las carambolas que tiene la vida a veces son increíbles.

- No es justo, eh. Tú sabes cosas de mí, conoces a amigas mías, dónde voy a trabajar, y yo no tengo ni una pista sobre ti.

Me quedo unos segundos mirándola mientras pienso cómo le puedo compensar hasta que se me ocurre algo.

La chica del metro // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora