Al despertarme me encuentro a Natalia sentada en la silla de mi escritorio absorta mirando hacia el caballete.
- Buenos días - le digo.
- Buenos días, Albi. Es una pasada lo que has hecho.
Es la primera vez que me llama así y ya me encanta.
- El mérito es de la modelo - le replico sonriendo.
- Sí, claro, de un adefesio has sacado esto, eres increíble.
- Es evidente lo guapa que eres, no voy a dorarte más la píldora. Anda, vamos a desayunar.
Una vez me despido de Natalia y voy andando hacia la facultad pienso en qué le puedo regalar para su cumpleaños. Es dentro de dos días, así que tampoco tengo mucho margen. Al final llego a la conclusión de que el mejor regalo que le puedo hacer es darle la confianza que la cabrona de su ex le ha robado, y creo que sé cómo hacerlo. Cuando termino las clases llamo a Marta, ella seguro que me puede echar una mano.
- ¡Reche! ¿Qué tal estas? - me saluda muy alegre.
- Muy bien, deseando que llegue el fin de semana para ver a la Mari.
- Ya ves, le estamos preparando el fiestote que se merece. La putada es que nos toca trabajar el sábado por la noche.
- ¿Trabajamos juntas el sábado? - pregunto ilusionada.
- Sí, pedí cambiar el turno para poder estar en la comida y pasar la tarde, aunque conociéndolos seguro que se les hace de día.
- Quizá nos podemos reenganchar al salir.
- Pues no lo descarto.
- Oye, te quería preguntar una cosa. Tú que haces bolos por ahí, ¿sabes de algún sitio donde hagan micrófono abierto los miércoles?
- ¡Coño! Donde trabaja Julia, si la Mari y yo la conocimos ahí un día que fuimos a probar suerte como dúo.
- ¿Y qué requisitos hay o cómo va la cosa? Sería para este miércoles.
- Uf, yo creo que nos tuvimos que apuntar con un par de semanas de antelación. ¿Pero es para ti? ¿Por fin te has animado?
- No, no. Es para una amiga, le quiero dar una sorpresa.
- Pues ya te podrías apuntar tú también, ahí lo dejo. No te preocupes, yo hablo con Julia y te digo después.
- Muchas gracias, te debo una. Un besito.
- Otro para ti, guapetona. Después cuando sepa algo te llamo.
Otro lunes que se me hace eterno, y encima me ha venido la regla justo después de comer. Qué ganas tengo de llegar a casa, tomarme un Ibuprofeno y tirarme en el sofá. Mientras estoy de vuelta en el metro empieza a sonar mi móvil y doy tal grito de la emoción al ver que es Marta que un señor mayor se me queda mirando con cara de reproche.
- ¡Hola! - saludo esperanzada de que me dé buenas noticias.
- Reche, tu amiga tiene hueco para este miércoles, pero nos debes unas cañas a Julia y a mí.
- Eso está hecho, muchísimas gracias, de verdad.
- Te paso ahora por whatsapp el número de Julia y así hablas con ella para concretar.
- Vale, perfecto. Gracias Marta, nos vemos este finde.
- De gracias nada, unas cañas - dice riéndose.
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La chica del metro // Albalia
FanfictionLas vidas de Alba y Natalia se cruzan en Madrid. ¿Casualidad o destino?