Ventanas de avión

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A la mañana siguiente, mientras desayunamos, saco el tema de la cena.

- ¿Tienes planes para mañana por la noche?

Alba se me queda mirando como si le hubiera acusado de matar a alguien.

- No, ¿por?

- Por si te apetecía que cenáramos fuera, para celebrar mi cumple.

- Ay, es verdad, me dijiste que iba a ser dentro de poco. Lo único que si podemos cenar pronto, sobre las 9, para que no se nos haga muy tarde al ser entre semana.

- Claro, no hay problema.

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Casi me infarto esta mañana en el desayuno, menos mal que al final he podido disimular y salir del paso. Esto de preparar cosas a escondidas genera mucho estrés. Por suerte, mis colegas me van a echar un mano. He tenido que planificar cómo conseguir llevar la guitarra al bar sin que Natalia se entere, creo que el Profesor estaría orgulloso de mí. Mañana en el descanso para comer le daré las llaves de casa a Joan, ya que su facultad es la que está más cerca de la mía. Él se las pasará a Miki, que justo el miércoles acaba pronto las clases, y este se encargará de ir al piso a coger el instrumento y llevarlo al bar. También he hablado con Julia, no tienen ningún inconveniente en guardarlo allí hasta la actuación. Y para terminar con esa parte del plan, Miki me esperará en la boca del metro cuando vuelva a casa para devolverme las llaves. Después he quedado con todos a las diez y media en el PickNick, el bar del evento. Quiero que Natalia tenga caras conocidas entre el público que le den confianza y ánimos. Les hago prometer solemnemente que serán puntuales por una vez. El único cabo suelto que no tengo manera de atar es evitar que se dé cuenta de que falta la guitarra de su habitación.

Después de cenar, mientras Natalia está repasando la encimera con la bayeta, le pregunto si hoy quiere ver otro capítulo. Me dice que no, que está cansada y se irá pronto a dormir. Aprovecho para ir a mi cuarto a acabar lo que empecé anoche. Al final se me han hecho las tantas, pero ha valido la pena. Voy a la cocina para coger un vaso de agua y al pasar por el comedor veo que la luz está apagada, pero la tele sigue encendida. Me acerco y me encuentro a Natalia tumbada de lado en el sofá, con Queen en el hueco que queda entre su pecho y su brazo, las dos completamente dormidas. Apago la tele y se queda la estancia a oscuras. Voy a tener que despertarla, porque si pasa toda la noche aquí mañana no va a poder mover el cuello.

- Nat, despierta - digo mientras acaricio su hombro.

- Mmmm, no quiero.

- Vamos, bella durmiente, que mañana vas a tener una tortícolis de campeonato.

- A ella la despertaban con un beso por lo menos - me refunfuña con voz infantil.

Se me acelera el corazón. ¿De verdad me está pidiendo un beso como en el cuento? No puede ser, pero algo tengo que hacer, así pongo una rodilla en el suelo, me inclino hacia ella y le doy un beso en la mejilla.

- ¿Así mejor?

- Sí - me responde aún con los ojos cerrados pero sonriendo.

- Hala, tira a la cama, que son las dos.

Me obedece y se va a su habitación. Queen sigue sus pasos. Flipo con ella, lo de que era una traidora lo dije de broma, pero al final va a ser verdad.

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La chica del metro // AlbaliaWhere stories live. Discover now